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LLAMADO24

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LLAMADO
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ANDRÉS SE REÍA mirando a su hija balbucear y querer treparlo desde su abdomen. Vittoria era una bebé de pocos meses que amaba la atención que recibía de su papá y él amaba consentirla.

Mientras que su hermano mayor, Lorenzo era más pegado a su mamá y siempre buscaba impresionarla con sus juguetes. Y Celine amaba mirarlo.

Sin embargo ambos hermanos amaban a sus papás por igual y viceversa. Nunca dejarían que nada les pase y por ahora lo estaban cumpliendo.

—Loren no te subas al sillón. —lo regañó Andrés con su hija en sus brazos mientras lo agarraba del brazo para bajarlo sin hacerle daño.

El pequeño de dos años soltó un gritito que su madre escuchó desde la cocina.

—Lorenzo. —llamó Celine. La Montez sonrió viéndolo correr y pegarse a sus piernas sin llegar a hacerla tropezar o tambalear. Acarició sus cachetes suaves con su mirada inocente. —Toma mi vida.

le dio una papita mientras se agachaba a su altura. Y en su rostro aparecía una sonrisita.

—Sopla bebé así no te quemas.

Lorenzo de forma tierna hizo un pico y empezó a soplar como podía haciéndola reír por lo adorable que era. Cuando se aseguró que estaba bien le permitió comerla.

Andrés dejó a su hija en la cuna y fue hasta su esposa para abrazarla por la espalda pasando sus manos por su vientre haciéndole cosquillas.

—¿Por que lo consentís a él y a mi no? —hizo un puchero que la hizo reír y agarrar una papita para guiarla a los labios de su esposo riendo cuando agarró entre sus dientes su dedo seductoramente.

—Pensé que habías dejado tus celos de lado.

—Ese nene me jode haciéndose el inocente con vos.

Los dos bromeaban entre ellos sabiendo que Andrés amaba a su hijo como lo hacía con su hija.

—Me encanta señor de Fonollosa. —le dijo con inocencia mientras se giraba y posicionaba sus manos en sus brazos que le rodeaban la cintura.

—Y usted no sabe lo loco que me tiene señora de Fonollosa.

Juntaron sus labios saboreandose aunque minutos antes también lo habían hecho. No había día en el que no se dieran al menos diez besos al día. Sus deseos por el otro seguían intactos como hace años atrás cuando estaban de novios.
Ninguno negó el hecho de que siempre estuvieron enamorados el uno del otro.

Se amaban con locura. Y todos lo sabían porque lo veían en sus ojos, en sus miradas cada vez que chocaban, aquella picardía y amor con el que se miraban.

Estaba hechos para estar juntos.

—¡Ma ma ma! —Lorenzo corrió entre risitas con cartas en sus manos. Otra vez el cartero había pasado.

LOVERS OR ENEMYS |Andres de FonollosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora