60- prision

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Lourdes se despertó y se desenredó con cuidado de la niña que la rodeaba para encontrarse con Bianca sonriendo.

―Hola Luli.―susurró, tratando de no despertar a las demás. Olivia y Martina estaban dormidas en sus sillas a cada lado de la cama.

―No sabes cuánto me alegra verte bien. Vos y Mar parecen tener el monopolio de asustarme.― exhaló temblorosa.

―Lo siento. Diría que tenemos mucha mala suerte, pero como no nos han matado, creo que tuvimos suerte.―susurró mirando a su madre dormida con cariño.

Lourdes se rió entre dientes, moviéndose de la cama y acercándose a la adolescente.

―Entonces escuché que sacaste al invasor de la tumba y salvaste a Martina.―habló preocupada por el efecto que podría haber tenido en la adolescente.

Pero Bianca sonrió ligeramente, y la miró como si no hubiera apuntado con un arma a su padre. ―Él es solo un extraño malvado, y ella era mi mamá. No me arrepiento de haber hecho lo que hice. Habría hecho lo que fuera. Ustedes ya han pasado por mucho, y ella las necesita a ustedes, al igual que tú la necesitas a ella.―

―Bueno, gracias, no solo por ayudar a Mar a volver a salvo, sino por asegurarte de que tú también lo estabas. Aunque no lo creas, esta familia te necesita. No creo que hubiéramos regresado sin nuestra Bianca a salvo.―

―Te quiero mucho y estoy muy feliz de que hayas venido por Marti. Incluso si no sabías que lo hacías en ese momento, eventualmente habrías venido por ella.―Bianca dijo segura.

La ojiverde miró a su esposa con una sonrisa mientras asentía con la cabeza ― Las almas gemelas siempre se encuentran eventualmente.―Susurró

...

Una vez que Olivia y Emily se habían despertado, la habitación de Bianca estaba llena de lágrimas y risas. Lourdes se fue a la cafetería para desayunar. Al ver a Oriana enojada marchando hacia el hospital con Barbara igualmente enojada que se acercaba a ella, se preocupó.

― ¿Qué pasa?- pregunto deteniéndose en el pasillo

―Agustín Diaz le pagó al padre de Bianca para que matara a Martina. Así fue como pudo pagar el camión que usaba para embestir la furgoneta. No solo lo confesó, sino que tenemos los registros de visitas a la prisión.―

La respiración de la castaña se detuvo, y una ira entró en ella que nunca había experimentado antes. Pudo haber sido sus hormonas, pero no le importó. Mientras le entregaba a la médico las bolsas de comida― Mantén a Marti ocupada durante unas horas. Si ella pregunta dónde estoy, dile que fui a la tienda o que tenía que acostarme y que estoy bien.

―¿A dónde vas?―Preguntó Oriana preocupada.

Lourdes comenzó a alejarse mientras escupía― A hacerle una visita a alguien.

...

―¿Estás segura de que quieres hacer esto?―Micaela preguntó nerviosamente, mientras se acercaban a la prisión.

Lourdes ignoró las miradas de preocupación en los rostros de sus amigas, y se acercó a la recepción― Quiero visitar a Agustín Diaz

El guardia en el escritorio manejando los registros de la computadora, tomó un teléfono, y Lourdes y las chicas fueron conducidas a un área abierta, donde otros prisioneros estaban visitando con amigos y familiares. Se sentaron en un banco al aire libre y esperaron a que los guardias lo trajeran.

Agustín entró en la habitación con una sonrisa al ver a Lourdes esperándolo, y rápidamente se acercó a ellas.

―Lourdes―, exclamó él y se sentó frente a ella. Mirando a las mujeres que estaba sentada al lado de Lourdes ―¿Por qué están ustedes dos aquí?

Desde mi tumba || Martuli G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora