capitulo 22 final

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La marca...

Sentir sus labios era la gloria. Eran tan suaves y carnosos, que nunca me cansaría de besarla.

Llevé mis manos a su cintura, sentándola sobre mi regazo, mientras escuchaba los suspiros de su boca.

El beso se hizo más intenso, al igual que el calor. Ella comenzó a moverse sobre mi, sentándose a horcajadas, con una pierna a cada lado de mis caderas. Observé como su rostro se sonrojaba y, por dios, que bella se veía.

- Inuyasha, te amo tanto. - me susurró y yo creí estar soñando, ¿Cómo una chica como ella podía amar a alguien como yo?

- Kagome, ¿Cómo puedes amar a alguien como yo?

Me miró confundida, sin embargo, su expresión se transformó en una de enojo y, finalmente, una sonrisa.

- Inuyasha, no vuelvas a decir eso, ¿de acuerdo?

- Pero...

- Shhh, cállate y ámame, ámame tanto como yo te amo a ti.

Volví a besarla, pero con más anhelo, más pasión y más ansiedad. La deseo, por dios, si que la deseo.

Ella comenzó a acariciar mi pecho, tratando de desprender mi haori. Sonreí, sin embargo, no la ayudé porque me encantaba ver que ella lo hiciera. Solté un jadeo al sentir como comenzaba a moverse sobre mi. Llevé mis manos a sus caderas, ayudándola con aquel exquisito movimiento. Logró quitarme el haori y yo quite lo que quedaba, tirándolo a mi lado como si se tratara de una manta sobre el césped.

Sus manos volvieron a acariciar mi torso y, con sus mejillas sonrojadas, bajó su rostro, dejando pequeños besos en mi cuello y pecho. Un nuevo jadeo abandona mis labios, producto del placer que me está haciendo sentir. Recorrí el trayecto de sus caderas hacia sus piernas.

Por dios, eran tan suaves y cremosas. Era como si mis manos tuvieran vida propia, ya que comenzaron a subir y colarse por debajo de su blusa, mientras disfrutaban de la suavidad de su piel.

- Mmm, Inuyasha.

Escucharla decir mi nombre de esa manera provocó un tirón en mi miembro y, al parecer, ella se percató de ello.

Poco a poco comenzó a quitarse la blusa. Vera enfrente de mi, sólo con aquella pequeña prenda que tapaba sus pechos, hizo que me relamiera los labios.

- Inuyasha, yo...

Llevé mi mirada hacia la de ella. ¿Qué quería decirme? ¿Acaso quería que me detuviera?

- ¿Qué pasa? - pregunté algo dudoso.

Ella bajó la cabeza, al mismo tiempo en que pronunciaba:

- Yo hice un trato con tu parte yokai, ¿recuerdas?

Sonreí, aliviado.

- ¿Tú quieres que sea él el que...? bueno, ya sabes.

Se acercó, dándome un beso que me dejo sin aliento.

- Inuyasha, te amo en todas tus formas, lo sabes, pero... creo que le debemos a él el hecho de que tu estés de vuelta, ¿no?

Solté un suspiro, ya que tenía razón, yo mismo había aceptado el trato.

- Si, tienes razón, Kagome.

- Entonces, ¿Qué hacemos?

Sonreí, volviendo a besarla. Llevé mis labios a su oído y susurré:

- Él va a marcarte, pero yo te prepararé, pequeña.

- ¿Qué?

Sin decir más, la besé con pasión y hambre, mientras mis garras rompían la tela que cubría sus pechos.

Inuyasha descontroladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora