Anteros es uno de los hijos de Afrodita y Ares, por lo tanto, un dios poderoso. Hay muchos tipos de divinidades, pero los descendientes directos de los más grandes son obviamente los más fuertes. Yo he conocido pocos aparte de Afrodita, pero puedo notar de inmediato si estoy frente a alguien superior a mí. Anteros, es uno de ellos. Su aura ejerce una presión sobre mi casi asfixiante, recordándome en todo momento mi posición frente a él.
Apenas lo conozco. Se habla poco de él porque está enemistado con el grandioso Eros, el dios del amor y el deseo. La mano derecha de Afrodita. Todos los Erotes aspiramos a ser tan apreciados como Eros, pero nos quedamos atrás, siendo ángeles sin nombre. Me gustaría haberme encontrado con él en vez de con su hermano, pero parece ser que la suerte no está de mi lado esta noche. Anteros tiene mala fama, al menos, entre los miembros de la corte, que lo consideramos el anti amor. Un ser vengativo y triste, que odia a los enamorados e intenta destruir el deseo entre individuos. ¿Cómo puede ser alguien tan cruel? El dios del amor no correspondido parece serlo.
—No deberías dejar instrumentos tan poderosos como este arco en cualquier lado —me riñe, con total neutralidad, inexpresivo.
—No lo he dejado, me lo has quitado —rechisto. A pesar de ser un dios superior a mí, yo respeto a los servidores del amor, no a los destructores de este.
—Y supongo que lo querrás de vuelta. —Me mira a los ojos, como si me estudiara. Yo trago saliva nerviosa, esas palabras solo pueden significar una cosa.
Me quedo callada, premeditando bien mis palabras antes de hablar. ¿Qué quiere de mí un dios de naturaleza tan opuesta? Da un paso más cercano, quedando a unos pocos metros de mí. Sus alas se balancean ligeramente por el aire, al igual que su cabello rizado. Siento un pinchazo en el estómago notando el peligro acechando. Me muerdo las mejillas por dentro y antes de que pueda replicar lo hace él.
—Podrías recibir un terrible castigo si Afrodita descubre que has perdido un regalo suyo —sugiere. Noto esas palabras llena de soberbia, pero su rostro continúa serio. Como si no residiera emoción alguna dentro de él.
—¿Qué quieres de mí? —Me cruzo de brazos impaciente, aprovechando también para recogerme en mí misma y mantenerme serena.
—Que dejes de hacer daño —espeta. El ambiente se torna raro, esperaba de todo menos eso.— Tus actos inconscientes han perjudicado a la población entera que reside aquí, tus flechas han causado demasiado dolor entre los humanos. Me quedaré tu arco y así, no podrás enamorar perdidamente a las personas para que mueran de un corazón roto.
—¿Dolor? Mi misión es enamorar a las personas y llenar este mundo de amor, no de lo contrario. No sé a qué te refieres, pero aquí el único que destruye a las personas eres tú y tu alergia a la felicidad —escupo. Lo miro fijamente. Su postura es autoritaria, casi siento que podría estar en problemas si lo observo de más. Mis brazos se desenlazan cayendo a cada lado de mi cuerpo.
—¿Alergia a la felicidad? —pregunta con un tono sombrío, como si mis palabras le hubieran afectado de más.
—Todo el mundo lo sabe —continúo, tratando de alguna manera empequeñecer su gran semblante.— Persigues a aquellos que no corresponden a sus amantes para atormentarlos y a ser posible, terminar con sus vidas.
—¿Eso te han dicho los demás ángeles? —pregunta, su aspecto inmutable. Sujeta mi arco entre sus manos, jugando con la madera tallada delicadamente.—Eso es lo que sé —aseguro. Esta vez doy un paso atrás, mi túnica roza la pared detrás de mí— así que devuélveme mi arco para que pueda seguir ayudando a los humanos.
—Imposible —responde. Vuelve a engancharse la cuerda al hombro y suspira, como si realmente fuera algo que no pudiera hacer, algo tan simple como devolverme mi poder— Me quedaré tu arco y no te lo devolveré jamás.
—No puedes hacer eso. —Se me acelera la respiración y noto la piel de mi pecho palpitar con fuerza, ahogándome poco a poco.— ¿Si no tengo mi arco, cómo seré capaz de ejercer mi labor?
—¿No eres una Erote? —pregunta con cierta condescendencia, se le nota enfadado. La nube de tormenta que le rodeaba hasta hace unos segundos parece disiparse poco a poco para dar paso a una ira retumbante.—Tienes magia de sobras en tu interior para afligir un mínimo de atracción, con eso te será suficiente. No tendrás que forzar nada nunca más.
Aprieto los labios y arrugo la frente, sintiendo cada parte de mi derrumbarse por completo. Sus palabras son claras y llegan a mí como cuchillos, sellando mi destino para siempre desde ahora. Estando al servicio de Afrodita tengo unas obligaciones y de las más importantes. Si llegara a saber que he dejado de enamorar a los pueblerinos de Pafos, algo terrible podría sucederme. Podría ser castigada, podría matarme o peor, ser echada de la corte y obligada a vivir errando por el mundo sin motivo y abrazada a la inmortalidad de mi naturaleza divina.
—Afrodita se enterará y me castigará —me quejo, forzando cierta pena en mi rostro con el fin de convencerle.— Por favor, no entiendo que estoy haciendo mal.
—¿Ahora tienes miedo? —Da otro paso hacia mí. Aunque no esté cerca, yo me echo para atrás más, tocando mis hombros descubiertos contra la pared fría.
—Eres cruel —digo, acercando mi rostro al suyo. Estoy a la defensiva, completamente desesperada, sin saber qué hacer.
—El mundo es cruel.
—¿Por qué no se lo pides a otro Erote? —Noto los latidos de mi corazón golpear las paredes dentro de mi cabeza, generándome una gran presión. Cuanto más cerca está, más débil me siento, como si pusiera un hechizo sobre mí.
—No te atrevas a salir volando a contárselo a tu diosa, angelito —me amenaza y esta vez si estoy encerrada, entre él y la pared. Si intentara escapar, seguramente me mataría antes.— Si me entero de que te has chivado, te arrebataré las alas.
—No me asustas —espeto, tratando de desafiarle al alzar la cabeza para mantenerle la mirada, mostrando nervios de acero. Me tiembla el labio por un instante cuando percibo que sus ojos son tan fríos como el hielo mismo.
—¿Y Afrodita? —me pregunta en un susurro— ¿No te asusta Afrodita? ¿A quién crees que creerá si decides pedir ayuda?
Aparto la mirada a un lado y proceso el escándalo en el que me he metido. Bueno, mejor dicho, con el que me he topado. Siento como se acerca aún más, sin quitar la vista de mí. Cierro los ojos, casi puedo sentir su respiración contra mi mejilla. Apenas puedo respirar, siento que he tentado demasiado mi suerte y que ahora va a terminar conmigo. Al menos, será más rápido e indoloro que cualquier castigo.
Aprieto las manos a los lados, arrugando la tela de mi túnica con todas mis fuerzas, dejando una marca que podría desgarras las fibras de la prenda para siempre. Mi pecho sube y baja frenéticamente, al igual que mi respiración, que llena mis pulmones de aire irrespirable. Mi pulso se acelera a la par que la temperatura sube a mi alrededor en contraposición al frío ambiente que nos rodea. De pronto, una feroz ráfaga de viento me hiela la piel después de aquella tensión ardiente. Cuando me doy cuenta ya no está y frente a mí solo queda la esencia a rosas marchitas que emanaba de su ser, recordando la presencia de aquella deidad olvidada por el amor.
![](https://img.wattpad.com/cover/360827356-288-k629041.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La promesa de Anteros
FanficDesa es una Erote de la corte de Afrodita, quien con su arco reparte amor por el mundo. Una noche se encuentra con Anteros, el dios vengador del amor no correspondido, quien le roba el arco para castigarla por haber hecho tanto daño con sus flechas...