Especial DekuBaku.

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[Bakugo Katsuki.]

La situación con Deku desde que nos besamos por primera vez era muy incómoda. Bueno... tal vez solo por mi parte.

Yo había estado evitándolo desde aquel día y la verdad es que tampoco pensaba en dejar de hacerlo.

Ya sé lo que estaréis pensando, que os conozco. "Pero si fuiste tú el que le dejó que te besara", lo sé, y no debería haberlo hecho. 

Siempre odié esa frase en las películas románticas, cuando se besaban o hacían el amor (ugh, qué asco, el amor) decían: fue un error, no tiene que volver a pasar. Pero ahora lo entiendo. 

Las frases no se entienden hasta que te toca vivirlas, ¿no? Como pasa con los refranes o las frases sabias que nos dan nuestras madres como consejo cuando ven que estamos haciendo algo mal o estamos yendo por el mal camino. Pues exactamente lo mismo.

Estar perdido en mis pensamientos me hizo no darme cuenta de dónde estaba y, mucho menos, de quién tenía al lado.

—Katsuki.

Mi piel se erizó en cuanto escuché mi nombre salir de sus labios. Deku.

Estaba a mi lado, pero no me giré a verlo. No podía. Solo me quedé quieto, presa del pánico, agarrando con fuerza mi carpeta.

—Katsuki, ya me has estado ignorando bastante, ¿no te parece?

Miré hacia la izquierda para ver dónde estaba y cuánto quedaba para llegar a nuestro aula, ya estaba cerca.

Deku me cogió de la barbilla. Estaba serio, con el ceño fruncido dejando mostrar un ápice de enojo en el brillo de sus ojos. Me obligó a mirarlo con un solo con un rápido movimiento. Me sentía tan vulnerable en aquel momento...

—¿Me harás caso ahora?

Tragué duro, y me limité a quedarme en silencio. Eso pareció darle una respuesta y nos metió a ambos en el baño más cercano.

Me empujó con fuerza contra el lavabo, haciendo chocar con brutalidad mi cadera contra este y hacerme soltar un gemido de dolor.

—¿Qué mierda haces?

—Parece que por fin te dignas a dirigirme la palabra. A la próxima, ¿tendré que volver a hacerte daño para que vuelvas a darte cuenta de que existo.

—¿Es una amenaza?

—Es una pregunta, Katsuki.

Fruncí el ceño con furia y lo empujé con toda la fuerza que pude emplear. A pesar de que retrocedió bastante, ni se inmutó.

—¡Deja de llamarme por mi nombre, maldita sea!

Él se acercó a mí sin importarle si le volvía a empujar o no. Quedó a pocos centímetros de mí y agarró mi cintura, con una sola mano, pero con dominancia.

—¿O qué? —dijo, con una voz ronca que me erizó la piel.

Me volví a quedar en silencio, la mente se me había quedado en blanco y no podía articular palabras. Pensé que podía ser un ictus, pero no, ojalá lo hubiera sido. Era mucho peor y más preocupante que eso. Era... amor.

—Eso pensé.

A continuación, Deku juntó mis labios con los suyos, demostrando desde el primer momento quién era el que mandaba en el momento. Intenté seguirle el ritmo y lo conseguí de cerca, pero él era mucho mejor.

Cuando se separó, extrañé el calor de sus labios sobre los míos e intenté volver a acercarme. Deku se rio.

—Te odio. —Musité.

Padres | 𝐄𝐫𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora