Ya había pasado una hora exacta desde que habían vuelto del veterinario, Jennie llevó a Kuma a su cama para dejar que el perro (ahora con su pata vendada) descansara acurrucado en su cobija favorita.
Jennie por otro lado se desplomó en el sillón con Lisa a su lado, Ya había pasado una hora exacta desde que habían vuelto del veterinario, Jennie llevó a Kuma a su cama para dejar que el perro (ahora con su pata vendada) descansara acurrucado en su cobija favorita.
Jennie por otro lado se desplomó en el sillón con Lisa a su lado, ambas agotadas física y emocionalmente por los eventos de la tarde. Jennie suspiró profundamente, sintiendo el peso de la tensión y la preocupación en sus hombros.
—No puedo creer que haya venido hasta aquí... y que haya llegado a lastimar a Kuma. Es un monstruo —murmuró Jennie, con la mirada perdida en el vacío.
Lisa abrazó suavemente a Jennie por su cintura y con su otra mano acarició la mejilla de Jennie que tenía un hematoma rojo a punto de ponerse morado.
—No solamente lastimó a Kuma, te pegó una cachetada e intentó violarte—expresó Lisa con rabia ardiendo como lava en su interior.
Jennie apoyó su cabeza en el hombro de Lisa, permitiéndose un momento de vulnerabilidad. La presencia reconfortante de Lisa la ayudaba a sentirse segura.
—No puedo entender cómo alguien puede ser tan cruel. ¿Cómo pudo llegar a lastimar a Kuma de esa manera? —susurró Jennie, sintiendo una mezcla de tristeza y enojo.
Lisa apretó con más fuerza el abrazo y le dio un beso suave en la frente. —Algunas personas son capaces de hacer cosas terribles cuando no obtienen lo que quieren. Pero ahora estamos aquí para protegernos mutuamente y asegurarnos de que eso no vuelva a suceder.
La castaña envolvió sus al rededor del torso de Lisa, provocando que la pelinegra sintiese un escalofrío.
—¿Y que vamos a hacer?, no hay manera de denunciarlo. No solamente no tengo pruebas, Jinho tiene dinero y puede comprar el juzgado y abogado que quiera—le dijo Jennie de forma pesimista mientras escondía su rostro en el pecho de la pelinegra.
Un suspiro más calmado salió de la boca de Jennie cuando Lisa empezó a acariciar con dulzura su espalda.
—Perfecto, entonces vamos a hacerlo siguiente. Tu aquí no estás precisamente segura, vas a venir a mi apartamento o yo me quedo aquí contigo y luego vas a fingir que no conoces a la loca que mató a ese macho ibérico.
Una risita de Jennie resonó en los oídos de Lisa, pero al notar como la pelinegra no respondía se levantó abruptamente.
—Lisa, no estarás hablando en serio—le advirtió preocupada, no por Jinho sino por los problemas en que se podía meter Lisa.
La pelinegra arrugó la nariz.
—Lamentablemente no lo hago, solo quería que te rieras un poco. Tu risa es muy linda—admitió Lisa provocando que Jennie se pusiese roja.
Le dio un golpecito juguetón en el hombro y luego se cubrió la cara con las manos.
—Eres una tonta.
Lisa sonrió ante el gesto de Jennie y le quitó las manos suavemente de la cara.
—Bueno, al menos logré sacarte una risa. Pero en serio, Jennie, estoy dispuesta a ayudarte en lo que sea necesario. No puedo quedarme de brazos cruzados sabiendo lo que ese tipo te hizo a ti y a Kuma.
Jennie asintió, agradecida por tener a Lisa a su lado. —Gracias, Lisa. Significa mucho para mí.
—No hay de qué preocuparse. Ahora, respecto a lo que dije antes, podríamos considerar hablar con alguien de confianza sobre lo que pasó. Tal vez no podamos llevarlo a la justicia de inmediato, pero al menos podríamos tomar medidas para protegernos.
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The Stripper.
RomanceJennie en realidad nunca pensó enamorarse de una stripper. Menos de Lalisa Manoban, la chica que frecuentaba su novio.