Kacchan.

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Para ese día, tocaba un entrenamiento intensivo, contra un compañero de clase.

A él le tocó con Bakugō Katsuki, su mejor amigo de la infancia.
No quería enfrentarlo, pero sabía que el rubio no lo dejaría irse o preguntar al profesor si le podía poner con otra persona.

Así que eso hizo. Pelear. Pelear a pesar de que su pierna rota aún no estaba del todo recuperada. Esta dolía al practicar el Shoot Style, pero Izuku se negaba a aceptarlo.

El problema era que Bakugō se estaba dando cuenta.

— Deku... deberíamos parar, te ves mal...

— N-no. Estoy bien, Kacchan...

— Deku, no lo estás.

— Sí que lo estoy, ¡te lo prometo!

— ¡Qué pares de pelear de una vez y ve a la puta enfermería, joder!

— Kacchan...

El cenizo suspiró, se acercó al pecoso y tomó su robusto brazo para llevárselo a la enfermería.

— Tienes que cuidarte más, maldito Deku...

— Katsuki —el nombrado paró de andar al momento de escuchar su nombre. Se giró, dedicándole toda su atención al peliverde—. Muchas gracias por esto.

Dicho aquello, depositó un beso en la mejilla del rubio, que se sonrojó cuando los labios del ojiverde se posaron en esta.

— Deku...

— ¿Sí?

— ¡NO ME BESES, MALDICIÓN! ¡TE EXPLOTARÉ TU PUTA CARA DE NERD PEDAZO DE MIERDA!

— Kacchan, fue un pico en la mejilla —apuntó el menor—. Aunque, si quieres, también puede ser en otro sitio.

El peliverde se acercaba al ojirubí con morritos, dispuesto a besar sus labios.

Bakugō dejó su mano sobre la boca del contrario.

— Deku

— ¿Mm?

— Tienes cinco segundos para salir corriendo si no quieres más cicatrices.

Padres | 𝐄𝐫𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora