El peso del pecado

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Andrew no puede dormir: El peso del mayor de sus pecados le mantiene despierto.




La noche estaba siendo más larga de lo que esperaba.

Cualquier persona normal seguramente estaría atormentado por el hecho de haber sacrificado las almas de sus padres a un demonio para después asesinarlos (eso era culpa de Ashley completamente) y canibalizarlos. Cualquier persona normal, claro. Ashley se había asegurado de cortar cualquier lazo que uniera a Andrew Graves de la sociedad y de lo que podría considerarse "normal".

No, no era que la culpa le impidiera dormir. No era que los fantasmas de sus padres retumbaran en su cabeza. Era esa puta visión.

En serio, ¿No podía haber sido alguna otra cosa? Prefería haber visto un futuro intento de asesinato otra vez, una situación en la que se veían obligados a cargarse a alguien, o tal vez la policía encontrándolos porque Ashley la había cagado de alguna manera, pero no, en su lugar había sido... Una visión de cómo terminaría follándose a su propia hermana.

Aunque había intentado en todo momento negar la posibilidad de que la visión fuera real o que fuera a cumplirse, en esos momentos de la noche, con Ashley durmiendo en la cama de al lado (Andrew había insistido en una habitación con dos camas a pesar de que ambos sabían que terminaría cediendo y acostándose junto a ella tarde o temprano), la idea no desaparecía de su cabeza. Junto con las imágenes. Imágenes muy explícitas que enviaban una muy clara señal a través de su cuerpo.

No había forma de describirlo de forma delicada: la visión le había puesto cachondo. Muy cachondo.

Andrew Graves era un jodido despojo de la humanidad. Pero que fuera consciente de que necesitaba estar recluido en un centro psiquiátrico de por vida no significaba que fuera a hacerlo y mucho menos hacía que el problema desapareciera.

Por un lado quería pensar que la visión podía no ser completamente cierta o inevitable. Tal vez el demonio estaba jugando con él, aprovechándose de las retorcidas fantasías de la mente enferma del mayor de los Graves para atormentarlo. Era algo posible, después de todo, era un demonio, ¿Cómo podría realmente confiar en un ser que se alimentaba de almas? Incluso si la otra visión les había salvado la vida, el demonio podría querer joderlo, torturarlo haciendo uso de sus delirios enfermos, ¿No era eso lo que hacían los demonios? ¿Atormentar a los pecadores y alimentarse de su miseria? Se preguntó si la entidad estaba en las sombras, nutriéndose de sus pensamientos como una sanguijuela, alimentándose de las retorcidas fantasías sexuales del mayor de los Graves.

Pero por otro lado, el demonio no tenía motivos para engañarlos. Ashley y Andrew le habían ofrecido ya cuatro sacrificios (y algo le decía que seguramente no serían los únicos), aún podía sacar de ellos provecho. Tal vez en el futuro sería diferente, pero por el momento no tenía motivos para hacerles sospechar del poder que les había cedido. Tal vez el demonio no les estaba jugando una mala pasada, lo más seguro era asegurarse de que los hermanos estuvieran bien para tener una dieta saludable de almas.

Tal vez la respuesta era que Andrew era un asco de hermano mayor, un peligro para su hermana y para la sociedad en general.

La realización no le sorprendía tanto cuando lo pensaba en frío y sin que la cabezona de su hermana estuviera dándole por culo con insinuaciones subidas de tono. Había tenido fantasías sexuales de su hermana desde hacía... Más tiempo del que estaba dispuesto a admitir. Sabía el tipo de persona que realmente era. En cada abrazo, en cada risa compartida, en cada mirada de complicidad que compartían, joder, incluso en cada pelea: en cada una de los encuentros con su hermana buscaba una pequeña excusa para estrecharla unos segundos de más, o permitía que sus manos se deslizaran hacia su trasero de una forma poco fraternal, o respiraba profundamente en su carnoso cuello disfrutando del aroma de su piel... Incluso cuando se ponía como toda una mocosa engreída y maleducada, incluso cuando Ashley le recordaba cómo era culpable de lo de Nina...

Oneshoots - The Coffin of Andy and LeyleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora