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-Así que haces magia con esto

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-Así que haces magia con esto. –la voz de Jake sonaba llena de asombros mientras tocaba con un solo dedo la varita que Hermione había colocado encima de la mesa.

Después de que ambos se confesaran habían vuelto a casa de la bruja, la que le había enseñado la varita y le había explicado lo más básico sobre su magia.

-Sí, bueno, solía hacerla. –fijó la vista en la desgastada superficie de madera como si fuera lo más interesante que hubiera visto. Notaba la mirada de Jacob sobre ella mientras pasaba un dedo por los bordes pulidos de la mesa. –Últimamente mi magia no funciona.

-¿Por qué no? –el tono de Jacob no era crítico ni receloso, sólo tenía verdadera curiosidad por saber más de su mundo, por poder entenderla por completo.

-Es una larga historia. –murmuró la castaña, sin querer ahondar más. No estaba preparada para hablar de la guerra, de las consecuencias de la misma.

Jacob posó su mano con delicadeza sobre la suya, era como si un pequeño sol se hubiera posado sobre su piel. Le había explicado que era cosa de lobos, su cuerpo siempre tenía una temperatura más alta.

-¿Y cómo es estar en un colegio de magia?

Hermione sonrió aliviada ante el cambio de tema y cuando alzó los ojos encontró la suave sonrisa del lobo.

-Bastante más normal de lo que podrías esperar, si quitamos las partes en las que arriesgamos nuestra vida. Pero claro, eso era más bien cosa nuestra. –contestó, animada de poder contar sus aventuras por el castillo.

Estuvieron hablando casi toda la noche, Hermione le contó cada una de las travesuras y alocados planes en las que estuvo metida durante sus años escolares, le habló de Harry y de Ron, sus dos mejores amigos, sus hermanos. Le contó todo aquello que era inocente, puro, cuando el mundo mágico era el mejor mundo en el que se podía estar. Sólo le contó que hubo una guerra, que ellos ganaron. No ahondó más. Jacob no la presionó tampoco.

Por su lado, Jake le habló de las viejas leyendas de su tribu mientras se sentía la persona más importante del mundo ante esos ojos marrones que lo miraban ávidos de conocimiento. Le habló de los vampiros, de los Cullen, de su fracaso amoroso con Bella. Se sorprendió dándose cuenta de que ya no le dolía el corazón, ya no le importaba todo lo que podía haber sido y no fue. Ahora todo lo que le importaba lo miraba desde el sofá con su bonito rostro enmarcado por una melena de rizos salvajes.

-Y hay una cosa más...especial de los lobos. –dio un sorbo inseguro al café que se habían servido para mantenerse despiertos antes de acomodarse en el sofá. –Se llama imprimación.

-¿Y qué es? –preguntó la bruja al ver que no continuaba.

-Es...algo así como amor a primera. –negó un momento ante sus propias palabras. –Más bien es como las almas gemelas. Nuestro lobo interior reconoce a su alma gemela y cuando vemos a esa persona...bueno, todo cambia.

Colisión de mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora