Un Beso

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En la imponente sala del castillo, el rey se recuesta en su trono, perdido en sus pensamientos. La luz tenue destaca su mirada melancólica mientras contempla la ventana que da al jardín. Sus ojos reflejan el recuerdo de su fallecida esposa, cuyos retratos adornan las paredes.

La reina, una figura majestuosa en el castillo, deslumbra con su belleza etérea. Sus ojos, profundos y verdes como esmeraldas, reflejan una inteligencia aguda que no pasaba desapercibida. Su gracia se entrelaza con la curiosidad que ilumina su rostro, un rasgo compartido con su hija, transmitiendo una conexión especial entre ambas almas inquisitivas. Su presencia, más allá de la elegancia física, destila sabiduría y una innata habilidad para gobernar con astucia y compasión.

En un suspiro profundo, el rey se sumerge en la nostalgia, dejando que las sombras del pasado se mezclen con la luz que se filtra entre las cortinas. En ese momento, una sirvienta con paso sigiloso, interrumpe su introspección.

-Mi señor, sir Reynaldo aguarda con respeto fuera de la habitación.
-Dejalo entrar.

El entro a la habitación haciendo una reverencia y tomando asiento delante de su alteza.

-Sir Reynaldo, entiendo que propones un matrimonio entre mi hija y tú para fortalecer el reino en estos tiempos difíciles pero ¿Realmente es la mejor solución?
-Mi señor, considero que unir nuestras líneas garantizará estabilidad y poder. La ambición de nuestro linaje puede llevarnos a nuevas alturas y proteger al pueblo en estas crisis.
-Comprendo tu ambición, pero el amor y la voluntad de mi hija es fundamental. No puedo imponerle un destino sin tener en cuenta sus deseos.
-Mi rey, la voluntad del pueblo también está en juego. Necesitamos consolidar el poder, y un matrimonio estratégico es la clave para asegurar la prosperidad.
-Pero la felicidad de mi hija y el bienestar del reino deben equilibrarse. La fuerza de unión debe nacer de un compromiso genuino, no de conveniencias políticas.
(Con ambición)-Mi señor, entiendo su perspectiva, pero el poder a veces requiere sacrificios. Juntos, podemos construir un imperio imparable, incluso si ello implica ciertas renuncias personales.
(Resuelto)-Sir Reynaldo, valoro tu lealtad y tu visión, pero la armonía en mi familia y la voluntad del pueblo son esenciales. Busquemos soluciones que beneficien a todos sin comprometer la felicidad de mis seres queridos.
-Claro.
-Sir Reynaldo, me llegaron informes sobre tu actitud irrespetuosa hacia mi hija, la princesa. ¿Cómo puedes justificar tales acciones?
(Nervioso)-Mi rey, entienda que fue un impulso, una muestra momentánea de descontento. Además, soy hombre y las pasiones a veces nos superan.
-No puedo aceptar excusas basadas en género. El respeto es fundamental, sin importar el sexo. ¿Cómo puedo confiar en tu capacidad para liderar si no puedes controlar tus impulsos?
-Mi señor, entienda que mi ambición por el reino puede haberme llevado a una reacción impulsiva. Pero aseguro que puedo rectificar y demostrar mi lealtad.
-La lealtad no justifica la falta de respeto. Como líder, debes demostrar autoridad sin caer en comportamientos irrespetuosos. Mi hija merece un trato digno, independientemente de las circunstancias.
-(Reflexivo) Mi rey, acepto la crítica y me comprometo a corregir mi comportamiento. Las lecciones aprendidas servirán para forjar un líder más equilibrado y respetuoso.
-Espero no vuelva a pasar.
-Se lo demostraré, ¿Me dará otra oportunidad con su hija?
-Lo pensaré, Zelda se niega y esto no me parece fácil así que le daré tiempo y tu tendrás que respetarlo.
-Sin duda mi rey.

****

Zelda estaba mirando por la ventana del balcón, ya que había alguien especial esperándole.

-¿Por qué estás aquí todos los días Link? No es necesario que lo hagas si estás cumpliendo con tu deber como caballero.
(Sonriendo)-Lo hago porque quiero, princesa. Al menos al verte  iluminas mi día y hablar contigo es la mejor parte de mis deberes.
(Riendo)-Eres un caballero devoto, pero no quiero que sientas que es una obligación. Hay días ocupados en el reino, y tu tiempo es valioso.
(Serio)-Mi tiempo contigo, princesa es el momento más valioso de todos. No es una carga, es un regalo que agradezco cada día.
(Sonrojándose)-Eres un caballero extraordinario. Pero recuerda, tus deberes son importantes y no quiero que descuides tus responsabilidades por mí.
(Gentil)-No temas estar a tu lado no es un deber, es un placer que elegí. Mientras tenga la oportunidad, estaré aquí, con una flor hermosa y mi lealtad inquebrantable.

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