El Pozo Mágico (Naruto)

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( Universo Alternativo/ Sakura Haruno protagonista/ Cuento de hadas)


Sakura, la chica de cabello rosa, tenía los ojos cristalinos mirando el lecho donde estaba postrada su madre enferma. El curandero de la aldea le había dado varios brebajes pero su madre no mostraba signos de recuperarse ni un poco. Cada día se hallaba peor.

—Ve a sacar agua del pozo —pidió su padre—. Necesitamos bajarle la fiebre.

Sakura obedeció, salió de su choza y se encaminó presurosa al pozo más cercano. Estaba llenando su cubeta con el agua cuando una voz le dijo: 

—Si fuera el agua del Pozo Mágico tu madre se curaría.

Sakura se giró y miró quien le hablaba. Se trataba de una mujer alta, de cabello rubio y largo peinado en dos coletas que le llegaban a la cintura. Su apariencia era extraña, no era joven ni anciana y poseía un porte recio. Su ropa también era peculiar, vestía una blusa plateada, pantalones oscuros y una capa verde bosque. Jamás la había visto antes en la aldea.

—¿Quién es usted?

—Soy quien desea ayudarte, Sakura. ¿Has oído del Pozo Mágico? —preguntó la mujer.

Sakura negó con la cabeza.

—Es un pozo que se encuentra en las profundidades del Bosque Sombrío, su agua es especial, quien la beba se cura de cualquier enfermedad.

Sakura abrió sus ojos al máximo.

—¿De verdad? ¿Puede curar lo que sea?

—Así es Sakura, no hay enfermedad que no pueda sanarse con el agua del Pozo Mágico.

Sakura sonrió, apretó sus puños con ánimo, se giró para ir corriendo a decirle a su padre sobre ese pozo, a los pocos pasos volteó para agradecerle por la información a la mujer pero esta ya no se veía por ninguna parte. Sakura no pensó mucho en eso, regresó a su hogar, tenía que contarle a su padre lo del pozo para que su madre se salvara.

—No podemos ir —sentenció su padre.

—¿Por qué no? Nada ha sanado a mamá, solo el agua del Pozo Mágico puede salvarla.

—Sería un viaje peligroso, en el Bosque Sombrío viven bestias feroces y otros seres extraños, además, es bien sabido que un ogro se ha declarado dueño del Pozo Mágico, si alguien se acerca lo mata.

—Pero...

—Ya no vamos a discutir sobre eso, tu madre se repondrá si sigue tomando los brebajes del curandero, solo hay que esperar.

La palabras de su padre fueron contrariadas por la fortuna, a la mañana siguiente él también cayó enfermo. El curandero lo revisó, le otorgó el mismo mejunje que daba a la madre de Sakura y se retiró.

Sakura se postró ante el lecho de sus padres, quería llorar pero no había tiempo, fue por agua, cambió los trapos que usaba para bajarles la fiebre, les dio de comer, cucharada a cucharada pues ellos estaban tan cansados que apenas podían pasar bocado. Esperaba que con eso se recuperaran, pero no parecía funcionar.

Días después su madre empeoró, la fiebre no se le bajaba con nada, empezó a toser y hubo un momento de silencio donde Sakura temió lo peor. Por suerte su mamá siguió viviendo, pero si seguía así no tardaría en fallecer.

—Iré al Bosque Sombrío en busca del Pozo Mágico —le dijo a Ino, su mejor amiga—. Es la única forma de salvar a mis padres, ¿puedes cuidarlos mientras no estoy? —pidió Sakura, trató de mantenerse en calma pero rompió en llanto frente a su amiga.

Ino la abrazó y trató de darle consuelo.

—Yo y mis padres cuidaremos de tu familia, pero no estoy segura que sea buena idea que vayas sola al Bosque Sombrío.

—Debo hacerlo —sollozó Sakura—. O mis padres morirán.

Se limpió las lágrimas, entró a su choza para recoger una canasta de provisiones y una capa para el abrigo. Se despidió de su amiga y partió hacia el sureste. Primero atravesó un campo de flores, el campo pasó a ser de hierba, luego un páramo rocoso y finalmente llegó a la entrada del Bosque Sombrío. El nombre de ese lugar le quedaba, poseía árboles retorcidos y de copas gigantescas con hojas oscuras que tapaban casi toda la luz del cielo y provocaban un ambiente frío. Cada paso que Sakura daba producía un crujido, pues el suelo estaba cubierto de ramas , hojas secas, raíces y otras cosas. 

Sakura se adentró más y más buscando ir a las entrañas del bosque donde estaba el Pozo Mágico. No supo cuánto tiempo llevaba caminando, todo el paisaje era similar, por la oscuridad que había ni siquiera podía decir si era de mañana o tarde, solo supo cuando anocheció pues las tinieblas fueron tales que no pudo ver nada.

Tanteó a ciegas, halló un árbol, se recargó contra su tronco, se sentó y trató de dormir, pero los sonidos del bosque no la dejaban. Oyó graznidos de cuervos, aullidos de coyotes o lobos y otros ruidos que no pudo saber que animal los realizaba. Pese al miedo el sueño le fue ganando, cabeceó, sus parpados se fueron cerrando, cayó dormida.

Abrió los ojos al oír un crujido cercano, tardó en acostumbrarse a la oscuridad y observó una figura oscura de pie frente a ella, parecía una persona, pero los ojos de ese individuo eran rojos y con las pupilas iguales a las de una serpiente.

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