doce

111 10 2
                                    


Estaba perdido en sus pensamientos, recapitulando todo lo que había pasado en el árbol de las almas. Miraba a un punto fijo del marui, su familia estaba preocupada pues no había pronunciado una sola palabra desde que llegaron ahí.

Estaba confundido, y también algo asustado. ¿Sus padres le creerían? ¿Su pueblo estaría a su lado? ¿Cómo podría mostrar lo que vió? Dirigió su mirada a la muñequera que mostraba su rango como próximo Olo'eyktan, ahora esa muñequera no tenía validez, él no nació para ser el Olo'eyktan de su pueblo.

—Debemos hacer algo— comentó Tsireya a sus padres, su hermano mayor llevaba casi media hora en ese estado y ya estaba preocupada.

—No, Tsireya... Tenemos que darle espacio a Ko'a, y cuando esté listo nos dirá lo que Eywa le mostró— insistió Tonowari, deteniendo a su hija.

Y así estuvieron otra media hora más, una hora más... Hasta que Ao'nung chasqueó la lengua impaciente y se acercó a su hermano mayor, ignorando las advertencias de sus familiares.

—Hermano, ¿Qué sucede?—

Cuando Ko'a escuchó la voz de su hermano menor, salió de su trance y lo miró a los ojos. Ao'nung sintió pena, su hermano le mostraba una mirada perdida y ansiosa de encontrar un camino.

—Quiero estar a solas con mamá y papá— dijo por primera vez en un largo tiempo. Sus hermanos se miraron entre sí antes de levantarse y salir del marui, dejando a Ko'a solo con los líderes del clan que se acercaron a él.

—¿Qué sucede, hijo?— preguntó primero Tonowari, hincado a la derecha de su primogénito.

Ko'a miró a sus padres, nervioso por si no lograba expresarse como era debido. Pero tenía que ser fuerte, y decir la verdad.

—La abuela me recibió.— empezó, sus padres lo miraron en señal de que continuara —Me mostró la verdad, mi verdad, ella... Ella me explicó mi origen—

Ronal colocó una mano en el hombro de su hijo en forma de apoyo, notando la voz temblorosa de Ko'a.

—Hijo, puedes ir con calma...— le recordó, con una sonrisa maternal.

—Ella me habló sobre Kä'ey... El primer Tsahìk metkayina— respiró hondo para relajarse más —La abuela me explicó su historia, él tiene el espíritu del mar en su interior, considerado hijo de Eywa por lo mismo—

Ronal frunció el ceño, había escuchado sobre Kä'ey cuando era pequeña, sin embargo siempre pensó que era un mito. —Continúa—

—Kä'ey prometió regresar con su pueblo en su lecho de muerte y... —miró a sus padres antes de mirar al suelo —Y regresó... En mí, yo... Yo tengo su alma, tengo el espíritu del mar en mi—

Sus padres exhalaron sorprendidos, en especial Ronal. Jamás le había hablado sobre Kä'ey a su hijo, por lo que eso le llamó mucho más la atención. Se acercó a su hijo para tomar con delicadeza su rostro, acariciando las mejillas de su primogénito.

Miró detenidamente sus ojos, ese color tan especial de sus iris, el color del mar. Las pupilas, profundas como más allá del arrecife. Fue ahí donde recordó la canción de cuna que su madre siempre le cantaba para arrullarla.

—Aquél guerrero con ojos de mar... —susurró mientras recordaba —Aquél que era el mar en persona...—

—¿Ronal?— preguntó Tonowari, acercándose a su esposa al verla tan sorprendida.

—De corazón libre como un rio, que unió cielo y mar...— siguió susurrando, miró nuevamente a su hijo y lo abrazó con fuerza.

Se dió cuenta, que Kä'ey no era un mito, era real. Esa canción contaba una historia real. Se lamentó por haber sido así con su primogénito, tan dura y estricta.

S O L D I E R | Neteyam x masc!ocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora