Epílogo

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Un año después

Hermione se miró al espejo de cuerpo entero, observando el resultado del trabajo que habían hecho en ella sus damas de honor. Sólo faltaba Emily, que estaba ultimando los detalles del pequeño rincón de playa que habían elegido para la ceremonia.

-Estas preciosa, Herms. -la voz de Ginny estaba al borde del llanto.

Hermione se pasó la mano por la suave tela blanca de su vestido. No había querido nada extravagante, era una boda en la playa así que todos tenían una vestimenta mucho más relajada que en una ceremonia bajo techo. Era un sencillo vestido de tirantes de color blanco perla que caía con ligereza sobre su cuerpo hasta los pies.

Nikki había conseguido domar su cabello dejándolo liso y sedoso casi como si hubiera usado magia, enmarcando su cara ligeramente maquillada por las talentosas manos de Ginny.

El tatuaje de su brazo parecía brillar con luz propia, lo único más colorido en todo su atuendo.

Se pasó la mano por el collar prestado por Leah, algo que había pasado por todas las mujeres pertenecientes a la manada el día de su boda.

-Es viejo y más te vale devolvérmelo. -amenazó la loba pero su voz era mucho más suave de lo que hubiera querido. Cómo decía Nikki, el matrimonio la había ablandado.

Un suave toque en la puerta las interrumpió.

-¿Puedo ver ya a la novia? -la voz de Harry les llegó amortiguada por la madera.

Ginny abrió la puerta, su vestido azul claro contrastaba con su melena pelirroja. Hermione había elegido ese color en honor al mar.

Harry entró, algo inseguro ante todos los ojos fijos en él pero se olvidó de ello cuando vio a su mejor amiga.

-¿Cómo me veo? -preguntó la castaña, pasando el peso de un pie a otro. Agradeció no llevar tacones sino unas sandalias del mismo tono que su vestido.

-Espectacular. Soy el padrino más afortunado del mundo.

-No me hagas llorar. -se quejó Hermione mientras Harry la abrazaba con cuidado de no estropear nada y ella parpadeaba con rapidez para apartar las molestas lágrimas.

-Tengo una sorpresa para ti. -anunció el chico después de separase de su amiga.

Cogió la mano de una curiosa Hermione y la llevo al salón donde se quedó con la boca abierta.

En medio de la pequeña estancia había un pelirrojo con camisa blanca y pantalón de traje oscuro que parecía un poco fuera de lugar. Ron se rascó la nunca, inquieto por no saber la reacción de la bruja.

-Ronald...-murmuró la castaña, tapándose la boca con sorpresa.

-No iba a faltar a tu boda, Herms. -farfulló el chico antes de que Hermione se lanzara a sus brazos.

-Muchas gracias, Ron. -agradeció cuando se separó del chico que estaba casi del mismo color que su cabello.

Cuando Hermione le mando la invitación no esperaba que apareciera pero tenerlo allí hacia que todo fuera mucho mejor, ahora su familia estaba completa.

Con un movimiento de la mano de Hermione el ramo de flores rojas fue a parar hasta ella.

-Bueno, ¿todos listos? -pregunto Nikki, el color del vestido contrastaba con su piel oscura. Cogió de la mano a su mujer, que llevaba la misma tonalidad pero en un mono largo que realzaba su figura atlética.

Harry y Ron se situaron uno a cada lado de Hermione. Sus dos padrinos. Sus dos hermanos.

-Esto también lo haremos juntos, Herms. -le dijo Harry mientras ella se agarraba a cada brazo.

-Desde luego el matrimonio es peor que un dragón o que una serpiente. -masculló Ron, que se había aferrado a su soltería con uñas y dientes.

Los tres rieron y salieron de su hogar camino al altar de que habían montado en la playa.

Jacob la esperaba allí, con un traje de novio algo más liviano que se agitaba ligeramente ante la brisa marina. Estaba realmente guapo.

Cuando sus miradas conectaron ambos sonrieron, sonrisas más brillantes que el sol que salía tímidamente de entre las nubes.

Hermione apenas notó las miradas del resto de invitados aunque por el rabillo del ojo vio a Sam y Emily, que llevaba en brazos al pequeño Sam junior. Pero ella estaba centrada en él. En su lobo. En su alma gemela. En su hogar.

Porque había tardado un poco pero Hermione Granger había encontrado por fin su sitio en el mundo. A su lado.

Y cuando se besaron por primera vez como marido y mujer a nadie le extrañó que una ráfaga de viento los envolviera a ambos en una pequeña ola de flores, sacadas de las flores decorativas que habían colocado en el lugar.

Porque, al fin y al cabo, ¿qué era una boda sin un poco de magia?




Hemos llegado al final de esta historia. Me ha encantado escribir algo tan dulce, la verdad🤭. Espero que a vosotros os haya gustado. Muchísimas gracias por todo el apoyo, nos vemos en el resto de mis historias❤️❤️

Colisión de mundos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora