Capítulo 10: Incompetente

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El suave sonido de unas teclas sonando de fondo en el lado derecho de la cama fue lo que me despertó, logrando sentir como al momento en el que dejaba de escribir, acercaba su mano izquierda a mi espalda desnuda para acariciarme.

Él aprovechaba que estaba boca abajo para rozar mi espalda con ternura, centrando sus ojos en mi laptop, mientras en ocasiones tomaba con su mano derecha unas hojas bastante arrugadas que no guardamos ayer, antes de iniciar con una serie de caricias que ciertamente fueron increíbles.

El efecto del vino no tuvo nada que ver, siento como mi cuerpo cosquillea al mirarlo luego del intenso sexo que tuvimos a lo largo de la noche, creyendo en que quizás pudimos habernos excedido un poco.

Lo mejor es que él estaba acabando mi trabajo, casi como si supiera que me quejaría con él por no haber sido capaz de acabarlo la noche anterior debido a sus constantes distracciones.

Me sentía bien, la temperatura de la habitación era perfecta, no sentía frío a pesar de estar sobre la cama con la sábana cubriendo de mi cintura hacia abajo.

Mis brazos ayudaban a crear una nueva almohada, sintiéndome bastante cómodo y en realidad no deseaba acortar el silencio, pero deseaba conocer su expresión al verme despierto.

—¿Te falta mucho?— pregunté, apreciando como sus labios creaban una sonrisa.

Sus ojos me miraron al instante, conservando la sonrisa coqueta que me dedicaba ayer luego de hacerme confesar cuánto me gustaban sus caricias.

—No, ya acabé, estaba terminando de revisarlo para la reunión de esta tarde— avisó, cerrando la pantalla para dejar mi laptop sobre la repisa de su derecha.

Él se inclinó a mis labios luego de eso, besándome a la vez que mis labios creaban una sonrisa por lo innecesariamente coqueto que estaban siendo sus labios.

Hace tiempo no tenía un sexo tan alucinante, esto me llenaba un poco de energía, sintiendo que quizás no me importaría hacerlo ahora antes de alistarme para ir al trabajo.

—¿Qué hora es...?— pregunté sobre sus labios.

—¿Importa?— preguntó con una sonrisa, llevando su mano a mis nalgas.

Sólo deseaba saber si podíamos hacerlo sin tener que llegar tarde al trabajo, algo que a él no le importaba demasiado, sino que con besos coquetos se fue subiendo sobre mi cuerpo, aprovechando la posición en la que me encontraba para tener un momento rápido antes de bañarnos.

No sé desde qué momento su pene estaba duro, pero se adentró por mi agujero sin condón, besándome para callar mis reproches e iniciando un suave movimiento que estremecía mi cuerpo por completo.

El cosquilleo de placer generándose en mi vientre y extendiéndose a lo largo de mi cuerpo me gustaba mucho, principalmente porque el complaciente movimiento de su pelvis mantenía mi cuerpo pidiendo más.

—Haah... que delicia...— suspiró en mi oído, dirigiendo su mano hasta mi entrepierna, obligándome a levantar un poco mi trasero para que su mano pudiese moverse con comodidad.

Se sentía bien, su erección se estaba moviendo un poco más rápido dentro de mí, logrando ruborizar mis mejillas por el modo en el que mi cuerpo gozaba esta situación.

Acabo de despertar y apenas dos minutos después, me tiene con la entrepierna mojada y con choques eléctricos que me obligan a morder la almohada para no gemir lo mucho que me gustaba.

Mis gemidos ahogados sobresalen dentro de la habitación, a la vez que sus complacientes movimientos se centraban en aquel maravilloso sitio que me mantenía empapado.

RIVALES | BoyLoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora