IX

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-Así que ¿Max y tú...?- Preguntaba con curiosidad, dejando sin cerrar realmente su pregunta

Respira profundamente y luego deja escapar lentamente el aire –Max y yo vamos a intentarlo- dijo con un tono neutro

-Si, pero ¿Esa mierda qué significa? Hombre, que él vive en Keynes y tú pasas la mayor parte del tiempo en Ciudad de México ¿Piensan tener esto a larga distancia? O ¿Cómo?

-En un inicio, si- dijo un poco más serio, haciendo una pausa en busca de ordenar de mejor manera sus ideas –Obviamente ninguno puede solo mudarse de la noche a la mañana, pero...yo lo he estado pensando...las oficinas principales de Force One están en Londres, podría pedir mi cambio allá y viajar a México cuando sea necesario. No estaríamos en la misma ciudad, pero sí muy cerca-

-Tío ¿Te das cuenta de la locura que es todo esto, verdad? Entiendo la parte romántica y lo genial que parece como si estuviesen viviendo dentro de una de esas películas en las que el amor todo lo puede, pero vamos ¿Realmente crees que va a funcionar? ¡Has estado idealizando al hombre por diez años! ¿Cómo puedes estar seguro de que esto es real y no solo la ilusión de un romance de vacaciones?

Checo lo veía un poco afligido, entendía perfectamente lo que Carlos le decía y por qué se lo decía, era plenamente consciente de lo rápido que estaba pasando y de todo lo que podía salir mal, sabía que Carlos solo se preocupaba por su bienestar, pero Sergio nunca había estado tan seguro de nada como lo estaba ahora del hecho de que estaba enamorado de Max –Solo lo sé, Carlos...y lo supe hace diez años, no necesité más tiempo en ese entonces, ni lo necesito ahora. Estoy seguro de lo que Max me hace sentir; sé que esto es impulsivo, apresurado y que puede parecer que no estoy pensando con la cabeza, créeme que lo hago, pero no quiero dejar de intentarlo solo por miedo al fracaso. Esta es la segunda oportunidad que nos da el destino y no pienso desaprovecharla, no esta vez- la determinación brillaba con furia en sus ojos, si había algo que caracterizara a Checo Pérez eso era que jamás se daba por vencido, y eso Carlos lo sabía muy bien.

-Joder...- fue la primera expresión que se le escapó al ver a Checo tan decidido –Ni hablar- dijo resignado -¿Y le construirás una casa de una planta o dos?- bromeó, relajándose y relajando a Sergio, ya le había quedado más que clara la respuesta de su mejor amigo

Checo rio, apenándose un poco por la implicación que tenía esa pregunta –Aún es muy pronto para decidirlo...- rio un poco más al ver la expresión de Carlos como diciéndole "ay por favor", claramente irónico ante la manera en que Checo evaluaba el tiempo cuando se trataba de Max –podría ser de dos, me gustaría que tuviéramos una familia grande

-Ostia tío, estás loco


Ambos chicos estaban en la sala de espera del aeropuerto JFK, su vuelo hacia la Ciudad de México saldría en unas horas más, pero se habían adelantado para acompañar a Fernando, quien había partido hacia Madrid más temprano ese día. Ambos viajaban ligero, así que no tenían ni necesidad de hacer check in, solo tendrían que esperar hasta que llegase su turno de abordar. Estando ahí sentados, Checo aprovechó para revisar cosas de trabajo en su celular, estaba tan sumergido en su lectura que fue sorprendido cuando Carlos le codeó las costillas y le escuchó exclamar -¡Joder! Tío, ahí te hablan- Sergio siguió con la mirada la dirección en que el español señalaba y entonces lo vio, Max caminaba a toda prisa hacia él, con una sonrisa enorme y con una confianza tal que, cuando estuvo frente a Checo, no le dio tiempo a éste de decir ni hacer nada, simplemente lo envolvió entre sus brazos y le plantó tremendo beso digno de una novela mexicana. Sergio no se resistió, solo se dejó llevar, sintiendo de nueva cuenta sus pies tan ligeros que bien pudo haber jurado que en ese instante flotaba sobre el suelo. Cuando finalmente el rubio le liberó, Checo solo atinó a mirarle con la misma cara de idiota con la que le había estado mirando todos esos días.

-Hey! ¿Qué haces aquí? Creí que tu vuelo salía durante la noche- preguntaba bobalicón, buscando desesperadamente sujetarse de la ropa de Max

-Si, así es, pero decidí que quería verte una vez más antes de que tú partieras, así que nos adelantamos a la compañía- decía con una dulce sonrisa, mientras acariciaba la mejilla de Checo

-¿Nos adelantamos?- cuestionó el mexicano

Justo en ese momento, apareció Charles, asomándose a espaldas de Max -¡Hola chicos!- saludó de manera alegre, mirando de Checo a Carlos, deteniéndose unos segundos de más en el español.

En cuanto se dio cuenta de su presencia, Carlos se levantó de su asiento casi como un resorte, cambiando por completo su mood amargado de hacía solo unos minutos –Charles, también estás aquí- dijo obviando la situación, dándose cuenta muy tarde de lo aguda que había salido su voz. Se le notaba tan nervioso, cosa que ninguno de los presentes ignoró. Checo lo veía con una sonrisa burlona y Max...Max lo estaba juzgando, definitivamente.

-Si, bueno, Max me arrastró hasta aquí con él. Supongo que no quería perderse solo en el aeropuerto- Dijo tratando de sonar como si no se sintiera terriblemente inquieto ante la presencia de Carlos, como si esa mirada y esa tonta sonrisa no le afectaran en nada.

-¿Yo te arrastré? Yo solo te dije que quería despedir a Checo en el aeropuerto- se defendió Max –Pero cuando supiste que también estaría Carlos, fuiste el primero en abordar el taxi –añadió con toda intensión de burlarse de él, esta era su venganza por la manera en que él lo había expuesto con Checo con lo de las fotos.

Charles comenzó a reír nervioso, negando repetidamente y apartando la mirada del español, parpadeando tantas veces que parecía estar abanicando con sus pestañas –no, no, no, no...no fue así...no...no-

Tanto Checo como Carlos se habían sorprendido por lo dicho por Max, pero sin dudas, para Carlos, había sido causa de una gran alegría, sus ojos brillaron con intensidad, buscando desesperadamente encontrar la mirada de Charles, quien se la negó a causa de la pena que estaba experimentando al sentirse descubierto. Esto no pudo sino encantar aún más al español, quien en un intento por retomar la atención de Charles, finalmente habló –Así que ¿Ya me extrañaba, Monsieur Lecrerc?- cuestionó con cierto aire de coquetería.

-Ya quisieras, Sainz- Respondió el bailarín, sacando valor de quién sabe dónde para al fin enfrentar su mirada, aunque de poco le valió, ya que en cuanto sus ojos verdes conectaron con los feroces ojos cafés de Carlos, todo su cuerpo tembló. Agradeció estar de pie muy cerca de Max, o estaba seguro de que sus rodillas habrían flaqueado y habría terminado por caer.

-No diré que no, por supuesto que me encantaría- respondió con altivez, el hombre era todo un conquistador, le gustaba jugar y poner a prueba la seguridad de las demás personas, pero con Charles no era solo un coqueteo, ese chico le gustaba, y mucho, no escatimaría en usar con él sus mejores armas.

Para Charles era demasiado, odiaba a sobremanera que Carlos fuese así de engreído, pero también le encantaba, le gustaba esa felina manera que tenía para envolverle, tan seductor, tan atractivo, tenía tantas ganas de golpear su perfecta sonrisa y al mismo tiempo moría en deseos de besarlo. Comenzó a cuestionarse seriamente si se estaría volviendo loco o si acaso el romance de Max y Checo era contagioso.

Max estaba más que divertido con lo que sucedía, carraspeó con la garganta solo para enviarles el pequeño recordatorio de que ellos seguían ahí. Ambos, Charles y Carlos, guiaron su atención de nuevo hacia sus amigos, solo un poco apenados de que fuesen testigos de esa extraña interacción.

-¿Te das cuenta de que me quitas el protagonismo de mi escena romántica?- dijo Checo a Carlos, fingiendo indignación y haciendo reír a todos, rompiendo de alguna manera cualquier tensión que pudiese haberse estado formando.


Las horas pasaron, los cuatro chicos habían estado en la sala de espera, bebiendo café, platicando, bromeando, haciendo planes para reunirse en alguna otra ocasión, incluso Checo les había invitado a conocer su casa en Guadalajara, para cuando se dieron cuenta, el tiempo había corrido demasiado rápido y por los altavoces se escuchaba el anunció para abordar el vuelo que salía con destino a la Ciudad de México. Checo solo recordaba una ocasión en la que se había sentido triste de volver a casa, pero a diferencia de esa vez, ahora podría despedirse de Max y más aún, se iría con toda la esperanza de que pronto lo volvería a ver. Caminaron hacia el andén que les correspondía a los hispanos y al llegar a la puerta, supieron que era el momento de decir adiós

-Es tiempo de que me vaya...- dijo el mexicano, tratando de sonreír, aunque sin mucho éxito, mirando el enlace que aún mantenía su mano con la de Max

-Nos veremos pronto, lo prometo- con suavidad sujetó la barbilla de Checo, obligándolo a levantar el rostro para así poder mirarse a los ojos –Esta vez no perderé el tiempo

Checo sonrió, apretando con más fuerza la mano que sujetaba -¿Esperarás por mi?

-Toda una vida mijn stralende ster- al ver la sonrisa y el brillo en los ojos de Checo, no resistió más y se inclinó hacia sus labios, sellando esa promesa con el más dulce de los besos.

Checo comenzó a caminar en dirección de la puerta, alargando tanto como le fue posible el momento de soltar la mano de Max, aferrándose hasta el último roce de sus dedos. El frío que sintió al hacerlo, causó un pequeño dolorcito en su pecho, después de tanto tiempo distanciados, le parecía injusto tener que volver alejarse de él. Cuando Carlos y él cruzaron la puerta, Checo dio un último vistazo hacia atrás, logrando ver a la distancia a Max, quien no se había movido de su lugar y le seguía atento a cada paso que daba. Al mirar en su rostro aquella dulce sonrisa y aquella mirada tan cargada de amor, Checo supo que no había nada a qué temer, porque lo que sentían ya había demostrado tener la fortaleza suficiente como para superar al tiempo y la distancia.


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Notas del autor:
Fue un capítulo corto, pero espero lo hayas disfrutado. El capítulo número diez será el último de esta historia, agradezco que hayas leído hasta aquí, deseo que el cierre logre entretenerte y emocionarte tanto como a mí. 

Nos vemos en el siguiente capítulo, querido lector.

Atte.
M. Stormblade



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