CAPÍTULO 7

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—¿No vas a decir nada de toda esta locura?

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—¿No vas a decir nada de toda esta locura?

La voz de Paula rompió el silencio. Desde que Lucille había interrumpido en la habitación, la única persona que habló fue Rob, haciendo un resumen de lo que había pasado. Todos habíamos decidido, sin hablarlo, que se encargaría él y fue una buena idea. Se le daba bien dar pequeñas charlas y discursos debido a su carácter, con razón era el capitán del equipo de fútbol.

No había mencionado nada sobre la magia, la profecía o cualquier cosa que pudiese ser sospechosa y provocar que las dos pensasen que nos habíamos vuelto locos. Al final, la historia hacía quedar a mi padre como una especie de mafioso sacado de una película.

Lucille no había dicho ni una sola palabra desde que llegó. Lo único que hizo fue, en un momento de la narración, sentarse en el sofá con cara de preocupación. Su aparente tranquilidad me puso muy nervioso, por lo que estaba a la espera de su respuesta a la pregunta que Paula le había hecho, al igual que todos los de la habitación.

—¿Tan malo sería que avisáramos a la policía? —preguntó tras unos interminables segundos.

—¡Por favor, Luci! —gritó Paula llevando sus manos a la nuca.

—Déjalos responder.

—Tiene gente comprada en el cuerpo —respondió Rob—. Lo hemos visto con nuestros propios ojos en las vigilancias. Sería un movimiento arriesgado y no quiero que le hagan daño.

—¿Tan peligroso es? —Me miró mientras hacía esa pregunta, lo que me desconcertó—. Se sincero, lo conoces. Es tu padre.

Sopesé mi respuesta. Si decía la verdad de la intensidad de su poder, se asustaría demasiado. Aunque no tocase el tema de la magia, podría intentar escalar por otros medios más efectivos que la policía y eso conllevaría problemas. Y si le daba poca importancia, estaríamos en el mismo punto. No sería necesaria nuestra intervención y una simple denuncia social podría solucionar el entuerto. Me encogí de hombros, esperando mostrarme un poco preocupado.

—No lo sabemos con seguridad, por eso es mejor no arriesgarse.

—Tenemos un plan —intervino Stuart, ganándose una mirada enfadada de la morena.

—Entonces, ¿sois hermanastros? —preguntó cambiando de tema, a lo que asentí—. No os parecéis en nada.

Nos miramos los dos con atención, dándome cuenta de que tenía razón. Stuart se parecía mucho a mi padre, tanto en el físico como en el rostro. Incluso su pose era muy similar. Sin embargo, yo había sacado los rasgos de mi madre y mi altura hacía que siempre tuviese una actitud desgarbada, como intentando no ocupar demasiado espacio.

—¡Vamos a centrarnos! —exclamó Paula con una expresión de urgencia—. Luci, tenemos que llamar a la policía y a los padres de Anna. Esto es una locura. No sé cómo han conseguido convencer a Rob de que se una a ellos, pero no piensa con claridad.

Iridiscente [Luces de colores 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora