Bakugo Mujer II.

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[...]

Ambos habían llegado al edificio donde yacían las habitaciones de los estudiantes de la clase 1–A.

En ese momento, los únicos que se encontraban allí eran Bakugo y Midoriya, que habían caminado juntos hasta llegar.

— Ahora se supone que tú y yo deberíamos subir a la habitación de mi hermano a cuidarlo —bromeó el cenizo.

— ¿Yo también?

— Hay una cama debajo de la mía. Puedes dormir ahí si quieres.

El peliverde asintió con una gran sonrisa que le arrancó un sonrojo a las mejillas de Katsuki.

Tomaron el ascensor y subieron hasta el piso donde se encontraba la habitación del último, que la abrió al llegar.

— ¡No puede ser!

— ¿Mm?

— ¡¿Tienes el primer cartel que se sacó de All Might?!

— Claro que sí, inútil.

— ¡Yo compré tres!

— ¿Tres? ¿Para qué?

— No sé, el dinero me dio para comprar tres. Uno se lo di a mi madre, otro se lo envié a mi padre y el último se quedó en mi habitación. Cuando nos mudamos aquí me lo traje.

— Excelente historia la cual no me interesaba una mierda. Ahora si me disculpas, voy a ducharme.

— Bakugo, una pregunta...

— Dime.

— ¿Tienes...? Ahí abajo... ya sabes...

— ¿El qué?

— Abajo de...

— ¡Habla de una vez, me pones nervioso!

— Me refiero a si sigues teniendo... lo que tenemos los hombres, ya sabes...

Katsuki se sonrojó al instante, apartando la mirada de Izuku.

— N-no...

El peliverde tragó saliva, sonrojándose también.

— ¿Y piensas... ducharte así?

— No es lo más cómodo, preferiría seguir teniendo mi sexo entre las piernas. Pero no soy ningún guarro.

— Pero ducharte así...

— ¡Deja de intentar convencerme para que no me duche de una vez, puto Deku!

— Lo siento, lo siento. Ya me callo —habló riendo algo incómodo.

— Bien. Ahora vuelvo.

Bakugo se metió al baño lo más rápido que pudo, dejando solo a Midoriya en la habitación.

Joder, joder, joder... he tenido una puta erección viendo sus tetas, mierda. Mierda, mierda, mierda.

Izuku observó la habitación detalladamente.

Sobre su escritorio de madera color negro con algunas explosiones y fuegos artificiales —probablemente pintadas por él— habían varias fotos que tenía con la clase, en muchas de ellas aparecía él pero no le dio importancia a ese, según Midoriya, insignificante detalle.

En la pared pintada de un intenso gris habían fotos suyas tocando la batería, de Jirou cantando y de todos los que participaron en el concierto tocando algún instrumento.

Padres | 𝐄𝐫𝐢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora