CAPITULO 4

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El día en que llegó la amante del rey, todos en el palacio, excepto la madre de Ester, se prepararon para su llegada

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El día en que llegó la amante del rey, todos en el palacio, excepto la madre de Ester, se prepararon para su llegada. La mujer bajó del carruaje con elegancia, mostrando la verdadera apariencia de una reina. Los sirvientes, complacidos con esta nueva mujer, no dudaron en mostrar sus respetos con una reverencia. En ese momento, la niña se acercó repentinamente.

__¿Usted es la madre de mi hermano?__ expresó con una sonrisa.

__Ah, princesa, es un placer conocerla. Realmente es muy hermosa.__ Ante estas palabras, los sirvientes observaron fríamente a la niña con desprecio. __¿Sucede algo?

__Solo quiero ver a mi hermano.__ La mujer notó la incomodidad de la niña y trató de acercarse, pero esta solo mostró indiferencia y se alejó rápidamente. Ante su clara reacción de disgusto, la mujer solo asintió y del carruaje bajó un niño pequeño.

__Este es su hermano, princesa. Vamos, saluda, Adrián. Ella es tu hermana mayor.

__¡Hola!__ Indiferente al saludo de su pequeño hermano, expresó: __¿Cuánto falta para que nazca ese bebé?

__Ah, este, unos meses.

__¿Cuántos?__ Antes de que pudiera responder, la mujer fue interrumpida por los sirvientes, quienes expresaron su disgusto sobre la niña, explicaron que solo era caprichosa y un poco mal educada. La trataron como una basura, y ante eso, la niña exclamó: __¡Espero que no sea una niña!

__Disculpe?, su alteza por qué?__ expreso confundida

__Bueno, a mi padre no le agradan las niñas y a mi abuelo mucho menos.__ Con una sonrisa, expresó su malestar y se acercó al niño para intimidar lo  __¿Adrián, verdad? Desde ahora somos hermanos, y como tu hermana mayor, te enseñaré el palacio.__ La niña comenzó a caminar, aún con la mirada fría de los sirvientes, para guiar a aquel niño. __¿Qué? ¿No vas a venir?

__Vamos, Adrián. Tu hermana mayor te mostrará el palacio.

Al moverse el niño, los sirvientes y guardias comenzaron a seguirlo, algo que jamás hicieron con Ester. __Si fuera yo, se quedarían en silencio.__ Frustrada, repentinamente expresó: __Vamos a ir solos. ¿Qué puede hacer una niña sin magia, el futuro rey?

__Ya es suficiente!__ Exclamó el antiguo señor. __Ester...

__Señor, solo deseo conocer a mi hermano. ¿Qué hay de malo en eso?

__No hay nada de malo. Aún así, los guardias están por una razón.__ Con una mirada penetrante sobre la niña, exclamó fríamente: __Yo siempre he estado sin guardias. El palacio es seguro, señor. ¿O no confía en la seguridad del palacio?

__¡Ester!__ Resonó una voz ronca desde el fondo. __¡Ya es suficiente!

__Su majestad!__ La niña observó a su padre acercarse desde lo lejos. __Lo lamento, solo quería conocer a mi hermano.__ Antes de que su padre le hablara nuevamente se acercó a la mujer y nerviosa expreso__lo siento, señora, parece que no podré estar con mi hermano. Me iré a mi habitación, disculpen las molestias.

__Espere, princesa.__ La niña solo se fue, y la mujer vio cómo aquella niña pequeña se fue sola. __Su majestad, la princesa también es una niña. ¿No debería tener guardias y sirvientes a su alrededor?

__Eso mismo digo yo, hijo. Mi nieta debería tener a sus guardias.__ Clavó una mirada a aquellos que ignoraron a su princesa.

__Los tiene, padre.__ Miró a sus hombres y liberó su poder. __¿Por qué no siguieron a su princesa?__ El rey del infierno castigaba a aquellos que ignoraron a su hija. El niño que yacía en los brazos de su madre quedó asombrado y asustado de tanto poder.

__Ya es suficiente, asustas a tu hijo.__ Rápidamente se detuvo para acercarse a la mujer y su hijo genialmente, expresó sus disculpas y rápidamente lo tomó en brazos. La escena era hermosa, parecían una familia feliz. Ester, quien miraba a la bella familia desde lejos, comenzaba poco a poco a acumular odio y mucho resentimiento.

Lastimada ante la indiferencia de su padre, fue a ver a su madre, quien pudo ver un poco de dolor en los ojos de su hija. Para calmar el corazón de su hija, propuso pasar tiempo juntas. Ambas se maquillaron y peinaron para luego dormir un rato.

El rey, quien pensó que fue muy seco con su hija, fue a verla y al no encontrarla en su habitación, se dirigió a la alcoba de la mujer que había lastimado. Inquieto y lleno de dolor, comenzó a acercarse a la puerta para detenerse y escuchar las risas de su esposa e hija. Ante eso, no pudo aguantar el dolor. Ya no quería volver a herirlas o arruinar el bello momento de ambas, entonces se fue sin decir una palabra. Lo que el rey no sabía es que tal acción le costaría caro mucho más adelante.

Pasaron los días y la separación seguía creciendo. La amante del rey saludó a su reina con respeto, pero la mujer solo pudo mostrar su desprecio. Al igual que su hija, terminó ignorando a aquella que trató de expresar su pena. Cuando la reina vio al niño, no dijo ni una palabra. Solo decidió que, ante sus ojos, solo era un bicho raro con el rostro de aquellos que más odiaba.

REINA INFERNAL: llamas de venganza, bajo la sombre de un reino olvidado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora