ⅩⅩⅧ. TODO SE PUEDE DESTRUIR

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Pov Jennie [💋]

Yeji llamó para que la acompañara al centro comercial. Acepté porque hacía un poco más de calor y no tenía ropa de estación, pero compraría prendas holgadas no quería que no se note mi extrema delgadez.

—¿Jennie? Santa madre. ¿Qué tienes? —Mi amiga se sorprendió de verme tan espantosamente cambiada. No le respondí y me eché a llorar— Lo siento, calma, calma. Soy tan burra para hablar —se excusó, pero ya era tarde.

—Yeji, te dije que tuvieras cuidado —Lisa llegó a reprenderla.

—Lo siento hermanita, no sabía —Ella también soltó unas lágrimas. Ya era suficiente con que el espejo me lo dijera. Parecía un espantapájaros.

—Mi amor, vas a mejorar, los médicos están haciendo todo lo posible... —Lisa trató de consolarme. Hice tripas el corazón para no hacerlas sentir peor.

—Lo sé, lo sé. Creo que después de todo no es un buen día para ir de compras —les sonreí.

—¡No! Vamos Jennie, hoy hay ofertas. Ya se —Rebuscó su bolso y sacó un pañuelo grande de color azul, lo dobló en dos. Se acercó a mí y me lo puso en la cabeza, lo amarró bajo mi barbilla, se quitó las gafas que traía colgadas y también me las puso— Te ves como una espía —Sonrió, le devolví la sonrisa, sólo trataba de hacerme feliz.

—No creo que sea buena idea, Jennie debe descansar —se quejó sutilmente Lisa.

Me miré en un espejo que Yeji me alcanzó. No se notaba que era yo, sólo parecía una chica con algún problema de piel o tal vez sin cabello.

—Pareces toda una artista de incógnito —me alentó mi amiga.

—¿Nos vamos? —le dije antes que Lisa se arrepintiera otra vez de dejarme ir.

Necesitaba salir, necesitaba aire urgentemente. Distraer mi mente en escaparates, mirando cosas que no necesito y sobretodo necesitaba una amiga como Yeji, que pudiera hacerme olvidar un rato el miserable momento por el que estaba pasando.

—Cuídala mucho, tengo que hacer un par de trámites, Jisoo va a alcanzarlas en el centro comercial, yo iré en un par de horas —le indicó Lisa.

—Lisa, vamos a estar bien. Mientras Jennie esté conmigo estará muy segura.

—No te preocupes, amor. Sé que la pasaremos bien —Le sonreí.

—Me llamas si te sientes mal y paso por ti, no camines mucho, debes descansar cada poco tiempo, no te agites —En sus ojos se notaba que no quería dejarme ir, pero ya eran varios días que apenas salía a tomar sol.

Salimos en el nada discreto auto rojo de Yeji. Me sentí mejor cuando llegamos, era de mañana así que no había mucha gente en el centro comercial. Desde que bajé en el estacionamiento sentí algo extraño, como un viento demasiado frío para esta estación. Miré hacia todos lados y no había nada extraño ni nadie conocido. Pensé que eran ideas mías, me estaba volviendo paranoica.

Entramos a una de las tiendas más grandes de ropa, Yeji estaba feliz, éste era su elemento, me indicaba a cada lado las ofertas, la calidad de las prendas, me daba su opinión sobre cuales me quedarían mejor.

—Mira esa zona. Allí encontraremos cosas muy bonitas para ti —Me señaló frenética.

Eran vestidos, faldas y blusas de algodón puro.

—¿Estás segura? —pregunté.

—Claro, pero no éstas —Señaló las que estaban en exposición— Dentro hay una zona con prendas más bonitas hechas de algodón de primera calidad. Vamos —Me obligó a entrar.

Conserje Manoban | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora