Capítulo 51 - El Chico

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Corría por las callejuelas oscuras llenas de basura, a cada paso que daba los charcos le empapaban más y más los pantalones hasta las rodillas, casi sin aliento giró hacia la derecha, luego a la izquierda y se escondió detrás de unos contenedores. El olor inundó sus fosas nasales, pero eso no le importó, ahora lo prioritario era salvar su pellejo.

Contuvo la respiración en el momento que sintió pasos acercándose, dos individuos pasaron de largo a paso apresurado, mientras maldecían. Oliver, se irguió un poco para observar si ya era seguro salir de su escondite, al ver la vía libre, echó a correr a toda velocidad en dirección contraria.

Esta vez había tenido suerte, no quería ni pensar lo que esos dos le hubiesen hecho si lo hubiesen encontrado, probablemente le cortarían las pelotas. Había sido un movimiento muy imprudente, pero ver todo ese dinero en el bolsillo de ese hombre, que se encontraba en el la ducha, lo hizo actuar sin pensarlo mucho, agarró el fajo y salió corriendo esquivando al otro individuo que esperaba su turno en la sala contigua.

Una de las maneras que tenía Oliver de ganarse la vida, aparte de los robos, era con la prostitución, para él era horrible, pero había veces que no podía conseguir dinero de ninguna otra manera, y al final acababa con esos asquerosos que lo utilizaban como un muñeco de trapo.

Lo odiaba, se odiaba a sí mismo, se sentía sucio, como una rata callejera en una bonita ciudad. Llegó hasta su pequeña guarida, en un esquina del barrio de Aston, unas escaleras conducían a un pequeño bajo abandonado, en donde el joven entró por un hueco en un lateral de la corroída puerta, allí tenía todo, su "casa".

Un pequeño colchón descastado, unos cojines, una mesa con un taburete y una pequeña caja del tamaño de una caja de zapatos, y eso era todo.

Contó el dinero y lo depositó en esa caja, dejándola escondida en un pequeño agujero en el cemento. Se tiro boca abajo en el colchón y lloró, solo un poco y muy silenciosamente. Se sentía sucio. Recordó cuando vivía con su mejor amiga, Jyl, los dos se ayudaban mutuamente, y él no tenía que recurrir a la prostitución para sobrevivir, ellos se las apañaban robando en equipo. Hacían un buen equipo, pero ahora...

Ahora todo se había terminado, Jyl ya no estaba, y aun encima, lo habían obligado a revelar la ubicación de su amiga y del gobernador. Ese maldito hombre que se llevó a Jyl. Aunque en el fondo, estaba contento por ella, ahora ella estaba a salvo, lo tenía todo, sabía que la querían con locura. Pero él la había traicionado, y casi moría por su culpa, por culpa de La TOL. Esos malditos que lo encerraron durante dos semana, y lo torturaron obligándolo a relevar las ubicaciones frecuentes de su mejor amiga, con la intención de atentar contra el gobernador de Cuntercurt. Todo se estaba yendo a pique, y él se estaba hundiendo.

Pensó en lo que había escuchado, esos dos eran miembros de La TOL, mientras se estaban preparando para mantener relaciones, él había escuchado como uno de ellos le decía al otro, que tenían pensado poner varios detonadores en la entrada del edificio de oficinas del gobernador. Según había escuchado, ya tenían todo el material y comenzarían a colocar las bombas en son subsiguientes días, utilizarían a dos infiltrados, que se haría pasar por mecánicos de los ascensores.

Un rio de emociones lo asaltó, debía hacer algo, su amiga podría morir, y él no estaba dispuesto a fallarla de nuevo.

A la mañana siguiente, salió con la intención de avisar a Jyl del peligro que corría ella y el gobernador en ese edificio. El trayecto le duró casi dos horas andando, las oficinas estaban en el mismísimo centro de Kaster. Salió de detrás de un coche, cuando vio como el flamante coche del gobernador seguido de otro con sus guardias de seguridad, aparcaba delante de la puerta. El Gobernador salía del coche, seguido de sus guardaespaldas. Era por la mañana, por lo que Jyl debía de estar en la escuela. Pero no tenía tiempo de ir primero a verla a ella, debía

avisar lo antes posible de los explosivos.

Una vez los guardias estaban dentro, se acercó tapándose con su capucha desgastada, y se coló dentro junto a un grupo de trajeados. Debía llegar al último piso, y hablar directamente con el gobernador, ya que podría haber más infiltrados de La Tol.

Junto cuando iba a entrar en el ascensor, unas fuertes manos lo agarraron de la capucha, bajándosela. Intentó zafarse con movimientos bruscos, pero le fue imposible. Alzó la vista con odio para encararse con quien lo estaba reteniendo.

-"Suéltame, tío¡¡¡"- Al ver que él no lo soltaba, se revolvió e hincó sus dientes en el antebrazo de aquel hombre tan grande. Esto le dio tiempo de correr hacia el ascensor y pulsar el último piso, y justo cuando las puestas se estaban cerrando vio, la mirada de ira de aquel que había intentado atraparlo, la verdad es que daba mucho miedo. Con un escalofrió observó como el ascensor subía piso a piso, hasta llegar al último, donde las puertas se abrieron.

Y para su sospesa, se encontró con varios agentes que lo estaba esperando, Oliver, poco pudo hacer, no tenía escapatoria, dos de ellos se abalanzaron y lo agarraron fuertemente de los brazos sacándolo.

-"He venido a hablar con el gobernador, soltadme, soltadme, es importante¡¡¡¡"- gritaba, mientras daba patadas por doquier.

Hasta que las grandes puertas se abrieron y Shepard salió con su porte, el silencio se adueñó del recibidor y Oliver se quedó totalmente quieto mientras observaba como se iba acercando, como una pantera ante su presa.

-"Habla, jovencito"- Shepard cruzo sus brazos y lo miró impasible, elevando una ceja expectante.

-"Hay bombas¡"- grito desesperado zafándose del agarre del agente Colton -"bombas por todo el edificio"- enfatizó con las manos.

-"¿Dónde, y como lo sabes?"- Preguntó el experimentado agente apresuradamente, mientras se preparaba para dar órdenes desde su dispositivo de comunicación.

-"Están en los pilares de sujeción de cada piso, cerca de los ascensores"- explicó colocándose la sudadera -"Se lo escuche decir a los de La TOL"-

-"Shepard, debemos salir ya"- dijo Jefferson, que había llegado hasta ellos, tapándose el mordisco que le había dado el chico en su huida hacia las plantas superiores.

-"Código Z, repito: código Z"- Colton salió de la estancia preparando el protocolo de actuación.

Los agentes Li y Hudson acompañaron al gobernador por las escaleras de seguridad, mientras que Jefferson agarraba del antebrazo a Oliver y bajaba apresuradamente pasos atrás.

Llegando a los garajes, el intercomunicador de los agentes avisa: "Confirmado, hay explosivos por todo el edificio".

-"¿Veis?, es cierto¡, ahora suéltame pedazo de animal abusón¡"- gritó Oliver revolviéndose.

-"Estate quieto niño"- sonó la potente voz de Gates, haciéndolo callar al instante -"Tú te vienes con nosotros"-

-"Li y Hudson, conmigo, escoltaremos al gobernador hasta su casa"- Decía Colton mientras abría la puerta del coche blindado que los estaba esperando.

-"Gates, ocúpate del crio, luego quiero hablar con él"- Dijo Shepard entrando en el vehículo y cerrando la puerta.

Aun con el joven agarrado, lo arrastró hacia su Jeep, pero justo cuando abrió las puertas, sintió una fuerte patada en sus partes, que lo hizo encogerse y soltar a su presa, Oliver aprovecho el momento y salió pitando rampa arriba atravesando los garajes hasta perderse en la bulliciosa ciudad.

-"Maldita sea..."- Se lamentaba el hombre recuperando el aliento, su mirada se oscureció y su mandíbula se tensó, encontraría a ese crio costase lo que costase.

CuntercurtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora