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<<Pesadilla>>

Me encontré en un pasillo oscuro. Alguien venía detrás de mí. ¡Estaba corriendo! Tenía mucho miedo, así que comencé a correr sin mirar atrás, pero el pasillo parecía interminable. No encontraba puertas ni ventanas, solo oscuridad.

De repente, todo se nubló. Me faltaba el aire, no podía respirar. Sentía que la presión en mi pecho era insoportable, parecía que el aire se me escapaba de las manos.

¡Basta!- y me desperté.

Me encontré sentado en la cama, con el corazón latiendo rápidamente. La habitación estaba inundada por la luz de la luna, y poco a poco las imágenes de la pesadilla se desvanecieron. Traté de calmarme, respirando profundamente para disipar el miedo que había experimentado.

Me levanté lentamente, tratando de sacudirme la sensación de opresión en el pecho. Caminé hasta la ventana y abrí las cortinas. La noche era serena, iluminada por un manto estrellado. Observé el paisaje nocturno, tratando de recuperar la calma.

Después de unos minutos, decidí que era hora de hacer algo para despejar mi mente. Me dirigí a la cocina para prepararme una taza de chocolate caliente, con la esperanza de que me ayudara a conciliar el sueño con mayor tranquilidad.

A medida que el aroma reconfortante del chocolate llenaba la cocina, me di cuenta de que era absurdo obsesionarse con las pesadillas. Estaba decidido a no permitir que ese sueño perturbador me arruinara. Tomé la taza entre mis manos, disfrutando del calor reconfortante que emanaba de ella, y me dirigí al salón.

Encendí una tenue luz y me senté en el sofá, sosteniendo la taza con ambas manos. Mientras sorbía el chocolate, mi mente comenzó a despejarse lentamente. Decidí que era mejor concentrarme en algo positivo, así que cogí un boli y empecé a dibujar ciruelas en hojas de oficinas vacías de mi madre.

A medida de que me sumergía en el papel, el peso de la pesadilla comenzó a disiparse. Pronto, me encontré inmerso en los rayones y bocetos, olvidando momentáneamente el terror de la noche.

Después de un rato, mi mente y mi cuerpo comenzaron a relajarse. Decidí que era hora de volver a la cama, con la esperanza de que el aroma del chocolate me ayudara a conciliar el sueño.

Finalmente, cuando me deslicé bajo las sábanas, me di cuenta de que la pesadilla ahora parecía una aberración lejana. Estaba listo para rendirme al sueño, con la esperanza de que esta vez sería sin perturbaciones. Ella no podría entrar.

Sin embargo, apenas había cerrado los ojos cuando otra pesadilla comenzó a formarse en la oscuridad de mis pensamientos. Esta vez, me encontré en un escenario completamente distinto: un bosque denso y enmarañado. Las ramas se entrelazaban en lo alto, impidiendo que la luz del sol filtrara a través de ellas. El aire estaba cargado de un silencio opresivo, interrumpido solo por el susurro de las hojas y el crujir de ramas quebradas bajo mis pies.

Caminaba con paso pesado, sintiendo que algo acechaba entre los árboles, observándome con ojos invisibles. Un sentimiento de pánico comenzó a apoderarse de mí, pero antes de que pudiera comprender por completo el motivo, me encontré corriendo a través del bosque, con la certeza de que algo me perseguía.

A medida que mis zancadas ecoaban entre los árboles, la oscuridad parecía intensificarse a mi alrededor, hasta que me vi totalmente rodeado por un manto de sombras. El sonido de mis propios latidos retumbaba en mis oídos, mientras buscaba desesperadamente una salida de aquel laberinto de árboles retorcidos.

De repente, un ruido siniestro me hizo detenerme en seco. Un susurro frío y escalofriante se filtró entre las hojas <<eres mío>>, provocando que mi piel se erizara. Volteé para ver quién o qué estaba detrás de mí, pero todo lo que percibí fue una presencia intangible, como si miles de ojos invisibles me observaran desde la oscuridad. Luego fijé mi vista al frente y ella estaba ahí, esperándome.

La sensación de estar atrapado me abrumó, y supe que escapar de esta pesadilla sería mucho más difícil que de la anterior.

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