Capítulo 3: Miércoles por la mañana

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POV: Álvaro

Hoy sueño con Zaragoza, lejos de mi hogar andaluz. Estamos en un polígono amplio, sentados los tres compañeros en una mesa larga. Tengo un boli en la mano.

Alzo la mirada y me encuentro con una multitud haciendo cola, y soy incapaz de ver el final de esta misma. Una chica, al ser su turno, se adelanta.

— Me encantais. — dice mirándonos y automáticamente le dedico una sonrisa — Juanjo y Naiara, mis ganadores. — me fuerzo a no dejar de sonreír.

El próximo chico ni siquiera se digna a mirarme. Se dirige a los maños, y dice algo sobre lo orgulloso que está de su tierra.

Después de varias personas que solo dedican palabras bonitas a mis compañeros, empiezo a sudar. Trato de tranquilizarme, y pienso que al ser ellos de esta comunidad autónoma, es obvio que la gente les tenga más cariño.

Entonces, sorprendentemente, una chica se acerca por primera vez a mí. Una ráfaga de felicidad entra en mi ser.

— Solo quería decirte que suerte el lunes cuando te vayas, — suelta — mucho has tardado en irte.

Quiero responder indignado, pero las voces repentinas de la multitud me detienen.

— Eso es, Álvaro Mayo, vete a tu casa.

— ¡Eres el único que nunca ha salido favorito, no te queremos!

— No cantas ni la mitad de bien que tus compañeros.

Siguen gritando, y yo me tiro al suelo y me tapo los oídos.

Esto no es real. Me repito. La gente me quiere.

Me despierto sudoroso. Esta vez, Bea no está para preguntarme qué tal. Los únicos que siguen en la habitación son Lucas y Naiara. Me miran por un momento y me dedican los buenos días.

— Buenos días, guapos — les digo en el tono más alegre posible.

Voy corriendo a ducharme, porque en nada tenemos fitness. Saludo a un par de compañeros que me encuentro, y parece que soy mejor actor que cantante. No hay sospechas de mi sufrimiento.

Sigo siendo el Álvaro Mayo que todo el mundo espera.

POV: Paul

Hoy he dormido como un bebé. Es como que toda la tensión que acarreaba desde el lunes se ha esfumado. La ansiedad se ha debilitado, y aunque nunca pueda desaparecer del todo (los pensamientos intrusivos siguen ahí) siento que mi última semana en la academia, si es así, puede llegar a ser hasta disfrutable.

Guardo el papel que me dio Álvaro en un bolsillo del pantalón. No se lo he enseñado a nadie, y eso que llegué a pensar en decírselo a Lucas y Naiara como quién enseña un examen con buena nota a sus padres. Pero me detuve. No sé por qué, creo que debe ser un secreto entre él y yo.

Voy a fitness y me sorprende no ver ni a Lucas ni a Naiara. Sin embargo, mi otro amigo sí que está. Sonríe de oreja a oreja al verme. Aunque en su mirada falta el brillo que desprende siempre.

— Álvaro, qué guapo estás hoy — le digo y no miento.

— Pues te he copiado , Paul — sonríe aún más, aunque sigo notando que algo falla.

Bea, que está a su lado, nos mira curiosa.

— Parece que seguís entrenando para Amapolas.

Me pongo de cuclillas para ajustarme las zapatillas y asiento.

— Yo como si la tengo que entrenar toda la vida.

Álvaro ríe pero no dice nada más.

POV: Álvaro

CANTO CORAL

Quiero estar bien. Y debería estarlo. Ayer en la clase de Abril, me desahogué un poco y pensaba que con eso era suficiente.

— Me siento un poco mal porque no me pusiera nadie en la pizarra — le confesé — Sé que no es nada personal, y estoy bien, pero dolió un poco.

Pensé que después de decir eso en voz alta, de ser vulnerable, hoy estaría con mejores ánimos. Me siento raro, pero no me atrevo a decírselo a nadie más.

Ahora toca cantar con todos las canciones que nos mande el profesor. Nos hemos puesto en una línea, y me ha tocado al lado de Paul.

—Vale chicos, empezamos. Elevar el volumen a un nivel adecuado. Tres, dos, uno. —empezamos a cantar al unísono.

La canción es muy bonita, y en algún momento dado, se me mojan las mejillas. Me avergüenzo al instante y me separo un poco del grupo.

No se da cuenta nadie menos él.

POV: Paul

Álvaro se ha puesto a llorar. Estamos en medio de la sala de ensayo y rodeados de todos los compañeros, además de las cámaras que nos están grabando. Deseo con todas mis fuerzas poder decirle algo, abrazarlo, cogerle de la mano e irnos lejos de ahí. Me limito a mirarle.

"¿Estás bien?" Le estoy intentado decir "Me lo puedes contar"

****

El profesor nos manda a tumbarnos en forma de estrella (con nuestra cabezas en el centro) y cantar desde esa posición.

Observo a Álvaro, que parece más tranquilo ahora. Me tumbo el suelo, con los brazos y las piernas estiradas. Él hace lo mismo, y nos quedamos tan cerca que si moviera la mano un centímetro más podría tocar la suya.

POV: Álvaro

Tengo a Lucas al lado, y agarro su mano mientras canta. Por el otro lado tengo a Paul. Pienso en hacer lo mismo, pero algo me impide entrelazar los dedos de la misma manera. Cantamos y poco a poco deslizo mi mano hasta poder acariciar su palma. Me concentro en seguir cantando, porque el contacto con su mano hace que me cueste no perder la respiración. Quiero parar,  mirarle y preguntarle si me deja entrelazar todos los dedos. Ese gesto que con los demás me sale natural, con él parece demasiado íntimo.

POV: Paul

Noto un calor raro cuando percibo la caricia de Álvaro en mi mano. El mundo se detiene por un instante. Entrelaza un dedo con el mío, y la intensidad es tanta que acabo quitándola.

COMIDA

Tenemos otras clases que se me hacen algo eternas, y por fin llega en el momento de comer.

Cuando llego al comedor me fijo que todos se han puesto en la misma mesa.

— Paul, preside la mesa. — me dice Chiara.

Por un lado están Lucas y Naiara, con los que siempre he compartido mesa. Me dirijo a sentarme ahí, aunque el corazón me guíe para otro lugar.

—Chicos, que ya solo quedan tres días para las firmas — comenta Ruslana.

— Ya ves, ¿Te imaginas que no viene nadie? — le responde Chiara.

— Hombre, chica, al menos nuestras familias vendrán — dice Bea mientras revuelve su comida.

No comento nada y me limito a comer. No le he dado muchas vueltas a las firmas, porque creo que salir de aquí y ver a gente que me apoya por ser quien soy me vendrá bien. No me importa si tengo a poca gente que le guste, pero con tener a alguien me es más que suficiente.

— Chicos, mirad lo que hago — suelta Álvaro de repente. Coge su cantimplora y se abre la tapa (la tapa se suelta, prácticamente) mientras mueve las manos como si magia fuera.

Le sonrío.

— Eres un mago.

— A ver, las cantimploras están rotas — argumenta Juanjo.

Desde el otro lado de la mesa, Álvaro se queda mirándome. La gente alrededor sigue hablando, pero no escucho nada. Solo estamos él y yo, y no entiendo que está pasando, pero no quiero que pare.








Amapolas secas || OT 2023 PolvoronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora