Epílogo

392 51 30
                                    

Este lugar era pacífico, las grandes montañas rodeadas de enormes secuoyas, cascadas, acantilados de granito, y ríos cristalinos, era lo que veían mis ojos, sin duda una de las mejores vistas era de Glacier Point, en el parque Yosemite.

Acomodé mi cámara y empecé a tomar varias fotografías.

Un lugar al que había regresado para construir nuevas memorias, y es que la última vez que estuve aquí había sido con mi familia, sin embargo, la experiencia no había sido grata, quise volver de nuevo y dar una oportunidad a este increíble lugar.

Enfoque mi cámara, un nuevo lente hacia juego con ella, y es que a pesar de las buenas tomas, estas no le hacían justicia al increíble lugar.

Después de un rato, me quedé en completo silencio, dejando que la brisa tocará cada parte de mi rostro, y relajandome un poco, sin embargo, aquello se vio interrumpido ante una dulce y pequeña voz llamándome.

-Papá- dijo mientras corría de manera apresurada hacia a mí, para que la levantará en brazos.

-Sarada, ten cuidado, debes ir más despacio, te puedes caer- dijo Sakura, mientras caminaba con un par de botellas de agua en su mano.

- ¿Porque tanta prisa, Sarada? - pregunté mientras la alzaba en mis brazos.

-El tio Itachi acaba de llegar, trajo una torta para celebrar tu cumpleaños.

-Sarada, era una sorpresa- le reprendió Sakura mientras colocaba las manos en la cadera.

-Lo siento- dijo Sarada inflando sus mejillas, y cruzando sus brazos.

Sonreí ante aquel mohín.

-No te preocupes Sarada, gracias por avisarme-le dije mientras le sonreía y depositaba un beso en su frente, continúe hablando- es mejor apresurarnos sabes lo glotón que es el tío Naruto.

Sakura soltó una sonora carcajada.

-Es cierto Sarada, debemos darnos prisa- añadió Sakura.

-Si, vamos no quiero que el tío Naruto se coma todo-dijo Sarada sonriendo ampliamente y un brillo de sus ojos se hizo presente.

Bajé a Sarada, y tomamos sus manos, cada uno al lado de ella mientras caminabamos por el sendero avanzando entre los grandes arboles de secuoyas para llegar a las tiendas de campaña que habíamos armado el día anterior.

Después de un buen rato caminando llegamos al lugar, allí se encontraban Naruto junto Hinata y su pequeña hija Himawari de tres años, después del divorcio, se habían dejado hablar por un par de meses, hasta que Naruto decidió viajar New York por negocios, y como él sabía que Hinata vivía allí, decidió escribirle, y aunque al principio ella pareció reticente, aceptó finalmente verse, luego, de visitas esporádicas y complicaciones por la distancia, Hinata decidió mudarse a San Francisco, y empezó ayudar a Naruto con el crecimiento de su restaurante, al año de haberse mudado Naruto le propuso matrimonio, esta vez invitando a toda su familia y amigos, de lo contrario su madre no pensaría dos veces en desheredarlo.

Sarada siguió corriendo hacia Itachi, quien se encontraba con mi madre, la cual hace tres años se había separado de mi padre, decidió que no podía soportar una vida sin poder hablarle a sus hijos tranquilamente y ver crecer a su nieta, entre otras razones de peso, que hacían más difícil la relación entre ellos, él a pesar de poner trabas al principio, la dejó ir.

Saludé a Itachi, Shisui y luego a mi madre dándole un abrazo.

- Feliz cumpleaños - dijo mi madre mientras me abrazaba fuertemente.

-Gracias mamá- respondí, abrazándola aún más.

Sé cuanto le había costado dar ese paso de divorciarse, pero noté que ella se encontraba más tranquila con esa decisión, salía más con sus amigas, y se dedicaba más tiempo para si misma.

-Atención todos, es hora de comer- anunció Shisui.

La relación de Itachi y Shisui, siguió tan fuerte como desde el principio, ambos habían abierto un restaurante con ayuda de Naruto, se habían vueltos socios, y cada vez estaban creciendo más, volviéndose uno de los mejores restaurantes del mundo, llevándose grandes galardones, pero aquello no les impedía seguir con su espíritu aventurero, conociendo nuevos lugares, comidas y culturas por el mundo.

-Ya era hora- dijo Sarada mientras se trata de subir a la mesa.

Todos reímos y es que Sarada con cuatro años, lograba conquistar a cualquiera con sus ocurrencias, y eso lo habíamos comprobado al viajar con ella por dos años y siendo sincero al principio habíamos pensado en frenar los viajes, y así lo hicimos un tiempo, pero el anhelo de viajar seguía latente.

Así que decidimos cambiar la forma de viajar adaptándola a las necesidades de Sarada, y si que costo al principio, pero logramos poco a poco acomodarnos, ya simplemente no podíamos quedarnos en cualquier hostal, o lugar de paso, como lo hicimos, cuando emprendimos nuestro viaje por el mundo hace más de 8 años, solventándonos, vendiendo fotografías por internet, tomando fotos a transeúntes y a negocios que quisieran hacerse promocionar, y así continuar con nuestra travesía, pero aquellas memorias fueron interrumpidas por la voz de Sarada.

-Papá, apúrate quiero comer torta- dijo mientras me señalaba las velas e inflaba sus mejillas y estiraba su boca para tratar de apagar las velas.

Sonreí acercándome a ella, y ayudándola para que estuviera cerca de las velas, cantaron el feliz cumpleaños, y soplamos las velas juntos.

Empezaron a repartir el pastel.

- ¿Porque Sarada no deja de mirarme? - preguntó Naruto.

-Ni idea- dijo Sakura mientras se acercaba a mí, dándonos un plato con un pedazo de torta a cada uno y lanzando una mirada cómplice.

-Yo tampoco, no sé de qué hablas Naruto- añadí.

Naruto se acercó a Sarada, al estar cerca empezó hacer cosquillas para que revelará su secreto, cuando finalmente lo relevó Naruto nos hizo una ceña de que nos tenía en la mira.

Ambos reírnos ante tal escena.

Luego Sakura depositó un beso en mis labios.

-Te amo- susurré.

-Y yo a ti- dijo mientras alzaba su mirada, y colocaba sus brazos alrededor de mi cuello, viéndome fijamente y con aire de picardía.

-¿Qué te parece si dejamos a Sarada un rato con ellos y vamos a recordar viejos tiempos en el auto?- preguntó de manera seductora.

La besé nuevamente, aceptando gustosamente lo que tenía planeado más tarde.

Ella terminó de besarme, se alejó un poco y se acercó a Sarada, para ir a caminar un rato, yo me quedé viéndolas mientras iban tomadas de las manos y sonreí inevitablemente al verlas, agradecía por tenerlas en mi vida, las amaba infinitamente.

Ciertamente, aunque no había sido fácil el camino recorrido debido a los tropiezos, y puertas cerradas que muchas veces me frustraron, no desistí, sino que continúe abriéndome campo, con esfuerzo, pasión y dedicación, llegando incluso hace unos años a recibir varias propuestas de publicación de importantes en revistas y periódicos, haciéndome más conocido con el paso de los años.

Incluso hace poco días recibí la gratificante noticia de que, en aproximadamente cuatro meses, tendría mi propia exhibición de fotografías en una galería, exponiendo mis viajes, en especial de mi último viaje a Escocia, revelando paisajes enigmáticos entre castillos, riscos e historias mágicas, estaba ansioso por ese momento.

Aunado a nuevos viajes que teníamos planeados a futuro.

Sin duda, a pesar de las altas y bajas no me arrepentía, de todo lo que había vivido hasta al momento a lo largo de este viaje que llamamos vida.

❤❤❤❤

Querid@s lectores ahora sí llegó el final de está historia, espero hayan disfrutado de ella, como yo disfruté escribirla, gracias por cada comentario y voto, no sabes cuánto lo valoró y agradezco.

Mil gracias por darle una oportunidad a está historia💕

Un abrazo!

Simplemente ella (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora