Solo compañeros sexuales ¿Aceptas?....
Fue la propuesta que el austriaco le dijo a la soldado novata T/N, con la condición de NO involucrar sentimientos, pero por supuesto ser compañeros sexuales no es suficiente, T/N quiere ser más que eso, desafo...
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Sol, arena y palmeras....
Y no, no era la playa...
Era un jodido desierto..
T/N suspiró y se apoyó en el marco del jeep mientras el vehículo avanzaba por el camino irregular, el traqueteo constante hacía que todo su cuerpo vibrara ligeramente, y el calor sofocante del desierto comenzaba a hacerle sentir pegajosa bajo el uniforme.
A lo lejos, la silueta de una inmensa estructura de concreto, se hacía cada ves más y más grande a medida que se acercaban, era el cuartel de las fuerzas especiales, un lugar que solo albergaba a los mejores soldados, los más letales y disciplinados.
Y ahora ella estaba a punto de cruzar sus puertas.
El pensamiento le revolvía el estómago. Confiaba en sus habilidades, sí, pero aquí... aquí habría soldados más fuertes, más rápidos, con más experiencia en combate. No podía evitar preguntarse si realmente estaba a la altura.
-No... -susurró para sí misma-. Después de todo fui admitida. No soy una inútil.
-Llegamos novatos, hora de mover el culo.
La voz ronca del conductor la sacó de sus pensamientos. Era un soldado de aspecto no tan amigable, entre sus labios tenía un cigarrillo. Su tono de voz dejaba en claro que no le importaban los nervios de los reclutas, solo que bajaran rápido del vehículo y se largaran.
T/N se apresuró a salir del jeep, sintiendo cómo el calor del suelo le golpeaba de inmediato a través de las botas. Ajustó la correa de su maleta y miró a su alrededor, otros novatos bajaban de distintos vehículos, algunos con expresiones serias, otros tratando de ocultar la ansiedad y otros de aspecto más arrogantes.
Y entonces, una voz grave y firme resonó en el ambiente.
-Bienvenidos al cuartel de las fuerzas especiales.
El grupo de reclutas giró la cabeza casi al mismo tiempo.
El hombre que hablaba se mantenía firme, con una presencia que erradiaba autoridad. De mediana edad, con barba bien recortada y un puro entre los dedos, llevaba un chaleco táctico sobre el uniforme y un característico sombrero de pesca que le daba un aire relajado, pero que nadie se atrevería a cuestionarlo.
-Soy el capitán John Price -continuó con voz profunda-Y este -señaló con un leve gesto de la mano el imponente edificio detrás de él- será su hogar a partir de ahora.
T/N tragó saliva. "Hogar" no era la palabra que ella habría usado para describir aquel enorme bloque de concreto gris, pero sabía lo que el capitán quería decir.
Price paseó la mirada por los novatos, evaluándolos en silencio. Luego, con un ligero encogimiento de hombros, habló con una calma autoritaria.
-Voy a ser directo, si están aquí es porque han demostrado tener habilidades excepcionales, no espero menos de ustedes asi que no me decepcionen.
