Completa Extraña

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Tras mis palabras y nuestras acciones, nuestra relación evolucionó de manera drástica. Ahora no podíamos evitar sentir esa necesidad el uno del otro.

Éramos imparables, insaciables, quería tocarlo a cada rato y él a mí. A cada oportunidad que se nos presentaba, nos tomábamos.

Subía mi falda, él bajaba sus pantalones. En otras ocasiones nos despojábamos de toda la ropa mientras nos dedicábamos a explorar todo tipo de cosas, a descubrir que nos gustaba y que no.

Y hacer eso con él fue de cierta forma. Liberador.

Era consciente de que no iba a encontrar a otra persona tan considerada como él, estaba agradecida por ello, pero no estaba convencida de un “nosotros para siempre.”

No me malinterpretes, lo adoraba, lo quería, puede que incluso lo amara de verdad. Pero hasta ese momento había vivido en una penumbra, dónde era incapaz de creer que era merecedora de cosas buenas, cosas lindas.

Podía culpar a todos, pero la única culpable seguía siendo yo. Porque era la encargada de mi felicidad y al final me enfrasqué en un mundo melancólico, donde lamía mis heridas sin darles la oportunidad de sanar. Y para ser sincera, no era justo.

No era justo tanto para mí como para él.

Así que tendría que aferrarme a algo porque estaba apunto de cometer una locura. Una de la cual no estaba segura si me arrepentiría.

La ceremonia de finales estaba a la vuelta. Había cosas que me carcomían por dentro, cosas sin decir, personas a quien perdonar y puede que otras a las cuales olvidar.

Mi relación con las chicas seguía siendo formidable. A pesar de seguir sin hablarnos, Clara y yo nos soportabamos un poco más, podía sonreír con algo gracioso que escapaba de mi boca y yo podía apoyar sus ideas. Porque al final de todo, fue un malentendido que jamás se solucionó.

¿Le guardaba rencor? Por supuesto que no. Fue mi alma gemela por mucho tiempo como para odiarla. Aunque había ocasiones en que en verdad deseaba hacerlo, para poder quitarme esa sensación de segundo bajo su sombra. Pero nunca pude.

Mina y Verónica habían terminado su relación, pero eso no impidió que quedaran en buenos términos, como buenas amigas.

¿Salió a la luz lo que tuve con Verónica? ¡Por los dioses, no! Y estaba mejor así, que nadie lo supiera.

Mi relación con Erwin se fortaleció de maneras inigualables. Seguía preguntándome cómo de ser el fastidioso pasó a ser mi mejor amigo.

Pero no importaba demasiado, sólo me interesaba saber que contaba con su apoyo incondicional, por otra parte él tendría el mío. Sin importar los malentendidos que se pudieran formar.

Tamara había dejado la escuela al finalizar el penúltimo semestre, y aunque a veces venía a ver a las chicas, nuestra relación no era rescatable.

Aún así, nunca le cerré la puerta. Por más fría, cruel, molesta que me pudiera mostrar, jamás le negaría la ayuda.

Si volvíamos a coincidir, esperaba que esas asperezas se limaran con el tiempo, para poder ser esas amigas que quizá hubiésemos podido ser.

La tierna Rena seguía siendo el ángel de todos y no teníamos objeciones, nos dedicamos a proteger su inocencia por el resto del curso.

Adrian se mantenía en contacto con todos y de vez en cuando nos visitaba al salir de clases. Había cambiado toda su forma de ser, enfrentarse al ambiente laboral le había abierto las posibilidades a muchas otras cosas.

Leonel se mantenía firme con su amistad con Neill pero sin dejarme de lado, porque ambos nos agradábamos.

Luego estaba mi querida Rayna. La chica de mis sueños, mi mejor amiga, seguía luchando por esa carrera con la que se venía arrastrando. Con sus días altos y bajos, pero a pesar de ello jamás me había abandonado.

Completa Extraña [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora