VI

833 160 25
                                    

Los flashes de las cámaras eran disparados sin descanso, uno tras otro, capturando cada momento desde el instante en que el mecenas y fundador de la Nueva Ópera y el arquitecto responsable, Fernando Alonso, cortaron el listón rojo frente a las puertas del inmueble. Éste era uno de los eventos sociales más importantes del año, incluso algunas celebridades americanas se encontraban entre el público, ansiosos por formar parte de este hecho histórico. Una oleada de aplausos resonó, dando fe de la inauguración de este nuevo recinto de las artes. Entre el público, Checo y Carlos celebraban emocionados, incluso el mexicano tuvo el impulso de llevar sus dedos a sus labios y silbar con potencia, haciendo alarde de la salud de sus pulmones, aumentando el ruido alrededor de este momento. Cuando la euforia se calmó, fue tiempo de anunciar el acceso y recorrido por las instalaciones, para en seguida pasar a la sala del teatro para la exhibición del ballet de París.

Checo lucía especialmente elegante, muy propio para el momento, usaba un traje gris claro con las solapas, botones y pequeños detalles en las bolsas en color negro, complementando con una camisa blanca y un moño negro que se ceñía muy bien en el cuello. El traje le ajustaba perfecto, delineando su silueta con una forma muy atractiva, parecía un exótico modelo de Hugo Boss en plena pasarela mientras usaba un par de zapatos italianos de agujeta también en negro. No se dio cuenta, pero en su persona se habían posado más de un par de miradas. Carlos también se veía bastante guapo, a diferencia de Checo, él se decidió por algo más clásico, un traje negro, aunque las solapas de su saco eran de satín, así que le daban un toque de brillo. También complementó con una camisa blanca, pero no usó ni moño ni corbata, solo un lindo pañuelo blanco en el bolsillo del saco. El par de latinos se robaban la atención del público, alguien incluso llegó a confundirlos con actores de televisión cosa que evidentemente les divirtió. Junto con Fernando y el asistente legal de la Ópera, entraron en uno de los pequeños palcos privados para poder observar desde ahí el recital de ballet.

Detrás del escenario el movimiento no era menor al que había afuera, bailarines, asistentes, vestuaristas, maquillistas, técnicos, organizadores, todos iban de un lado a otro apurados por comenzar con el espectáculo. Ya habían dado la primera llamada, era cuestión de minutos para que iniciara el espectáculo, Max estaba ahí, se había colado con los del staf para poder desearle suerte a Charles antes de ir al asiento que le correspondía entre el público. Quizás si hubiese sido más curioso y hubiese recorrido con la mirada los balcones en los costados del teatro, habría reconocido la bella sonrisa que hacía diez años le había robado el corazón, pero no lo hizo y nunca se percató de que, en ese preciso momento, se encontraba compartiendo el mismo espacio que Sergio. Cuando la suave música de la orquesta comenzó a sonar y el telón se abrió, todas las miradas se dirigieron al escenario. Los bailarines lucían hermosos, las chicas con sus bellos tutus largos de tul blanco y los chicos presumiendo de su increíble tono muscular en mallas blancas. La precisión y la pulcritud con la que ejecutaban cada baile y cada cargada, no hacía más que aumentar la admiración de los espectadores. Sergio estaba maravillado, no solo por el espectáculo, sino por lo increíblemente bien logrado el diseño del auditorio, la acústica era maravillosa y la vista desde su posición era inmejorable, estaba seguro que, desde cualquier asiento, podía apreciarse perfectamente el escenario. Admiraba a Fernando, era un arquitecto impecable, no solo se preocupaba por la estética, sino también por la funcionalidad, le quedaba claro el por qué había sido seleccionado para realizar este proyecto.

Al finalizar la obra, el Ballet de París fue arrollado por las aclamaciones de la audiencia, los aplausos resonaban con fuerza, haciendo vibrar de felicidad el corazón de los bailarines, en especial el de Charles Lecrerc, quien hacía un gran esfuerzo por contener las lágrimas de emoción. Desde su posición en el escenario, quiso buscar a su mejor amigo entre el público, pero le fue imposible ver más allá de la segunda fila debido a los reflectores. Tras de varios minutos de aplausos, los bailarines agradecieron a la audiencia y luego se retiraron detrás del telón.

El mejor de mis viajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora