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(Una semana despues del secuestro de lisa)

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—Señorita, prometo pagarle, prometo de verdad—clamaba el joven, agobiado por el dolor mientras uno a uno sus dedos eran arrancados con una pinza. 

—Eso debiste hacerlo hace mucho, Huening—

 observaba Jennie con satisfacción, viendo cómo la sangre fluía del muchacho. 

—!No tenía dinero, por favor, déjeme!—suplicaba el chico entre lágrimas y gritos de dolor.

—Según la ciencia, una mordida es capaz de arrancar un dedo de un solo tirón. ¿Qué tal si lo comprobamos? Anda, métete tu meñique en la boca. Haz eso y te dejaré libre—expresó Jennie con una sonrisa oscura, mientras el chico la miraba con los ojos abiertos, llenos de terror y angustia.

El joven siguió las instrucciones de Jennie, siendo este su último dedo, ya que los demás habían sido cortados. Los empleados le suministraban analgésicos para mantenerlo con vida y despierto, asegurándose de que sintiera todo el dolor. Huening intentó morderse el meñique, pero solo logró dejar una pequeña marca. Ruby, disgustada, chasqueó los dedos, y rápidamente llegaron los perros llamados "Bully y Sally", como ella misma los había nombrado.

Al ver a Jennie, los perros comenzaron a mover sus colas. Jennie tomó un hueso que estaba al lado del chico y lo colocó sobre sus piernas. —¿Tienen hambre?, mis bebés. Tomen, aquí hay mucho para los dos—anunció Jennie mientras se alejaba y soltaba a los perros, quienes corrieron hacia Huening.

Los perros se lanzaron hacia él, desgarrando sus piernas progresivamente y extrayendo toda la carne de su interior. Tendones y parte de huesos resultaron destruidos en el proceso. Sin embargo, los aterradores sonidos no solo provenían de la violencia perpetrada; también se escuchaban los gritos de auxilio del joven, quien estaba al borde de romper sus cuerdas vocales.

Ruby ordenó a sus empleados que lo doparan con mayores cantidades de analgésicos para asegurar que no muriera inmediatamente. Cumpliendo con su mandato, los empleados administraron más sedantes al joven. Ruby deseaba que experimentara un pago proporcional al daño causado.

—Dado que soy muy dulce no infligiré más daño. De hecho, te dejaré aquí solito, hasta que tu cuerpo comience a pudrirse—expresó Jennie mientras se aproximaba a Huening y tomaba su mentón. El joven estaba pálido, de un blanco anormal, habiendo perdido una cantidad significativa de sangre. Sin embargo, gracias a los analgésicos suministrados, su muerte no sería inminente.

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Jennie, sin añadir más palabras, abandonó la bodega con paso firme y dominante. Conduciría de regreso a su hogar sola, dejando a sus empleados a cargo de Huening. Antes de partir, Jennie le susurró algo a Minho, uno de los hombres presentes, quien sonrió mientras Huening lo observaba con terror. Sin pronunciar más palabras, Ruby se retiró, dejando a Minho y otros tres individuos acercarse a Huening.


—Vamos a entretenernos un momento contigo—dijo Minho mientras tomaba a Huening del cuello y comenzaba a besarlo.

—Vas a sentir lo mismo que sintio tu hermana, insufrible—lo tiro contra el suelo y se monto encima de el

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Al llegar a mi residencia, no era muy tarde, mis pequeñas aún deberían estar despiertas, y esa chica Lisa también. Entré, las puertas se cerraron gracias a otro de mis empleados que estacionó mi auto y abrío el portón de mi casa. La escena que presencié fue algo que nunca imaginé llegar a ver.

Mis hijas estaban viendo películas en el sofá, todas juntas, incluida Lisa. Wow, hacía años que no veía películas con ellas. Se experimentó una sensación agradable en mi corazón, algo inexplicable. Fue en ese momento cuando Yeji me vio llegar y se abalanzó hacia mí, casi derribándome en el proceso.

Hyein simplemente se acercó y me dio un beso en la mejilla antes de regresar a su lugar junto a Lisa, quien ahora parecía estar algo tensa. Me sentí ligeramente culpable, pero en ese momento, no me preocupaba. Luego, mi tesoro menor, Ningning, levantó sus manitas para que la cargara. La tomé en mis brazos y la colmé de besos, provocando risas en ella. Sullyon y Yuna fueron las últimas en saludarme.

—¡Mamá, llegaste temprano, justo a tiempo para la película que Lisa puso!—exclamó Yeji, jalándome del brazo para que me sentara en el sofá. Fue un tanto incómodo sentarme al lado de Lisa. La miré de reojo y pude apreciar su perfil perfecto; esa chica poseía una belleza sobrenatural. Yuna, Yeji y Hyein fueron a la cocina por las palomitas, mientras Sullyon se ocupaba de cambiarle el pañal a Ningning, dejándonos a Lisa y a mí solas en la amplia sala. Tragó en seco, y parecía estar lista para romper el hielo.

—¿C-cómo le fue en el trabajo?—me miró y luego desvió la mirada, consciente de que esa pregunta no era muy adecuada. Comencé a carcajearme fuertemente, golpeando el sofá de cuero, mientras ella se ruborizaba de vergüenza—Pues, ¿quieres saber cómo torturé a un tipo?—dije entre risas, y ella tímidamente y asustada, respondió que no

Lisa, intentando evadir la situación, se puso de pie afirmando que necesitaba ir al baño. Fue un inconveniente, justo cuando yo estaba disfrutando tanto.

—Sientate.—ordene con voz firme

Ella como un perrito obediente me hizo caso, que excitante.

—Mira, no era mi intención ser tan grosera ayer. Estaba simplemente alterada por las cosas de tu tío. Pero tengo buenas noticias para ti, malas para mí. Él ya ha abonado el 19% del pago, así que serás liberada pronto—expresé con simplicidad, y pude observar cómo sus ojos se iluminaban.

 —Mis hijas parecían estar cómodas contigo; es una pena—suspiré, intentando provocar compasión. Sin embargo, Lisa, que posee todo menos torpeza, respondió—Puede buscar una niñera sin secuestrarla después—Acto seguido, se levantó para ir al baño, desobedeciendo mi orden de que se quedara sentada. Esto me encabronó, y la seguí al segundo piso aprovechando que todas las niñas estaban distraídas, ingresando a su habitación tras ella.

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—¿Quién te crees que eres, niñata?—la tomé del brazo. Ella, ofendida, me golpeó y se liberó de mi agarre.—¿Cree que es lindo estar secuestrada?—

—Usted está enferma, una enferma que me ha arruinado la vida—No sabe cuánto duele saber que sus hermosas niñas tarde o temprano seguirán el mismo camino. Ellas no lo merecen, pero yo tengo una vida, una fuera de aquí. Extraño a mis amigos, a mis padres. Extraño tener libertad. Llevo una maldita semana sintiéndome miserable, la detesto—gritó al borde de las lágrimas.

Aún más enfadada, la arrojé a la cama y le dije—Por tu insolencia, estarás aquí más tiempo— ¿Qué te parece si decido mantenerte hasta que yo quiera matarte? No me importa si tu estúpido tío paga o no. Te quedarás aquí hasta que yo lo decida. Me faltaste al respeto, no sé ni por qué no acabo con tu miserable vida de una maldita vez—. Salí rápidamente de la habitación, cerrando la puerta con seguro. A pesar de golpear la puerta una y otra vez, parecía que nadie había escuchado sus gritos pidiendome que la sacara.

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Me cansé de gritar, sabía que nadie vendría por mí. Así que simplemente me agaché y lloré tras la puerta, lágrimas que persistieron hasta que, agotada, caí dormida después de aproximadamente una hora. El cansancio me venció y me dejó tumbada; a partir de ese punto, desconozco qué sucedió.

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Me dirigí a mi estudio; necesitaba despejar mi mente de una culpabilidad enfermiza. Nunca antes me había sentido así, nunca había experimentado culpa con ninguna de las personas a las que había eliminado. ¿Por qué era diferente con Lisa? Maldición, deseaba tirarme de un balcón por haber peleado con esa joven. Tomé un bolígrafo y comencé a anotar lugares a los que la llevaría mañana por la mañana. Necesitaba disculparme y evitar que me odiara durante todo este tiempo. Tal vez, solo tal vez, consideraría quedarse por su cuenta. La felicidad de mis niñas está en juego.

Kkangpae- Jenlisa (G¡P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora