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La primera vez que se dijeron te quiero no fue un momento especial

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La primera vez que se dijeron te quiero no fue un momento especial. Las estrellas no se habían alineado, no había luna llena o cualquier escenario romántico ideado en un libro.

Faltaba una semana para la boda de Nikki y Leah y Hermione había decidido que necesitaban practicar para bailar en la fiesta. Nunca habían bailado juntos pero mientras sus pies descalzos se deslizaban por el suelo de la cocina parecían hechos para eso, para bailar juntos para siempre.

Fue ahí cuando los ojos negros se clavaron en los marrones, brillantes de alegría y de amor.

-Te quiero. –murmuró como si fuera un secreto entre ambos o como si fuera lo más evidente del mundo porque no había un universo en el que quererla no fuera posible.

Hermione lo miró, con su pelo alborotado por los movimientos, sus brazos rodeando el cálido cuello del chico y su sonrisa se volvió aún más ancha.

-Te quiero. –susurró antes de ponerse de puntillas y besarle.




-No entiendo por qué tenemos que llevar camisa, Leah nos odia. –protestó Jacob un par de días antes de la ceremonia. Habían ido a comprar una camisa y un pantalón a pesar de la reticencia del lobo.

-Leah quiere que todo el mundo vaya medianamente elegante aunque sea en la playa. Además, creo que estás muy guapo con ella puesta.

-¿Ah sí? -la sonrisa que le dedicó Jacob le hizo sonrojarse mientras caminaban por la calle principal de la reserva.

Antes de que pudiera contestar los gritos llegaron hacia ellos.

-FUEGO.

-¡Que alguien llame a los bomberos!

Intercambiaron una mirada de alarma antes de correr hacia el origen de los gritos. En la calle varias personas observaban cómo ardía la librería.

-¡El señor Dawson está ahí dentro! –exclamó una mujer señalando la tienda con desesperación.

Antes de que pudiera darse cuenta Jacob ya estaba corriendo al interior del local en llamas. Densas humaradas oscuras salieron de su interior cuando derribó la puerta de una patada para entrar.

-JACOB. –gritó Hermione pero varias manos la retuvieron cuando intentó ir tras él.

-Los bomberos llegarán pronto, tranquila. –le dijo un chico que la intentaba retener pero ella apenas lo escuchó, su vista clavada en la entrada por que la podía ver las llamas devorando el interior del local.

Los minutos parecieron horas cuando finalmente el señor Dawson salió de la tienda, con su rostro tiznado de negro y tosiendo violentamente. Sus ojos claros se clavaron en Hermione mientras señalaba violentamente con un dedo tembloroso.

-¡Está ahí dentro! ¡No puede salir! –exclamó con su voz cascada y ronca por el humo que había tragado.

Hermione no se lo pensó. Apartó a la gente a base de empujones y  entró en la tienda dejando atrás los gritos espantados de la multitud. Enseguida el calor la golpeó como si hubiera recibido un puñetazo. Había humo por todos lados pero pudo vislumbrar las antiguas estanterías siendo devoradas por las llamas.

-JACOB. –gritó mientras sacaba su varita, se sentía más segura con ella en la mano.

-HERMIONE. -su voz le llegó amortiguada por una pared derruida. Ahora entendía por qué no podía salir. –¡Sal de aquí!

Ella lo ignoró mientras corría hacia la pared derruida.

-¡Aléjate de la pared! –le advirtió antes de apuntar con la varia al montón de escombros. Algo crujió a su espalda y las llamas lamieron sus zapatillas. Tenía que darse prisa o la tienda les caería encima. –BOMBARDA.

La magia pasó por su brazo con un agradable cosquilleo antes de que parte de los escombros estallaran en todas direcciones, revelando a un Jacob mirándola con los ojos como platos. Una viga que chocó contra el suelo a solo unos metros de ambos lo despertó de su estupor.

-¡Salgamos de aquí! –exclamó el chico antes de rodear a Hermione con un brazo y tirar de ambos hacia el exterior.

Cuando salieron, cubiertos de hollín y tosiendo violentamente todos estaban tan aliviados que nadie se dio cuenta de que Hermione aún llevaba la varita en la mano. Nadie salvo el señor Dawson que estaba en la ambulancia con una molesta mascarilla de oxígeno.

Nadie escuchó que decía por lo bajo "tal para cual" y, por supuesto, nadie vio como sonreía debajo de ese molesto cacharro que tapaba su rostro.



Ya sólo nos queda el epílogo. Recordar darle amor. Nos leemos!🥰🥰

Colisión de mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora