VIII

1.2K 178 40
                                    

Las puertas del ascensor se abrieron dando paso a un extrañamente alegre español, era temprano por la mañana, Carlos salió con pasos tranquilos tarareando un clásico de los 80's -He's a smooth operator, smooth operator...- La noche anterior había sido perfecta, muy divertida, había disfrutado como un crío en una de las más increíbles fiestas, había bebido, reído y hasta bailado, incluso había conocido a un chico bastante interesante y con los ojos más hermosos que jamás hubiese visto, quizás esta era la principal razón de su buen humor, todo esto, claro, dejando de lado el hecho de que su mejor amigo había desaparecido misteriosamente, aunque al menos éste había tenido la delicadeza de mandar un mensaje avisando que estaba bien. Caminaba por el pasillo buscando la suite 111, al llegar, tocó un par de veces y esperó a que Checo abriera, cuando lo hizo y pudo verlo, no pudo evitar que una burlona risita se le escapara ante el aspecto despeinado y amodorrado de su amigo

-Ahla, Checo, pero mira la carita que te montas ¿No habéis dormido en toda la noche o qué cojones?

Checo se talló uno de sus ojitos con su mano, totalmente ignorante del nido de pájaros que tenía por cabello en ese momento –si, voy despertando...fue una noche larga- acto seguido, un bostezo al estilo león se le escapó

-Vaya tío, que he venido por ti para ir a desayunar. Anda, ponte lo primero que encuentres en el armario y vayamos abajo, tenemos mucho de qué platicar- Carlos hizo el intento por empujar a Checo dentro de la habitación para entrar detrás de él, pero el mexicano no se lo permitió

Completamente despierto ante el intento de Carlos por entrar, Sergio sujetó la puerta y luego hizo una seña con su mano para indicarle que se fuera –Adelántate y pide una mesa en el restaurant del hotel, no tardo nada en bajar ¿Fernando nos acompañará?- trató de desviar la atención de su amigo sobre el hecho de que no le había permitido entrar

Evidentemente eso fue muy extraño para Carlos, quien miró a Sergio con obvia confusión, pero siendo como era el español, su mente pícara no tardó en comprender lo que estaba sucediendo –Joder tío ¡Que no estás solo!- una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro y se hizo aún más grande al ver la expresión de Sergio que confirmaba lo que acababa de decir –Mierda...¿Es por eso que te has desaparecido anoche? ¿Quién es?- como buen chismoso, intentó asomarse por encima del hombro de Checo, tratando de vislumbrar al misterioso acompañante del mexicano, pero no logró ver nada

Sergio lo empujó por el pecho y salió al pasillo con él, entrecerrando la puerta detrás de él -¡Cállate, wey!...si, no estoy solo- un intenso sonrojo coloreó su rostro, esta no era la primera vez que los amigos se encontraban en una situación similar, pero en esta ocasión no se trataba de solo el acostón de una noche, se trataba de Max –Es...es una historia larga- Una enorme sonrisa y una mordida de labio acompañaron al sonrojo y eso solo provocó que la burla de Carlos aumentara

-Joder tío, no quiero saber qué tan "larga"- bromeaba el español en un claro doble sentido que el mexicano entendió al instante

-Idiota, no me refiero a eso- dijo riendo, aunque aún más apenado que antes –Baja, te alcanzaré en el restaurante y te diré todo

-Vale, no tardes. Si quieres puedes traer contigo a tu "historia larga"- dijo juguetón, alejándose de su amigo para ir de regreso al ascensor

Sergio regresó al interior de la habitación, al caminar por el pasillo de entrada pasó frente a un espejo y entonces pudo ver el desastre que era su cabeza, rápidamente trató de peinarlo con sus dedos, no logró mucho, pero al menos ya no parecía nido de pájaros. Cuando se sintió decente, fue de vuelta hasta la cama donde había dejado a Max. Éste aún dormía, se veía tan sereno y tan hermoso, su rostro estaba tan relajado, sus facciones delicadas se acentuaban, sus pómulos afilados, sus largas pestañas, lo gruesos y rosados labios aún ligeramente hinchados después de una intensa sesión de besos. Su pálida piel lucía tan suave, tan apetecible para acariciar, en la base de su cuello y en su pecho contrastaban un par de pequeñas marcas rojizas, Sergio se sintió avergonzado ante ello, se había dejado llevar y le había marcado la piel cual adolescente con las hormonas revotando. Lentamente se sentó sobre la cama, a un costado de Max, con toda ternura acarició su cabello sintiéndolo tan suave entre sus dedos, el rubio emitió un dulce ruidito, algo parecido a un ronroneo, gesto que derritió de ternura a Sergio. Lentamente deslizó sus dedos hacia su rostro, delineando con sus yemas cada uno de sus rasgos, deteniéndose en su mejilla, donde posó toda su palma y acarició con su pulgar. Max pareció despertar ante esas caricias, respondiendo con una sonrisa, pero sin abrir aún los ojos; removiéndose entre las sábanas y con un ágil movimiento que tomó por sorpresa a Checo, lo atrapó entre sus brazos haciéndole caer con él sobre el colchón, Max lo aprisionó entre su cuerpo y la cama y, sin darle oportunidad a nada, asaltó sus labios, robándole un beso demandante y profundo, tomándose el tiempo necesario para beberse todo su aliento. Para cuando se separaron, ambos se encontraban igual de agitados

El mejor de mis viajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora