El crepúsculo se acerca y aprovecho para pedir a la gente que se retire a descansar después de un largo día. El templo está magníficamente decorado por todas partes, preparado para la llegada de la diosa del amor. Me paro junto a una columna y admiro la base de la gran estatua dorada con ramos de flores cálidas. Bostezo disimuladamente y me froto los ojos.
La noche anterior no había podido dormir gracias al bueno de Anteros, quien me había abandonado en medio de aquel prado sin siquiera decirme donde estábamos. Me había llevado horas volver a la polis por mi propio pie y cargando con todas aquellas flores. Me dispongo a salir al exterior, ahora bañado en tonalidades frías como el azul y morado. Me siento en las escaleras de mármol, pensativa pero con la mente en blanco.
–¿Un día largo? –La voz de Anteros me perturba por completo y me levanto de inmediato, dispuesta a alejarme de él.– ¿Vas a salir volando? ¿Huyes de mí?
–Me dejaste tirada. –Noto que me sigue, con paso tranquilo y una actitud serena, opuesta a la mía. No quiero verle.
–No exageres. –Mágicamente aparece a mi lado, siguiendo mi manera de caminar sin esfuerzo. Relaja los hombros y me mira con una sonrisa divertida.
–Como sea –resoplo. Prefiero no llevarle la contraria, no a él. Me apresuro, pero al darme cuenta de que no podré escapar de Anteros, aflojo y paseo junto a él.
–¿Vienes conmigo? Quiero enseñarte algo –pregunta, mirando a otro lado mientras el frío de la noche me eriza la piel.
–¿Acaso puedo negarme? –Entorno los ojos y frunzo mis labios en una expresión molesta. Sea como sea, mi opinión nunca cuenta cuando se trata de un ser divino como él.
–Sabía que te encantaría pasar rato conmigo –bromea. Me detiene agarrándome del hombro y me mira seriamente.– Nos vamos a infiltrar. Tú y yo nos haremos pasar por humanos y pediremos hospedaje en esta noche tan invernal.
–Todo el mundo me conoce en esta polis, soy la sacerdotisa del templo –replico.
–Claramente, no nos quedaremos aquí. –Anteros sonríe burlón.– Iremos a un lugar diferente.
–De acuerdo –suspiro– pero nada de volar. No quiero estar tan cerca de ti.
–Puedes ir volando por tu cuenta –se molesta. Supongo que a un dios tan mimado no le entusiasmaba la idea de ir a pie a ninguna parte.
–No me apetece –suelto. Él me mira incrédulo y luego comienza a caminar en dirección opuesta a la que íbamos.
–Tardaremos más –asegura en un suspiro. Puedo identificar una pequeña sonrisa de satisfacción en sus labios.– Si querías pasar más tiempo conmigo, podías habérmelo pedido sin poner excusas.
Entorno los ojos y me muerdo la lengua. Sin duda no era por Anteros, pero tampoco iba a entrar en una discusión. Cuánto menos habláramos, mejor para mí. Nos alejamos del centro y vamos poco a poco hacia las afueras. Noto un ambiente frío. Es extraño. Estamos en primavera y con la magia de Afrodita, la polis debería estar sumida en un calor suave. Tal vez la ingrata presencia del anti-amor provoca un clima invernal.
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Una pareja de ancianos nos acoge en su hogar. No son gente de grandes fortunas. Viven en una choza de madera de roble y cuentan con un par de habitaciones, incluyendo la de ellos. Anteros y yo nos hemos hecho pasar por unos jóvenes extranjeros que buscan refugio de una noche. La señora de la pareja nos ha aceptado sin problemas, pero su marido no parecía estar muy contento con la decisión. Desde que hemos llegado hay un ambiente incómodo y no logro descifrar por qué.
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La promesa de Anteros
FanficDesa es una Erote de la corte de Afrodita, quien con su arco reparte amor por el mundo. Una noche se encuentra con Anteros, el dios vengador del amor no correspondido, quien le roba el arco y pide que le dé un amante por correspondencia. Desa se nie...