CAPITULO IX- Ternura

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—creo que este es el último.

Apreté con mi dedo un interruptor que estaba en el pilar blanco. Justo en ese entonces se escucha un sonido mecánico que no provenía muy lejos.

Esboce una sonrisa en mi rostro. Ya falta poco para llegar a la casa de Toriel y así avanzar un poco en la trama.

Deje escapar un suspiro de alivio para así entonces empezar a caminar.

Este último puzle no fue para nada difícil puesto que teníamos que adivinar dónde estaban los interruptores. Hay donde dentro yo con mi conocimiento básico sobre el juego y en que lugar se encontraban los interruptores.

Le tuve que pedir ayuda a Frisk para que activara algunos cuantos botones puesto que había algunos que yo no podía ubicar con exactitud.

Si, es lo mismo que en el juego, pero con una única diferencia que las salas son un poco más grandes y tienen más trampas para activar.

Hubo algunos cuantos interruptores que se agregaron, cosa que me dejó un poco confundido y algo fuera de lugar. Aún así pude pasar por la salas de una forma ilesa.

Giro un poco mi cabeza hacia atrás, solo para ver que no había nadie. Mi compañero de aventuras no se encontraba conmigo.

Ya hacía mucho rato que no escucha murmullos proveniente de atrás o algún comentario quejumbroso sobre no atacar a los monstruos de la zona.

Es bueno sentir esta paz por estos instantes. Puedo de manera libre eliminada a quienes se crucen en el camino sin tener que hablar o convencer de una manera estúpida. . .

Si. . . Creo que debería ir por Frisk. Ya debe de esta muy preocupada. . . O aterrada de lo que le esté pasando. ¡La verdad el preocupado soy yo!, ¡no quiero ver a una Toriel en cabronada.

Deje escapar otro suspiro más para luego devolverme en el caminó.

No fue más de mucho que se escucharon golpeteos metálicos de una forma constante.

—¡ayuda! ¡ayuda! ¡alguien que me ayude! ¡¡Martín!!.

Los gritos desesperantes de Frisk me obligaron a cubrirme los oídos. Dios, una mujer con un volumen alto es bastante fastidioso, y más aún cuando tienes que estar casi todo el día con un montón de féminas.

Para ser más claro donde se encuentra Frisk, bueno, ¿recuerdan esos toboganes que transportan al usuario a cualquier lado?, verán, justo ahora el tobogán está tapado por un cartel de hierro.

Si, algo raro, ¿no?, hasta eso me sorprende,. . . Pero no debería ser así.

Después de unos cuantos minutos de drama (que insensible) y unos cuantos llantos de tristeza, decidí hablar en un tono calmante.

—Frisk, ¿estás hay?. —pregunte de forma obvia.

Pude escuchar detrás del cartel un ruido de reincorporarse. Puedo deducir que ella estaba sentada en el suelo, pero al escuchar mis voz se levantó de una forma inmediata.

—¡Martín!, ¡¿eres tú?!, ¡¿donde te metiste y por qué tardaste demasiado?!. —pregunto Frisk en un tono molesto y a la vez con cierto miedo.

Deje escapar un resoplido.

—yo estoy bien, tranquila. —respondí la pregunta en forma de eludir.

El cartel está reforzado por unas grande lianas de forma cierta grueso. Literalmente es como la raíz de un árbol pero más densa, y . . . Algo surrealista.

Me cruce de brazos al ver esta escena. La verdad esto me molesto un poco puesto que esto no se debe de tratar de ninguna trampa o algo parecido. Es más bien como algo que se hizo con antemano o más bien un causante.

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