20- De puta madre

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Mía
Puerto Vallarta 2020

Llegando a la parada del bus ya eran las seis con cuarenta, Theo tomó el primer taxi que encontró y me dejó sola en la parada. Me senté un rato, me dolían los pies y todavía me quedaba mucho que caminar hasta la mansión.

Retomé mi camino veinte minutos después. Una vez llegué tomé una ducha rápida sin dejar de pensar en la confesión del chico. El simple hecho de que se me confesase en un momento así, cuando estaba mal por su adopción, ya provocaba estragos en mi corazón. En mi mente se reproducía ese momento una y otra vez como un bucle interminable.

Decidí que hablaría con el en cuanto lo encontrara en la universidad. No sabía exactamente que le diría, solo sentía la necesidad de explicar mi reacción.

Me observé unos segundos en el espejo luego de limpiarlo. Mis ojeras eran bastante notorias, evidenciando el gran cansancio que tenía, preferí no quedarme más tiempo frente al espejo porque, de ser asi, me acostaría a dormir y no iría a la universidad.

Me vestí rápido para bajar a por algo de picar y servir el desayuno para la familia.

Corrí nuevamente hasta la parada, pero tarde, ya había perdido el autobús y me tocó ir andando.

No pude entrar a mi primera clase. Luego de dos más me sorprendió no ver a Theo en las  que compartíamos aunque supuse que él si se quedó durmiendo. Ya hablaría con el al día siguiente.

Almorcé con Carlos y Amanda en un lugar bastante lindo que no había visitado. En cuanto llegué a la mansión limpié gran parte del piso inferior de la casa, lo que me tomó casi toda la tarde.

...

Dos días después y Theo seguía sin asistir a la universidad. Empezó a preocuparme, le escribí pero no contestó mis mensajes, incluso lo llamé pero no respondió. Sigo desconociendo la razón por la que me afectó tanto que me ignorara, solo se que quería hablar con el cuánto antes.  Ya hoy era viernes así que si no asistía hoy no tendría la oportunidad de hablar con el hasta el lunes si seguía ignorando mis mensajes.

—Mía —Me llama Julia con una bandeja con desayuno en las manos. —¿Estas bien?, te noto un poco distraída los últimos días.

—Estoy bien, no te preocupes, lo solucionaré pronto. Siento que mis asuntos personales esten interfiriendo en el trabajo —Me disculpo 

—Me alegro. ¿Puedo pedirte un favor?

—Claro, dime para que soy buena.

—¿Puedes llevarle esto al joven Carrasco? —pide levantando un poco la bandeja de desayuno — Lleva días enfermo por lo que no baja a desayunar, yo estoy muy ocupada y Rosa no vino a trabajar hoy.

—¿Ese es el hijo de la Señora Laura, verdad?

—Si, se me olvidaba que no lo conoces, es un chico muy agradable.

Tomo la bandeja y doy unos cuantos pasos para salir de la cocina aunque vuelvo atrás para preguntarle algo a Julia.

—¿Dónde está su habitación? —Inquiero con una sonrisa incómoda.

—En la primera planta antes de llegar a la puerta del patio doblas a la derecha. Ahí es.

—Entendido.

Siguiendo las instrucciones de Julia llego a la habitación. Hago malabares con la bandeja para tocar la puerta. Después de unos minutos sin respuesta decido abrirla y adentrarme en ella.

Es una habitación bastante rara y original. Nada más abrir es una escalera hacia abajo, no tiene ventanas por lo que el aire acondicionado está bastante fuerte. Esta pintada de azul con algunas luces led del mismo color en el techo. La cama se encuentra en medio, a sus lados dos mesitas. Una computadora gigantesca a un lado. En la  pared frente a la cama una pantalla de TV que posiblemente sea más grande que yo, junto a un montón de controles de videojuegos. 

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