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Martin

Eran las 8:30 de la mañana, pero yo llevaba ya despierto casi dos horas. No había podido dormir en toda la noche pensando en Juanjo. Me parecía surrealista que pasease y durmiese en su casa como si fuese mía. En cualquier momento sentía que iba a aparecer por la puerta para abrazarme y besarme.

No podía seguir pensando en lo mismo. Además, tenía a Hugo esperándome en casa. No podía hacerle eso.

Había salido a correr un rato al amanecer. En Bilbao hacía mucho más frío que en Madrid. Me gustaba más el fresquito mañanero del norte, pero tampoco me disgustaba sentir los rayos de sol matutino calentándome la cara.

También había visto un gimnasio a unos minutos andando. Apunté mentalmente luego pasar a verlo.

Tocaron las nueve y Juanjo me esperaba en el portal del bloque de pisos. Estaba apoyado en el coche fumándose un cigarrillo. Hacía mucho que no lo veía fumar. Lo había visto pocas veces y mi recuerdo no hacía justicia a lo sexy que estaba cuando soltaba el humo por sus labios. No me gustaba el tabaco, pero la imagen de él fumando era espectacular.

Me había quedado embobado mirándole sin darme cuenta.

—¿Martin? ¿Estás bien? —preguntó interrumpiendo mis pensamientos.

Mis mejillas no pudieron evitar sonrojarse.

—Sí, no te preocupes —dije apartando mi mirada de él e ir hacia el maletero para dejar mi mochila. —Podemos irnos.

Asintió riendo. Rodeó el coche y cuando yo me montaba en el asiento del copiloto, él ya estaba arrancando el coche. Nunca lo había visto conducir, pero era otra imagen digna de un modelo. Cogía el volante con elegancia y cada vez que su mano se acercaba a las marchas, me ponía muy nervioso.

El ambiente empezó a subir de temperatura.

Mis mejillas iban a salir ardiendo en cualquier momento.

Intenté distraerme, pero fue mucho peor. Mi mente fue directamente al ensayo de hoy. No sabía si iba a estar a la altura y mucho menos si mis compañeros iban a ser agradables. Había trabajado con gente tan competitiva que llegaba a ser desagradable a niveles insospechados.

Además, esa gente iba a estar mucho más experimentada que yo. Solo había bailado en escenarios de teatros y normalmente con gente de mi plena confianza y como yo quería. Hacía mucho que no seguía instrucciones de un coreógrafo a la hora de bailar.

Me estaba poniendo muy nervioso. El corazón me iba a explotar. Las manos me temblaban. Una lágrima silenciosa cayó por mi mejilla. Me estaba agobiando yo solo de sobrepensar.

Sobrepensar siempre había sido mi punto débil.

Una mano se posó encima de las mías.

—Martin... Tranquilo, todo va a salir bien —su tono tranquilizador acalló algunas voces de mi mente, pero la espina de preocupación seguía estando ahí.

Asentí con una sonrisa incómoda y esperé a que soltara mi mano. Ese momento no pasó y una sonrisa tonta se formó en mi cara que no se borró en todo el camino.

𐐪✥𐑂

Habíamos tardado media hora en llegar al estudio. Tenía de todo: salas de baile, boxes, habitaciones con multitud de instrumentos, mesas de producción en habitaciones insonorizadas e incluso terraza. Era un espacio para el arte.

Juanjo me dirigió hacia una sala muy amplia con grandes espejos. Había ya unas cuantas personas, pero el que más me llamó la atención fue un chico que no iba con ropa de bailarín. Es más, iba vestido como Juanjo.

God only knows... - Juantin ot2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora