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Juanjo

Haberle visto actuar había sido una de las cosas más satisfactorias que había hecho nunca. Nada que ver con la adrenalina de un concierto ni ver multitudes saltando al ritmo de una canción. Esto había sido... algo extraordinario.

En los tiempos de la academia ya me había hecho de apreciar el gusto por el teatro. Todavía recordaba como recitaba monólogos de sus obras favoritas y contaba historias en la sala de Vicky por las noches cuando nadie podía vernos. Pero esto había sido como probar una nueva sensación que me gustaba. Martin era embriagador en el escenario.

Siempre había tenido una presencia indudable, pero lo que había visto era otra cosa.

Me resultaba extraño que ahora viese en una casa que era mía. Tendría su esencia plagando cada rincón de ella durante un tiempo. Era refrescante y agradable la idea de que Martin ocupase un espacio tan triste y desolado como era ese piso en Recoletos.

—¿Me enseñas el piso? —me quedé quieto. No esperaba esa actitud de su parte.

Me giré para mirarle con una sonrisa.

—Por supuesto.

Nada más pasar por la puesta estaba el salón con un sofá y una mesa justo enfrente de una amplia televisión. Todavía recordaba como muchas noches me dormía en el ese sofá fumando y bebiendo después de un día de estrés y de bajón.

La cocina era pequeña, ideal para una persona, pero muy pequeña si había dos cocinando. La habitación principal, que tenía una gran cama y un escritorio como para tres personas casi, incluía un baño individual, pero también había otro al lado algo más grande. La de invitados, que estaba al final del pasillo, era más pequeña y sencilla.

Martin miraba la estancia con curiosidad. Su mirada no se posaba en mí para nada. Me entristecía, pero lo entendía. Todavía estaba muy incómodo conmigo a su alrededor, y aunque lo entendiese, no podía evitar que me entristeciera.

—Este es tu nuevo hogar, aunque sea temporal.

Esa fue la primera vez que nos miramos desde que habíamos entrado. Fue un choque, un golpe. Como si el tiempo se hubiera detenido. Solo podía ver el brillo incesante y curioso de sus ojos. Esa mirada siempre miraba a través de mi alma. Ahora ya no me daba miedo, pero seguía removiéndome las entrañas.

Su sonrisa... Seguía siendo tan pura como siempre.

—Gracias Juanjo —no pude evitar las mariposas que se formaron en mi estómago. —Por todo.

Intenté acercarme cauteloso. Tentando el terreno. Como no retrocedía, seguí avanzando.

—Siempre estaré para ti —dije mientras acariciaba su brazo.

Algo en sus ojos cambió. Se alejó dejando un vacío a mi alrededor.

¿Qué había dicho?

—Voy a colocar mis cosas, o algunas al menos —se dio la vuelta para llevar sus maletas a la habitación. —Ya me irás avisando de horarios para ir a ensayar, y eso.

—Mañana a las nueve estaré aquí abajo para llevarte donde es.

—No es necesario, puedo coger el metro...

—El metro es peligroso, sobre todo para caras un poco más conocidas. Mañana te recojo y te llevo.

Martin solo asintió y desapareció entre las habitaciones.

Me quedé ahí plantado sin saber qué hacer. Estaba en mi propia casa y me sentía como un intruso. Miraba al punto donde había desaparecido. Suspiré y dirigí mis pasos hasta la salida.

God only knows... - Juantin ot2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora