Capítulo 18: Mis mejores amigos y aliados

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— Me gusta que me digas más mamá o mami, mi cielo, así que lo dejaremos así — La señora siguió despeinando a su niño hasta que lo vio prudente — Bueno, ya no despeinare a mi niño entonces — A pesar de tener el cinturón de seguridad de su bolsa sacó una barra de chocolate, que los ojitos de su bebé no pasaron por alto — ¿Gustas un trozo mi niño? — Preguntó al abrir la golosina y retirar la mitad del empaque.

Esa barra de cacao con azúcar y leche se le antojo a primera vista, casi nunca había podido comer dulces, más el chocolate era de las pocas cosas que llegó a probar con su primera familia, así que al verlo se le hizo agua la boca — Si mami, por favor — Pidió al abrir su boquita deseando el dulce.

— Mastica despacio mi niño — La señora le dio la mitad que tenía papel todavía, solo que bajo más la envoltura para que no manchara su ropa, el primer bocado se lo dio en la boca y los siguientes dejo que él se los diera tomando con sus propias manos la comida — ¿Te gusto cariño? — Le preguntó al ver que los ojitos del infante brillaron y su babita salió de su boca, no recibió una respuesta en palabras si no que solo un asentimiento de cabeza lleno de emoción le dio una positiva — Me alegra que te haya gustado mi niño — Ani le paso un pañuelo por la comisura de su labio cuando se acabaron, así pudo ver en primer plano como es que su bebé disfrutaba al completo de un chocolate — Bueno, es hora de ir a comprar lo que falta y después podremos ir a casa con tú papá, espero que lleguemos antes que él —

Dicho y hecho, las siguientes horas fueron una tarde muy divertida y feliz para madre e hijo, las pequeñas ocurrencias o momentos entre los dos hicieron más fuerte el lazo que había nacido en escasos días. Cuando Mamoru se soltaba de la mano de Ani y ella lo buscaba con desespero hasta darse cuenta de que estaba detrás de su persona escondido entre las telas de su abrigo y vestido, hasta quedarse mirando un anaquel de rebajas por largos minutos en las tiendas de deportes para ver si había alguna chachara que no tuviera en casa ya. También tuvieron su rarito de descanso para tomar una ligera merienda y que no les rugiera el estomago en camino a casa por no comer algo.

— Ya regresamos ¿Reiji no ha llegado todavía? — Su tacones se fueron a las gavetas donde estaban sus demás zapatos, con una sonrisa los pudo cambiar por sus pantuflas de descanso al sentir adoloridos sus pies.

Quien salió a recibir a la patrona de la casa fue nada más y nada menos que su ama de llaves, la señora Tamano — Sea bienvenida a casa señora — Saludo al tomar la pesada bolsa de mano de la mencionada — No, todavía no, pero usted sabe que él señor tarda mucho cuando se trata de Teikoku Gakuen y el fútbol — Al no ver al pequeño se extraño un poco — ¿Y el joven amo Rei? — No dudo en preguntar por el pequeño solecito de la casa.

— Gracias por ayudarme con la bolsa — Al sentir que sus pies estaban más cómodos, pudo tomar asiento en la sala principal de su hogar — Si, me imagine que llegaríamos antes que él, solo quería confirmar — Suspiro algo cansada al recostarse en el sillón de hermosos colores claros — Él niño estaba tan emocionado con las porterías nuevas que ahora mismo está viendo como las instalan para probarlas lo más antes posible — Por costumbre y comodidad se recostó boca abajo — ¿Podrías traerme algo de helado? Tengo mucho calor y quiero algo refrescante por favor —

Afuera de la casa una media hora paso super rápido gracias a la hiperactividad de un enano de cabellos y ojos del mismo color — Si, por fin puedo jugar — Soltó su balón de tanto estar brincando, más no lo levanto por que el automóvil de alguien más llego a casa, al ver quien se bajo de dicho transporte corrió hacia él — Papá, que bueno que ya llego — Con los brazos bien abiertos Reiji le cargo — Papá las porterías ya están listas ¿Podemos probarlas los dos ahora por favor? —

Al salir del trabajo estaba algo cansado por moverse de arriba abajo, disciplinar y entrenar a un equipo de respeto no era una tarea que se tomara a la ligera, pero no se quejaba, era su trabajo y le encantaba — Campeón — Al ver a su hijo saltar le dio mucha ternura, por suerte pudo grabar un pequeño video que más tarde le mostraría a su esposa, cuando el niño corrió a sus brazos lo alzo para besar su frente, escucho como compartió su emoción con su persona — De acuerdo, juguemos un poco — No le dio importancia al hecho de que traía zapatos de vestir puestos, solo que por esta ocasión de hacerle perder su chispa a Mamoru, lo que iba a ser un rarito de juegos se convirtió en otra media hora de convivencia entre padre e hijo donde no solo hubo tiros y pases con el balón, también una breve charla sobre un secreto entre hombres junto con una sorpresa a futuro.

Al dar la hora de por fin entrar a la casa, él señor del mal lo hizo con su retoño en brazos, busco a su esposa hasta que la encontraron dormida con una copa de helado vacía en uno de los sillones principales de la sala — Dejemos que tu mamá descanse hasta la cena — Reiji tomó la decisión de dejar dormir a su esposa que a leguas se notaba cansada, para hacerla soñar bien le puso su saco como cobija y él acepto bañar al infante que tenía en brazos, fue un espectáculo completo ese baño.

La hora de la cena se hizo presente y una ligera comida no fue la excepción, para no tener agruras de madrugada optaron por algo de fruta y yogurt, mientras disfrutaban su rato en familia, el señor de la casa sacó un tema importante que por poco y se les pasa de largo, la cena con las familias Genda, Sakuma y Daiki para la mitad de la semana.

Los días pasaron con bastante alegría y normalidad para la recién completa familia, Mamoru prefería quedarse en casa para bajar a entrenador cuando su mamá salía a hacer cosas del trabajo, más si iba de compras o solo quería dar un paseo la acompañaba siempre de la manita, también trataron el tema de una mascota, pero dicho integrante llegaría hasta que fuera el cumpleaños del pequeño castaño.

Era un jueves por la tarde, donde la familia Oyuki Kageyama se terminaba de arreglar para la llegada de sus invitados, todo estaba listo y con perfecta elegancia, quedaban unos 40 minutos para que los llamados llegaran, ahora solo les quedaba esperar — Yo quiero que ya lleguen, siento mucha emoción — Mamoru dejo que su padre le pusiera un traje verde de pantalón corto y su corbata al mismo tono.

Ani al ver a su pequeño tan guapo le tomó una mini sesión de fotos para aumentar su álbum — Tranquilo mi niño, cuando los veas llegar podrás jugar y platicar con ellos — Ven Reiji — El señor de la casa solo termino de arreglar a su hijo y lo dejo sentado en la cama para acomodar él su propia corbata, pero su esposa le ayudo al final — Los dos se ven tan guapos que me los voy a comer a besos —

Un pequeño infante de cabellos cafés y ojos verdes no estaba tan feliz, ya que gracias a las travesuras de su primo mayor fue arrastrado a lo que creía que sería una cena aburrida y sin chiste — Yo no quería venir, quería quedarme en casa a dormir otro rato — Toda la familia entró a uno de los autos para dirigirse a cenar.

— Pues lo siento Kojiro, pero en la invitación también te mencionaban a ti — El mismo joven que había chocado con la esposa de su entrenador regañaba ahora a su primo por su claro error personal.

En otra gran casa las cosas eran diferentes, la familia Sakuma estaba encantada de atender el llamado de los Kageyama, todos estaban felices, todos, menos el adolescente que estaba muerto de vergüenza por las acciones de sus amigos, cuando le contó a su familia la situación ellos lo tomaron de una forma un tanto tranquila, más que un buen castigo si se llevó — ¿Hermano mayor si habrá niños allá verdad? — Preguntó con algo de pena un infante de parche.

— No te preocupes Jirou, claro que habrá con quien jugar y pasarte el rato, además de que Genda estará presente — Su hermanito era su máxima adoración y también se sentía un poco culpable por arrastrarlo consigo.

Teikoku no Rekishi o Sai Kochiku SuruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora