18

84 15 0
                                    

Compañero de cama

—Buenos días.

Te detuviste cuando escuchaste la voz de Han-seo, cubriéndote el torso desnudo enseguida con la bata de tu pijama, supiste que era demasiado tarde cuando alzaste la mirada y lo miraste sentado en el sofá por la sonrisa ladina en sus labios.

—Ey, —lo saludaste, —¿estás despierto tan temprano?

—Tienes un buen cuerpo, ¿así que ser el consigliere también es ser tan musculoso? —ignoró tu pregunta para contraatacar con otra, bombardeándote el ánimo con su observación repentina.

Caminaste hacia la cocina, tomando una taza de uno de los muebles para poner la cafetera a trabajar. —Preguntas tonterías —susurraste lo suficientemente alto.

Han-seo se acercó a la cocina en silencio, logrando darte una buena sorpresa cuando lo atrapaste queriendo abrazarte por detrás.

—¿Huh? Tienes buenos reflejos —le dedicaste una mirada de molestia y él soltó una risita juguetona. —¿Qué tal están tus heridas?

—Nada mal —te volteaste de nuevo, preparando tu café.

—¿Me preparas un poco? —se detuvo. —Uhm, no, espera —se acercó a la par tuya, robándote la taza para darle un sorbo. —Mmm... ¡Sabe muy bien!

—¿No te enseñaron a respetar lo que no es tuyo? —tomaste otra taza, empezando a preparar otra.

—¿Y a ti no te enseñaron a compartir? —te quedaste helado.

—Exageras —tu tono había sonado lo suficientemente abatido.

Él se inclinó un poco hacia ti, negando con la cabeza, pero lo hizo lo suficientemente cerca para hacerte sentir su fresco aliento chocando contra el tuyo, sus manos estaban en los bolsillos de su pantalón de pijama y su juguetona mirada examinando tu rostro.

—¿Exagero? —puso una expresión seria pero desafiante. —Tengo la razón y lo sabes —se alejó, tomando la taza en sus manos para darle un par de sorbos más.

Te centraste en ahora hacer tu nuevo café. El silencio te recordó el suceso de ayer, por lo que suspiraste con levedad debido a la culpa que sentías; te preguntaste a ti mismo qué diablos era lo que hacías cuando miraste los nudillos de tus manos y te cuestionaste tus actitudes agresivas, porque era como si fueras un niño pequeño y berrinchudo que no sabía controlarse. Pensarlo te frustró un montón, así que suspiraste.

—Do, ¿pasa algo? —te preguntó Han-seo, haciéndote volver al mundo real.

—¿Uhm? —lo miraste. —Ah... No, nada en especial. Voy a darme un baño para ponerme al día. No hagas un desastre mientras no estoy —bebiste un sorbo de tu nuevo café antes de alejarte.

—¿Soy un cachorro o qué? —susurró Han-seo para él, indignado.

∘₊✧   ☁   ✧₊∘

—Do-shik, ¿querías hablar conmigo? ¿Cómo estás? —Cassano se acercó.

—Señor Cassano, —hiciste una reverencia, mirando hacia el suelo y tragando saliva para continuar, —lamento interrumpirlo, realmente estoy avergonzado por el suceso de ayer y...

—Do-shik, olvídalo —te interrumpió. —Hice esto por ti, pero también sé que tuve que preguntarte sobre qué pensabas al respecto. Entiendo totalmente —te dio dos palmadas en el hombro.

Alzaste la mirada, encontrándote con tu comprensivo jefe, como siempre, sonriéndote con levedad... Te hacía sentir peor de todas formas.

˙⌗: Consigliere Kang | Jang Han Seo × lector masculino. (CORRIGIENDO).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora