𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚅

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Querido diario:

Ha ocurrido algo totalmente inesperado.

Fui secuestrado por mis primos y estoy a la deriva en aguas desconocidas a bordo de un barco ridículo. Lo peor, es que tengo que dormir junto a un odioso ratón parlante.

Y yo que me quejaba de compartir cuarto con mi primo.

Hasta ahora, todas las personas que he conocido en este extraño lugar sufren delirios muy imaginativos. Persiguen brumas verdosas y buscan a nobles perdidos. La única explicación es una dieta deficiente o que todos están dementes.

Mi primo Edmund no es la excepción. Pasa cada segundo libre limpiando esa espada de juguete como si fuera una lámpara mágica, o detrás de esa chica Helena. Aunque hasta hace unos días ella parecía arrancar de él como si él le fuera a contagiar lepra. De todas maneras, el pobre tonto necesita otro pasatiempo.




✵✵✵




—Buenos días, guapo.

Helena se apoyó en la baranda del barco junto a Edmund, que estaba sentado en una caja de madera mientras él limpiaba la espada que Caspian le había dejado. Él levantó la mirada y sonrió mostrando los dientes dejando la espada a un lado.

—Hola, hermosa. ¿Dormiste bien? —preguntó. Ella asintió.

—Lucy patea cuando duerme — explicó, mirándose las manos y comenzando a juguetear con sus uñas. —. Pero estoy bien. Nada que no pueda manejar.

—Por supuesto —rió Edmund. Luego, él pasó los dedos por su cabello, miró a los lados con algo de inquietud mientras movía su pierna con algo de nerviosismo y volteó de nuevo hacia Helena con un brillo travieso en los ojos.

Inmediatamente, ella negó con la cabeza sabiendo lo que le iba a pedir.

—Ahora no —dijo, mirándole con seriedad. Edmund abrió la boca ofendido.

—¡Ni siquiera sabes lo que te iba a pedir! —se cruzó de brazos.

—Me ibas a pedir que te acompañara a la bodega para ver si hay "filtraciones" —remarcó con los dedos —. Como lo has hecho los últimos tres días.

—Puede ser peligroso —se excusó, sonriendo maliciosamente —. El barco se puede hundir.

Mhm, claro —chistó, queriendo reír ante la cara que Edmund tenía —. Ni siquiera has notado lo que hay allí abajo.

—Estás tú. Conmigo —dijo pasando la lengua por su labio inferior en un gesto muy distractor para ella —. Eso es todo lo que me importa.

Helena no pudo evitar el sonrojo en sus mejillas, pero rió divertida por sus palabras.

—Eres todo un caso, Edmund Pevensie.

Él pasó una mano por su barbilla mientras apretaba los labios y miró a Helena.

—¿Significa que sí vamos a ir?

—No —rió entre dientes —. Tal vez luego.

—No, no. No tal vez —se levantó para quedar frente a ella y a su altura —. Aún me debes varios besos. Y recuerda que yo aplico intereses —entrecerró los ojos —, así que aún tienes que pagar los que te faltan. Solo llevamos cinco.

—¡No seas mentiroso! —le empujó del hombro —Yo recuerdo varios más. Muchos más.

—Solo hemos bajado cinco veces, querida —se inclinó levemente —. Solo cinco. Si nos besamos más de una vez allá abajo no lo recuerdo —sonrió de lado —. Tal vez necesito que me lo recuerdes.

𝘓𝘰𝘷𝘦 𝘉𝘦𝘵𝘸𝘦𝘦𝘯 𝘜𝘴 - 𝙴𝚍𝚖𝚞𝚗𝚍 𝙿𝚎𝚟𝚎𝚗𝚜𝚒𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora