CAPITULO 5

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Dos días después, el joven príncipe se encontraba solo en su habitación y no vio mejor forma de divertirse que escapando de aquellos que custodiaban. Al andar por el palacio llegó a un jardín interno donde grandes pilares de mármol y un camino de piedra lleno de plantas le guiaban a una gran fuente en el medio. El niño fascinado observó el lugar con entusiasmo, se acercó a la fuente y se inclinó para poder observarla más de cerca.

__ ¿Qué estás haciendo?

Sorprendido, el niño cayó en la fuente, mientras trataba de salir pudo ver una pequeña sombra que le observaba desde arriba. La joven entró en la fuente y sacó al niño, agitados por el agua ambos comenzaron a toser y el niño aún asustado comenzaba a querer derramar lágrimas.

__ Si lloras, él no te va a querer__ expresó fría.

__ ¿Qué?__ el niño dejó de llorar.

__ ¿Por qué estás solo? Vamos, sal del agua. Si te enfermas, se armará un escándalo.

El niño tomó las manos de la joven y salieron de aquella fuente. Observó a la niña de pies a cabeza y expresó su preocupación.

__ Tú también puedes enfermarte.

__ Aún si eso pasa, yo no soy importante. Ven, vamos, te voy a secar__ la niña tomó a su hermano de la mano y lo llevó donde podría secarlo__ La fuente es muy grande, no te acerques a ella sin acompañantes.

__ Tú eres mi hermana, ¿verdad?

La niña se quedó en silencio y cuando terminó de secar al niño, expresó__ Estabas aburrido y te escapaste, ¿verdad? ¿Cómo lo hiciste?

__ Usé un poco de magia y salí por la ventana.

Asombrada y exaltada, tomó con fuerza al niño de los brazos__ ¿Qué hiciste? Estás en un segundo piso__ tomó con fuerza la mano del niño para comenzar a guiarlo fuera del jardín.

__ ¿Dónde vamos? __ exclamó al ver que la niña lo guiaba por el pasillo.

__ Dónde crees, vamos a___ antes de poder continuar, la joven fue apartada con fuerza y cayó al suelo. Un sirviente tomó al niño de prisa y expresó su malestar contra la joven princesa, diciendo que no podía hacer lo que quería y que, por ser una niña mala, le comunicaría al rey lo que hizo.

 Un sirviente tomó al niño de prisa y expresó su malestar contra la joven princesa, diciendo que no podía hacer lo que quería y que, por ser una niña mala, le comunicaría al rey lo que hizo

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Entre los gritos del sirviente, su padre apareció y vio a su hija en el suelo. Al observarla, notó que estaba mojada y, al dirigir su mirada al niño, ambos estaban en la misma situación. El sirviente trató de expresar su inquietud, pues de repente, el príncipe había desaparecido y luego la princesa lo tenía entre sus manos. La joven se incorporó de repente y, sin decir una palabra, miró a aquel niño y rápidamente se disculpó con los presentes.

A Ester no le interesó dar una explicación sobre lo sucedido, pues el simple hecho de que la atención fuera solo a aquel niño y no a ella, que también se encontraba en la misma situación y que incluso fue lastimada por la impertinencia de aquel sirviente, solo le demostraba lo mucho que valía su presencia. Entonces, solo se disculpó y se retiró rápidamente antes de que su padre le dirigiera la mirada o palabra.

El niño atónito miró a su hermana mayor alejarse y, luego de que el rey se acercara al joven asustado, fue guiado ante su madre, quien al ver a su hijo angustiada esperaba una explicación. El niño, entre llanto, explicó lo sucedido y cómo el sirviente que lo acompañaba fue muy malo con su hermana.

La mujer, disgustada, rápidamente lo echó y llamó al rey. Le explicó la situación, pero ya era demasiado tarde. Cuando el hombre trató de acercarse a su hija, ella se mostró indiferente.

Los días pasaron y los sirvientes fueron más insensibles con la pobre niña, pero a ella no le importó, ya que mientras tuviera a su madre, no le importaría. Pero su pequeña paz no duraría mucho, pues una noche de lluvia, un grito estremecedor resonó en el palacio.

Al correr hacia donde se escuchó tal grito, la reina se hallaba herida en su habitación, y aquel grito lleno de dolor y miedo no fue más que de su pequeña hija, quien encontró a su madre desvanecida. Los sirvientes rápidamente tomaron a la niña y la alejaron de la habitación. El rey, sucumbido en desesperación, trató de devolverle la vida a su esposa. Los sirvientes y doctores hicieron todo lo posible por mantenerla viva. Aún si se encontraba débil, la reina logró sobrevivir, pero ¿quién quitaría de aquella niña aquella escena de su cabeza? ¿Quién apagaría las llamas de desesperación en su corazón, la oscuridad de su cabeza y el miedo que poco a poco se convertían en deseos de venganza?

REINA INFERNAL: llamas de venganza, bajo la sombre de un reino olvidado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora