Con los primeros rayos de sol filtrándose suavemente por las ventanas, la habitación comenzó a iluminarse lentamente. La luz dorada pintaba patrones cálidos en las paredes, disipando la penumbra de la noche.
Lisa, que se despertó antes que Jennie, observó con calma el cambio en la atmósfera de la habitación. La suavidad del amanecer parecía traer consigo una nueva esperanza, y Lisa se permitió inhalar profundamente, absorbiendo la energía positiva que traía consigo la luz del día.
Cuidadosamente, para no despertar a Jennie, Lisa se deslizó fuera de la cama. La castaña dormía plácidamente, ajena al nuevo día que comenzaba. La pelinegra, con pasos silenciosos, se acercó a la ventana y contempló el paisaje que se revelaba fuera.
Las calles aún estaban tranquilas, la ciudad despertándose lentamente. Los pájaros cantaban melodías alegres, añadiendo su propio matiz musical al inicio del día. Lisa se sumió en la serenidad de la escena, encontrando consuelo en la renovación que traía consigo cada amanecer.
Lisa vislumbró la figura cómoda de Jennie que hacía sobre la cama, rodeada por las sábanas que la abrazaban como un capullo. Una suave sonrisa se dibujó en el rostro de Lisa al ver a su amiga descansar en paz. Decidió dejar que Jennie continuara durmiendo, disfrutando de esos preciosos momentos de tranquilidad.
Con movimientos gráciles, Lisa se dirigió a la cocina para continuar con los preparativos del desayuno. El aroma del café recién hecho se mezclaba con la fragancia de las tostadas que empezaban a dorarse. La cocina se llenó de una atmósfera acogedora, alimentada por la promesa de un nuevo día.
Mientras Lisa preparaba la mesa, reflexionaba sobre la noche anterior y la conexión más profunda que había experimentado con Jennie. La vulnerabilidad compartida había creado un lazo especial entre ellas, y Lisa se sentía agradecida por la oportunidad de ser un apoyo significativo en la vida de su amiga.
El tintineo suave de la vajilla resonaba en la cocina, creando una sinfonía doméstica que contrastaba con la quietud de la mañana. Lisa pensó en cómo podría ayudar a Jennie a enfrentar el día de la mejor manera posible, brindándole el apoyo que necesitaba para superar los desafíos que se avecinaban.
Con el desayuno listo, Lisa decidió llevar una bandeja a la habitación para sorprender a Jennie con una comida reconfortante. Regresó con cuidado, evitando hacer ruido, y colocó la bandeja sobre una pequeña mesa auxiliar cerca de la cama.
—Buenos días, Nini. —Lisa murmuró con voz suave mientras acariciaba suavemente el brazo de Jennie para despertarla delicadamente.
Jennie parpadeó lentamente, despertándose con una expresión soñolienta. Sus ojos se encontraron con los de Lisa, y una pequeña sonrisa se formó en sus labios al darse cuenta de la sorpresa que le esperaba.
—¿Desayuno sobre la cama?, ¿Qué hice para merecerlo?—preguntó Jennie confundida, en realidad no estaba muy acostumbrada a recibir tanta atención. Lisa, al notarlo sintió su corazón apretarse.
—El simple hecho de existir te hace merecerlo—le respondió Lisa con una sonrisa—eres una gran personita que lo merece.
Jennie se ruborizó ligeramente ante las dulces palabras de Lisa. Aunque no estaba acostumbrada a recibir tanta atención, la sinceridad y calidez de su amiga la hacían sentirse apreciada de una manera especial.
—Gracias, Lisa. Eres increíblemente dulce. —Jennie respondió con gratitud, dejando que la ternura del momento se instalara en su corazón.
Lisa le indicó a Jennie que disfrutara del desayuno, y ambas compartieron la comida en la intimidad de la habitación. El ambiente estaba impregnado de una sensación reconfortante, como si la amistad entre ellas se fortaleciera con cada bocado compartido.
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The Stripper.
RomanceJennie en realidad nunca pensó enamorarse de una stripper. Menos de Lalisa Manoban, la chica que frecuentaba su novio.