capitulo 12

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Capitulo 12

Perspectiva de Inuyasha

¡Malditos! ¡Los voy a matar!

Corrí hacia la dirección en la que venían esos malditos engendros. Salté y, de un sólo golpe de mis garras, maté a uno de ellos. Miré al otro, el cuál me escupió algo ácido y asqueroso, pero fui más rápido y lo esquivé. Traté de tomar la espada que tengo colgada en mi cintura, sin embargo, me dio una descarga eléctrica al intentar tocarla.

¡Carajo! ¡¿Por qué mierda tengo una maldita espada si no la puedo usar?! ¡Feh! Da igual, no la necesito.

Le mostré mis garras, sonriendo, al mismo tiempo en que me disponía a atacarlos.

Perspectiva de Kagome

Salí del rio y me puse mi ropa lo más rápido posible. Al terminar, coloqué mi mirada en la pelea y, para mi sorpresa, Inuyasha ya había matado a uno de ellos, sin embargo, quedé anonadada al ver como él trataba de empuñar a colmillo de acero y éste lo rechaza.

Comprendo... Inuyasha está en su forma yokai y, al igual que Sesshomaru, no puede ni siquiera tocarla.

Perspectiva de Inuyasha

- ¡Maldito engendro! ¡Hoy es el última día de tu vida!

Salté, atravesando al segundo. Volteé y corrí hacía el tercero, arrancándole la cabeza. Aterricé, observando los tres cuerpos sin vida y mi sonrisa no se borró ante aquella espantosa escena.

- Unas basuras como ustedes jamás serán rivales para mi.

Me di vuelta, encontrándome con la humana mirándome desde la orilla del rio.

¿Qué hace con su ropa puesta?

Realicé una mueca de disgusto.

¿Esa perra me hizo hervir la sangre sólo para después volver a vestirse? Eso si que no lo voy a permitir.

Me acerqué a ella, sin embargo, sin previo aviso, a mi nariz llegó un olor asqueroso. Miré mis garras y noté que estaban empapadas con la sangre de aquellos monstruos. Desvié mi camino hacia la orilla del rio y lavé mis manos. Al terminar, retomé el rumbo hacia donde ella se encontraba.

Perspectiva de Kagome

Inuyasha se lavaba las manos, tratando de quitarse la sangre, sin embargo, mi cuerpo se tensó cuando lo vi acercarse, nuevamente, hacia mi, con una sonrisa en su rostro. Cuando estaba a unos metros de distancia, comencé a retroceder.

- ¿Por qué te vestiste?

- ¿He? Bueno... yo... yo... vi a tres monstruos que iban a matarnos - su sonrisa creció.

- Ellos ya no están, asique ven...

Me tomó de la cintura, recorriendo mi cuerpo con sus manos, con descaro.

- Inuyasha... ¡no hagas eso! - le reproché con la cara roja.

- No te hagas la tonta, perra, sé muy bien que te gusta, tu olor te delata.

- ¿Mi... olor? - pregunté, avergonzada.

- Exacto.

Lamió mi cuello y yo solté un suspiro, maldiciéndome internamente por ser tan débil con él. Pude sentir su colmillo sobre mi piel y, en lugar de asustarme, cerré mis ojos y otro suspiro abandonó mis labios. En ese momento, sentí su lengua recorrerme hasta el lóbulo de su oreja.

- Dime, ¿esto te esta excitando, perra? - susurró.

No respondí porque la vergüenza era aún más grande que mi deseo, sin embargo, los dos sabíamos que él tenía razón.

Inuyasha descontroladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora