—¿Y ya le has dado de comer? —preguntaba Susanita, mientras acariciaba al gato.
Susana volvía de la cocina con una bandeja, dos tazas, su fiel cafetera italiana, un zumo y una bandeja de pasteles. Buñuelos de nata. Eran los preferidos de la niña.—¿No ves la barriga que tiene? Está tó el día comiendo —se echó a reír una vez que se sentó en el sofá, junto a la pequeña. Raquel estaba al otro lado, a una distancia considerable, mientras acariciaba también al gato. El gato que estaba en el paraíso, tumbado de lado con las patas extendidas y los ojos cerrados, mientras Susanita y Raquel le hacían mimos.
—Es verdad que está un poquito grande —se carcajeó la menor, mirando de reojo a Sus.
—Es súper tranquilo —comentó Raquel sonriendo. Susana asintió.
—Sí, además muy sociable... Es un gato chill —alzó las comisuras de sus labios al mirarla. Compartieron una mirada durante algunos segundos, antes de que fuera Susana quien apartó los ojos—. ¿Café?
—Por favor —respondió Raquel. Susana sirvió en su taza todo de café y echó dos cucharaditas de azúcar. Aquel sencillo gesto le dio un apretón en el pecho. ¿Sabía Carlos como le gustaba el café?
La de rizos dejó la taza a su alcance antes de servirle el zumo en el vaso a la niña y poner uno de los pastelitos en una servilleta.
—Mini, a merendar —señaló a la mesa. Susanita asintió y se sentó en el suelo.
—Buah, Susanita, los muñuelos estos, son mis favoritos —dijo con una gran sonrisa.
—¿En serio? No tenía ni idea —fingió sorpresa Susana, aunque la pequeña se echó a reír negando.
—No seas mentirosilla, que seguro lo sabías... Si sabes un montón de cosas de mí —bufó poniendo los ojos en blanco.
—Bueno, eso es verdad, por algo eres mi persona favorita de este mundo —se encogió de hombros resulta. Y pese a que antes había bromeado, ahora no quedaba ni rastro de ese tono. La niña era una de sus personas favoritas de este mundo.
—¿De verdad? —preguntó, seria y pensativa durante unos segundos. Susana se limitó a asentir—. Guay, tú también eres una de mis personas favoritas —terminó por sonreirle y de repente parecía que tenía muchísimos más años, parecía más sabia y sincera. A la de rizos le dio un pequeño vuelco el corazón, mientras apretaba los labios.
Y como de costumbre, Raquel observaba en silencio. Entre maravillada y apenada. Porque, eso era, lo que siempre había temido de dejar entrar a Susana en sus vidas. Ella, que estaba convencida que acabaría yéndose, y ahí estaba. Siempre estaba.Sin miramientos, la mini, le dio un mordisco descomunal al buñuelo. Acabó con nata hasta por la nariz. Susana se echó a reír, antes de coger una servilleta y limpiarle la boca.
—Amiga, cuidao, que te vas a manchar el uniforme —las dos adultas rieron y Susanita solo las miró con esa cara de pillina que se le daba tan bien.
Raquel le dio un sorbo a su café, algo distante mientras seguía encerrada en sus pensamientos. No recordaba la última vez que Carlos había tenido un gesto así con la niña. No tenía queja de su trato, por supuesto, jugaba con ella y era amable. Pero no era así. No le salía limpiarle la boca, preocuparse por recordar su zumo favorito, su merienda favorita, como sí le salía a Susana, después de meses.—No pasa nada —comentó Raquel al carraspear. Envolvió la taza con las dos manos al darle otro trago. El líquido descendió por su garganta, calentando todo a su paso. O quizás no tenía nada que ver con el café, sino con quien tenía delante.
Susana también se preparó su café y le dio un sorbo.

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Soltar(te)
RomansaESTA ES LA SEGUNDA PARTE DE UNA BILOGÍA. SI NO HAS LEÍDO SOLTAR(SE) TE RECOMIENDO QUE NO SIGAS LEYENDO 🛑 Algunas veces no es cuestión de querer mucho, sino querer bien. Y eso fue lo que aprendió Susana, cuando el destino puso en su camino, de nuevo...