𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 𝙸𝚇

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—¿Qué comida encontraste?

Después de la pelea que tuvieron -y de salir de la cueva- todos juntos caminaron en silencio de vuelta a la playa para encontrarse con la tripulación. La caminata de vuelta a la orilla definitivamente había sido incómoda, pero en realidad nadie estaba de humor como para cambiar el ambiente todavía.

Las canastas de mimbre que esperaban ser cargadas en los botes, sólo había un par de plantas, algas y unos pocos hongos que la tripulación pudo recolectar. Ninguna de las canastas siquiera llegaba a estar por sobre la mitad. Caspian bufó a la vista de ellas.

—Es una isla volcánica, su Majestad —dijo el señor Rhince, señalando las canastas —. Crecen pocas cosas.

Helena notó que Lucy se mostraba preocupada mientras miraba alrededor de la playa, así que simplemente le preguntó.

—¿Qué sucede?

—¿Dónde está Eustace?

Miró a cada una de las personas que estaban allí, y notó que el niño rubio y quejumbroso no se hallaba en ningún lado.

—No está ayudando a cargar los botes —dijo Reepicheep, molesto por la actitud del niño.

—¡Eustace! —lo llamó Lucy —¡Eustace! —como no hubo respuesta, se giró a ver a su hermano —Edmund, tengo un mal presentimiento.

Él suspiró agotado y rodó los ojos.

—Iré a buscarlo.

—Voy contigo —dijo Caspian. Edmund lo miró unos segundos y comenzó a caminar sin esperarlo.

—Yo también voy —dijo Helena, pero Caspian la detuvo.

—Lo tenemos. Estaremos bien.

Helena apretó los labios mientras veía a Edmund alejarse, y asintió poco convencida.

—De acuerdo —dijo —. Tengan cuidado.

Caspian inclinó la cabeza y le entregó la espada que recuperaron de la laguna. Luego se apresuró a llegar junto a Edmund.

—Vamos, Helena —le llamó Lucy, tomándola de los hombros para hacerla caminar a los botes —. Los esperamos en el barco.






✵✵✵






—Ya deja de morderte las uñas —Lucy le pegó en las manos —. Volverán.

—La cagué bien feo, Lu —dijo Helena preocupada, apoyada sobre la baranda de la toldilla del barco y mirando hacia la isla —. Si hubiese hablado con Edmund desde el principio, no se habrían peleado tan mal. Él hubiese tenido las cosas claras.

—Pues... Sí, debiste hablar con él desde el principio —Lucy rascó su nuca —, pero lo que pasó en la cueva no fué tu culpa. Estaba embrujada. Era lo que buscaba, que nos peleáramos.

Helena pasó una mano por su cara y la llevó a su cabello, desordenándolo en el camino. Resopló frustrada y miró a la isla otra vez.

—Solo quiero terminar con esto. Ya estoy harta —murmuró —. ¡Y ya quiero dejar de marearme en el barco! ¿Sabes lo vergonzoso que es que Edmund me vea vomitar? —cubrió su cara y Lucy rió —Te lo digo, es muy vergonzoso. Me veo horrible.

—Apuesto a que no.

—Literalmente es como si vomitara mi estómago afuera.

Lucy rió de nuevo.

—No exageres —ella llevó una mano al cabello de Helena para arreglarlo un poco —. De todos modos, Edmund está tan enamorado de tí que seguramente piensa que te ves preciosa —luego rodó los ojos —. Quizá escriba un poema en su libreta.

𝘓𝘰𝘷𝘦 𝘉𝘦𝘵𝘸𝘦𝘦𝘯 𝘜𝘴 - 𝙴𝚍𝚖𝚞𝚗𝚍 𝙿𝚎𝚟𝚎𝚗𝚜𝚒𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora