Five years without you (Camren)

Capítulo. 42 ¿Podría ser este el final?

¿O simplemente un nuevo comienzo?

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"No llores porque me voy, Siéntete feliz porque volvere".

Esas fueron sus últimas palabras antes de abandonarme nuevamente, ella
sabia que yo estaría en una situación difícil y que probablemente no podría
manejarla y a pesar de que ella estaba sufriendo, a pesar de que estaba
sangrando en mis brazos y ahogándose en su propio dolor, se preocupaba por mí y por cómo me quedaría, por cómo me sentiría si ella se fuera otra vez, pero esta vez, para siempre.

Aún recuerdo la figura del asesino enmascarado alejándose sin importarle mi dolor, sin importarle mi esposa tirada en esa calle. Ni siquiera podía decir que la amaba, en nuestra última conversación la había despedido, en un
ataque de ira envié a mi esposa a lo que sería su fin sin siquiera darme cuenta.

Mataron mi vida, me la quitaron sin darme oportunidad de evitarlo, de
prevenirlo y de asegurarme de que esa maldita bala me hubiera dado a mí en
lugar de a ella.

Sostuve su cuerpo tan cerca del mío que sentí que iba a entrar en mí, su
sangre mojó toda mi blusa y sus ojos abiertos permanecieron sin vida,
opacos al reflejar la noche estrellada.

Mi grito de desesperación se escuchó por toda la cuadra y no me aparté de su
lado, no quería dejarla ir.

Hoy se cumplen cinco años del maldito robo, cinco años de que mi esposa ya
no está conmigo.

Me encantaría ir a visitar su tumba donde me aseguré de poner las cosas que más amaba, pero no puedo levantarme de esta silla. Cuando nos hacemos mayores ya no podemos depender de nuestro propio cuerpo y me encontré atrapada, pero aceptando el destino que me acompañaba.

Nuestros símbolos yin yang estaban apretados en mis manos como si de
alguna manera pudiera recuperarla, como si eso la trajera de regreso a mí...

Nuestra casa en la playa se sentía tan vacía con solo las olas rompiendo
afuera. Camila siempre se quejaba de la cantidad de arena que se metía en
nuestra sala, o cuando llovía y era casi imposible salir. Pero aunque odiaba la
arena, eligió nuestra casa en nuestro lugar favorito, justo al lado de la gran
roca donde me invitó a volver y donde finalmente nos casamos cinco años
después.

- Tia Lo?

Escuché la voz de Mel en la puerta del dormitorio, llamando con tono
preocupado.

- Hola, pequeña. - Respondí, todavía sosteniendo nuestros brazaletes sin querer soltarlos.

- ¿Por qué estás aquí sola? Los niños te buscaba para otra historia. - Habló, entrando a la habitación y sentándose en mi cama antes de colocar su mano sobre la mía.

- Cariño, ya tengo ochenta y ocho años... ya no estoy en edad de cuidar
niños, aunque sean tus hijos.

Mel era tan adulta, tan mujer. Feliz y con sus dos hijos, uno de ocho y otro de
seis. Fue difícil criar a los dos prácticamente solos luego de separarse de Nickolas, fue una gran pelea por la custodia de los niños, ya que ambos los
amaban y no querían perderse ni un segundo de su crecimiento.

- Tía Lo, necesitas ocupar tu mente en algo, sabemos lo que significa hoy.

Suspiré tratando de contener las lágrimas, ell mar rompía a lo lejos y la brisa era tan tranquila en mi rostro que me recordó el suave toque de mi esposa.