Esta historia que mezcla todo lo dulce y agridulce de la vida, nos introduce a Gulf y su fatal encuentro con la infidelidad de su padre. Pero, en lugar de correr a decirle a su madre, ejecuta el plan perfecto para probar qué tan leal le es a su aman...
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Todo pecado comienza comienza con una palabra. La palabra «Sí.» Porque el pecado llama y es la puerta más fácil de abrir.
Akk se retuerce de rodillas en el suelo y sujeto de los hombros por dos hombres. La bolsa no le permite ver nada, pero escucha música a lo lejos. Eso le deja saber que está en un club. Y uno conocido. Le quitan la bolsa y finalmente alza la mirada. Frente a él hay un hombre en ropas de punk millonario. Tiene el cabello rapado, un diente plateado y gafas de sol. El sujeto cala de un cigarro antes de sentarse en el sillón. Akk respira agitado. —Kaise. Vamos. ¿Por qué me haces esto? Trabajo para ti. — Intenta simpatizar, pero recibe un puño en su lugar. Akk escupe sangre. Cabizbajo.
—¿Por qué le vendiste nuestro producto a la banda enemiga? ¿Acaso creíste que no me daría cuenta, niño de mierda? — Kaise demanda.
—Ellos dijeron aliarse con nosotros. Si las drogas sabían bien.
—¿Ah, sí?
Recibe otro puño. Esta vez del sujeto a la derecha.
—No te hagas el listo, Akk, no te queda bien. Lo hiciste por dinero. Nada más y nada menos que por dinero. Te iban a pagar más. Les diste nuestra combinación secreta a la banda enemiga, ¡maldito hijo de perra! — Kaise camina hacia él y lo agarra del cabello para alzarle la mirada. Akk lo mira hecho un desastre sanguinario. Le sale sangre de la nariz y tiene sangre por los dientes.
—Dame una razón para dejarte vivir.
—Sé dónde nuestros enemigos guardan su droga. Si vamos a atacar, podemos llevarnos la suya. — Sonríe victorioso. Ríe al ver la expresión frustrada de Kaise.
—Suéltenlo.
Los hombres lo sueltan y él deja los brazos colgar a los lados. Cansado.
—Pues deberemos ir rápido porque dijeron que secuestrarían a tu novio.
—¿Novio? — Akk se espanta al mirarlo a los ojos.
—No el viejo con el que sales. El otro. Uno jóven. Pasó la noche en tu casa.
Akk agranda los ojos al recordar a Gulf. Es el único que pasó la noche en su casa. Sin embargo, él no tiene nada que ver en su vida. Ni siquiera sabe por qué su hermano lo llevó a la casa. —¡E--Él no es mi novio!
—A mí no me tienes que explicar nada. Maldito bastardo. Solo debemos apurarnos. — Kaise lo pone en pie junto a los tres hombres en la habitación.
—Elige una arma. — Kaise apunta con el mentón las armas que los tres hombres le ofrecen. Todas son de una mano, pero cada una más pequeña. Akk elige una Glock y Kaise palmea su hombro. —Prepárate, bastardo, será tu primera vez en una guerra de pandillas.
Mientras que su jefe y los demás abandonan el lugar, Akk queda gélido. Solo mira el arma una tras otra vez. Es un arma real. No un juguete. Tirar del gatillo quitará una vida. Nunca pensó saber cuánto pesaría un arma, pero queda perfecta en su mano. Él baja el arma para sacar el teléfono y llamar a su hermano.