VIII: ALASTOR, EL BIBLIOTECARIO INFERNAL.

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"¿Cual era la misión del ente?.¿y quien era?, ¿era acaso Jesucristo en otra forma?, las escrituras eran claras, la segunda venida haría que el elegido surcara los cielos, transformara a los hombres, destruiría a los enemigos y levantara a los muertos de sus tumbas. El apocalipsis zombi era una realidad bíblica aunque muchos no lo consideraran cierto. ¿Pero acaso algo había cambiado?, ¿las escrituras estaban erradas?"

Todas estas eran preguntas que Alastor tenía en su cabeza, era un demonio intelectual muy viejo, lo llamaban el genio malhechor en la antigüedad, había hecho algunas cosas en la tierra bastante malignas, y no era exactamente un tonto, realmente si el infierno fuera una organización inteligente hace años lo hubieran elegido como líder aunque no lo hubiera aceptado con agrado.

Demonio de los escritores trágicos, bibliotecario del infierno, alto sabio infernal que tenía la mejor oficina y el mejor espacio.

La biblioteca del infierno era enorme, y tenia todos los libros, no importaba que fueran sagrados, ahí estaban porque en todo libro hay algo de maldad, y no estamos hablando de porno, las incidencias sexuales eran para los débiles de pensamiento, aquellos que no gustan leer, solo quieren ver personas follando en sus múltiples formas. La lujuria y la inteligencia pocas veces hacían obras inteligentes, pero quienes solo buscan leer sobre sexo tienen el cerebro tan vacío como un caparazón de tortuga muerta, eso si, en la biblioteca del infierno el ala de lujuria era la más concurrida y estaba cerca a la entrada para que los que entraran buscando eso, salieran pronto. La inteligencia necesitaba de algo más que el impulso primario.

Alastor le gustaban los libros, y si seguramente Aziraphale lo conociera, era posible que le cayera bien, coleccionaba todo tipo de escritura, y tenia libros muy raros y exquisitos, conocía todas las lenguas del mundo, y no había nada que más lo motivara a leer que un buen misterio.

Y desde hace un día tenia un muy buen misterio.

Alastor tenía una presencia extraña en su forma demoniaca, era calvo, su cara y manos eran arrugadas, y su nariz ganchuda, era clara su forma de buitre carroñero, sin embargo su forma humana era más llamativa, un hombre de sesenta años calvo que vestía con traje marrón oscuro.

Solía pasearse por la biblioteca mientras los dos únicos demonios dignos para trabajar en la misma se paseaban ordenando todo.

"El demonio esta en los detalles", se decía, y Alastor era muy de detalles.

Caminó por las salas pensativo:

"Un ente con un poder superior visitando la tierra, ¿porqué?, ¿Dónde estaba la profecía?, siempre que un suceso así ocurre hay algo escrito, siempre, y esta vez...nadie sabe, aunque....posible... claro, los evangelios apócrifos, y los que ni siquiera están considerados como tales, el cielo los desechó pensando que como no decían lo que ellos querían leer eran falsos... que estúpidos"

Los evangelios apócrifos son 14 conocidos por la iglesia, y 50 o más desde las filosofías gnósticas conservadas, claro, que puede haber algún libro que no tengan los humanos, y que talvez solo tengan en el infierno.

Los ojos del demonio se iluminaron y levito por una repisa tan alta como un edificio de cinco pisos hasta tomar un libro.

"Tras la opacidad entre lo divino y lo oscuro, llegara al mundo un mensajero en forma primaria. Buscará entre la luz y la oscuridad un intercesor, escogerá al tercero y al cuarto. Bajo su amparo reconocerá la divinidad y la no divinidad, el amor y el sufrimiento, la luz y la oscuridad. Irá al infierno, subirá a los cielos, y al séptimo día se sentará en la silla para iniciar el juicio final".

- Un buen comienzo- murmuro el buitre.

***

Tratar de llevarse bien cuando las cosas no están bien no es fácil. Crowley estaba tratando de evitar discusiones y pensaba que iba a hacer con Aziraphale en casa. ¿Por qué el ente le pidió justo a él que los acompañara?, en una parte era una buena idea, lo conocía, pero por la otra parte ya no eran amigos y no sabía si podía confiar en él.

El juicio finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora