Capítulo 5: Jueves

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POV: Álvaro

Estoy en Granada. La luz del sol acaricia mi cara. Escucho el canto de pájaros alzándose al vuelo. Me rodean casas pintorescas en estrechas calles de adoquines.

— ¿Vamos? — anima mi acompañante.

Cruzamos varias callejuelas. Parece que somos los únicos viandantes de esta pequeña ciudad.

Sierra Nevada se erige en lo alto, y con ella puedo identificar la Alhambra.

El chico no dice nada y se limita a coger de mi mano. Recorremos más calles, casi corriendo, aunque no hay nada que nos persiga.

Suelto una risa y él me acompaña con otra.  No sé a donde voy, y tampoco me importa demasiado.

Subimos por una escalinata, y antes de que me de cuenta, estamos a las puertas de la ciudadela árabe.

— Se qué es lo más típico del mundo, — admite tímido — pero te quería traer aquí.

No nos impide nadie el paso. El lugar está aparentemente vacío. Recorremos los jardines, observamos los palacios, y aunque no sé mucho de arquitectura, aprecio el arte que me rodea.

— ¿A qué es bonito?

Estamos cerca de una pasarela rodeada de flores, y asiento al fijarme en los arcos y los grabados.

— Es muy bonito — contesto y me giro, observándole por primera vez.

Él ni siquiera está de cara a la pasarela, y me pregunto a qué habrá llamado bonito. Hay una luz especial que le rodea. En su mirada noto una chispa de algo. El pelo le cae de lado, y me resisto para no peinárselo.

— Gracias por llevarme aquí.

Da un paso y me rodea en sus brazos. Me pilla de sorpresa, pero no me quejo.

— Claro que iba a traer a mi novio aquí.

Cierro los ojos y aspiro su aroma.

— Novio. — repito.

Muevo la cabeza para volver a estar cara a cara con él, y apenas me separan unos milímetros para poder rozar mis labios con los suyos. Voy a hacerlo y...

—¡Álvaro, despierta! — grita Juanjo.

Echo un quejido doloroso. No abro los ojos intentando volver a dormir.

— ¡Álvaro!

Noto que la manta se escurre de mi cuerpo. Abro los ojos y me encuentro a Juanjo mirándome desde arriba.

— ¿Vas a levantarte de una vez? — me recrimina.

Miro hacia arriba. Ya no hay sol ni pájaros. Es un techo blanco.

— Llevas dos días sin despertarme, ¿Por qué hoy sí?

Entierro mi cara en la almohada y espero a que se vaya y me deje en paz. Sin embargo, algo tira de mi pierna y acabo cayendo al suelo.

— ¡Ay, eso duele!

Juanjo resopla.

— Más dolera si llegas tarde a fitness, que ayer vi que ibas justillo.

No digo nada y me levanto a regañadientes para prepararme en el día. Salgo del cuarto, y me fijo en la cámara que apunta a mi dirección.

— Buenos días, mundo — digo. No para mí.

POV: Paul

No duermo mucho hoy. Le doy vueltas a lo que sea que pasó ayer, preguntándome una y otra vez si no me estaré imaginando cosas.

Amapolas secas || OT 2023 PolvoronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora