Un Baile Cliché

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Después de el paso de el tiempo, el tema del matrimonio se puso de nuevo sobre la mesa. El rey le convenció de asistir a un gran baile para al menos conocer y tratar a Reynaldo.
Ella se enfureció pero su insistencia y los preparativos la hicieron aceptar.
Al menos podría rechazarlo en público y dejar el tema a un lado.

En el majestuoso salón de baile del castillo, la princesa Zelda se encontraba vestida con un deslumbrante vestido de seda y encaje, esperando con nerviosismo el baile real que determinaría su matrimonio con sir Reynaldo. La sala estaba adornada con luces parpadeantes, músicos tocando melodías encantadoras y nobles de todos los reinos reunidos.

Cuando sir Reynaldo se acercó para la danza, intentó impresionar a la princesa con su destreza en el baile, pero en medio de la conversación, sus palabras tomaron un giro inesperado.

-Mi querida princesa, creo que este será el mejor matrimonio por el pueblo, usted es muy bella y yo soy muy rico podríamos hacer grandes cosas. (Declaró con arrogancia)
-Sir Reynaldo, por ahora no estoy interesada en contraer matrimonio. Hago esto por padre, me obligó a asistir.
-Vaya que tiene carácter mi alteza. Eso me gusta.

Después de decir eso, el trato de besarla bruscamente.
La expresión de la princesa cambió de la expectación a la indignación. Sin titubear, levantó la mano y le propinó una sonora cachetada. El murmullo en la sala aumentó, dejando a todos atónitos por la audacia de la princesa.

-No toleraré tal falta de respeto, sir Reynaldo. Soy una dama y merezco ser tratada con dignidad.

Proclamó la princesa con firmeza, desafiando las normas de la sociedad de aquel reino. El silencio se apoderó de la sala antes de que la princesa, con determinación en sus ojos, abandonara la pista de baile, dejando a sir Reynaldo en la vergüenza y a los asistentes impactados por la valentía de la princesa Zelda.

Al salir del bullicioso salón de baile, la princesa Zelda se topó con su leal escolta y mejor amigo, Link quien estaba ocupado cuidando del caballo real. Al verla ansiosa, Link corrió hacia ella con preocupación en sus ojos.

-¿Qué ha sucedido? Se te ve molesta
(Expresó Link, mirando a su amiga con atención)

Con voz firme, Zelda relató el desagradable encuentro con sir Reynaldo y cómo este despreciaba a las mujeres. Link apretó los puños con indignación al escuchar la historia.

-No puedo creer que alguien se atreva a tratarla así, mi princesa
(Exclamó, mostrando su lealtad inquebrantable)

Zelda, con una suave sonrisa, colocó una mano reconfortante en el hombro de Link.

-No te enfades Link. Esa muestra de desprecio no merece nuestra atención. Estoy agradecida de tener a alguien tan valiente y leal como tú a mi lado
(Dijo ella, calmándolo con su dulce tono)

Link asintió, relajando sus puños mientras la miraba con afecto.

-Siempre estaré a su lado, mi princesa. Ese insolente no merece ni un pensamiento más.
(firmó con determinación)

Zelda le dio una palmada reconfortante en la espalda, agradecida por tener a Link como su protector y confidente. Juntos, regresaron al salón de baile, dispuestos a disfrutar de la noche, dejando atrás las desagradables acciones de sir Reynaldo.

De vuelta al espléndido salón de baile, Link el leal caballero, extendió su mano hacia Zelda con una sonrisa amable.

-Princesa, ¿Me concede el honor de compartir un baile lento conmigo? (Invitó con elegancia y bromas)

Zelda aceptó con una gracia serena y se dejó llevar por la música envolvente. El suave murmullo de la multitud se convirtió en un susurro respetuoso mientras observaban a la pareja real danzar con gracia y armonía.

A medida que el caballero y la princesa se movían con gracia por la pista de baile, sus miradas se encontraron con ternura. La conexión entre ambos era palpable, y el respeto mutuo se reflejaba en sus ojos.

Sin embargo, en un rincón oscuro del salón, sir Reynaldo observaba con creciente resentimiento. Los celos se apoderaron de él al ver la conexión especial entre Link y Zelda. Los murmullos de la multitud se convirtieron en susurros de admiración, pero en los ojos de sir Reynaldo brillaba una mezcla de enojo y anhelo.

Zelda ajena a los celos de sir Reynaldo, continuó disfrutando del baile con Link, sumergida en la música y la elegancia de la noche. Mientras tanto, la figura envidiosa de sir Reynaldo permanecía en la penumbra, contemplando la conexión especial que, para su pesar, no podía reclamar como suya.
(Por bot).

****
Tras el emocionante baile, la princesa Zelda se dirigió hacia su padre, el rey para compartir los acontecimientos de la noche. Su padre, visiblemente cansado de las intrigas de la corte, asintió solemnemente y prometió abordar seriamente la conducta de sir Reynaldo.

En ese momento, el rey observó con aprobación a Link el valiente escolta y amigo de la princesa, reconociendo la valentía y lealtad demostradas. Una mirada de complicidad pasó entre ellos, como si compartieran un entendimiento silencioso.

Después de la conversación con su padre Link acompañó a la princesa hacia sus aposentos. Con su característico sentido del humor, hizo algunas bromas que lograron arrancar risas genuinas a Zelda aliviando la tensión de la noche.

Al despedirse, la princesa agradeció a Link por su apoyo constante. Una vez sola, Zelda se sumió en sus pensamientos mientras se sumergía en un relajante baño. Reflexionó sobre la valentía de Link, su lealtad inquebrantable y cómo siempre estaba a su lado en los momentos difíciles.

Finalmente antes de retirarse a descansar, la princesa abrazó la almohada con un suspiro de gratitud y murmuró el nombre de Link. Sus pensamientos, ahora teñidos por un cariño más profundo, giraban en torno a la presencia reconfortante de su valiente amigo y confidente.

****

Mientras Link se dirigía a su propia habitación, no pudo evitar sonreír como un tonto. Los eventos de la noche dieron paso a una profunda reflexión sobre la princesa Zelda. Cada paso resonaba con el eco de su risa y la conexión especial que compartían.

Las risas compartidas y los momentos de complicidad durante el baile resonaban en su mente. Link se dio cuenta de que su afecto por la princesa iba más allá de la lealtad y amistad. En el tranquilo pasillo, su corazón latía más rápido al reconocer la creciente presencia de sentimientos más profundos.

Mientras se sumía en sus pensamientos, Link no dejaba de sonreír recordando cada interacción con la princesa. Los celos de sir Reynaldo y la valentía de Zelda durante la noche habían revelado algo más profundo en su corazón. Con cada paso Link se dio cuenta de que su lealtad se entrelazaba con un afecto más íntimo.

Finalmente llegó a su puerta con la sonrisa aún jugando en sus labios. Aunque consciente de las complejidades de su posición como escolta, no pudo evitar emocionarse por los sentimientos que florecían en su corazón. Con un suspiro de anticipación, entró en su habitación, listo para enfrentar los desafíos emocionales que se avecinaban.

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