Heridas

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En los exuberantes jardines del castillo, donde las rosas perfuman el aire.
Hace mucho tiempo el rey y la reina se encontraron por primera vez. Su amor floreció como las flores en primavera, y el castillo resonó con risas y alegría cuando unieron sus vidas en matrimonio. De esta unión nació la hermosa princesa Zelda, quien llenó el castillo con risas infantiles.
Sin embargo, la felicidad se vio empañada cuando la reina partió prematuramente, dejando al rey sumido en la oscuridad de la pérdida. Durante días, el castillo se cubrió con un manto de tristeza. La princesa, afectada por la ausencia de su madre y la pena de su padre, se vio sometida a las expectativas crecientes de un rey sumido en la tristeza.

En este rincón tranquilo, donde las flores atestiguan historias de amor y pérdida, Zelda se esfuerza por equilibrar las demandas de su padre con el deseo de explorar la alegría propia. La historia de este castillo resuena con la complejidad de la vida real, donde la felicidad y el dolor coexisten en los delicados pétalos de la existencia.

Bajo la suave luz del crepúsculo, Zelda pasea entre las flores, envuelta en recuerdos de su madre. Una melodía familiar se escapa de sus labios, la misma que la reina cantaba con ternura antes de dormir. El canto, delicado como las brisas nocturnas, atrae la atención de su Link y quien emerge de las sombras para admirar la hermosa voz que resuena en la quietud del jardín.
En silencio, se acerca cautelosamente, maravillado por la serenidad y melancolía que envuelven la canción.
Zelda ajena a su presencia, continúa cantando, como si las notas fueran hilos que conectan el presente con los dulces recuerdos del pasado. El encuentro en este rincón encantado revela la conexión entre el legado materno, la melódica expresión de la Zelda y el misterioso lazo que une a la joven pareja en la penumbra del jardín real.

-Tu voz es tan hermosa ¿De dónde viene esa melancolía en tu canto?
(Agradecida)-Gracias por el elogio. Mi madre solía cantarme esta canción antes de dormir. La extraño mucho.
(Apenado)-Comprendo, es una forma hermosa de recordarla. Pero noto que hay algo más, algo que te perturba.
(Lejana)-Son solo recuerdos, nada más.
(Atento)-No te creo. Hay algo más en tus ojos. ¿Está todo bien?
(Con pesar)-No es fácil de explicar. Son solo recuerdos, duele.

Al decir estás palabras Zelda trato de que las lágrimas no salieran, solo se paró y trato de irse a toda prisa. No soportaba el tener que mentirle al amor de su vida.

(Siguiendo a la princesa)-Princesa, entiendo que estás lidiando con mucho, pero no estás sola.
(Con lágrimas en los ojos)-No sé cómo enfrentar todo esto. Mi madre siempre supo guiarme, pero ahora...
(Con ternura)-A veces, recordar a aquellos que amamos puede ser reconfortante. Tu madre, la reina, ¿Recuerdas cómo te calmaba cuando estabas triste?
(Asintiendo)-Sí, solía susurrarme palabras de aliento y cantar hasta que me quedaba dormida.
(Sonriendo con melancolía)-Entonces, permíteme hacer lo que ella haría.

Link en un acto de bondad, empieza a tararear la misma melodía que la reina solía cantar. Sin duda Link era un verdadero hombre, no lo merecía, el era tan puro y amable.

-Aunque no sea tan bueno como ella, estoy aquí para ti.
-(Sonriendo entre lágrimas) Es tan parecido... Gracias.
(Abrazándola con suavidad)-Tu madre siempre estará presente en nuestras vidas, y juntos superaremos lo que venga. No estás sola, mi amor.

La melodía compartida entre la Link y Zelda se convierte en un vínculo reconfortante, un recordatorio de que, incluso en la oscuridad, el amor puede ser una luz que guía. En ese abrazo, encuentran consuelo mutuo ante las tormentas que se avecinan.

(Alejándose suavemente)-Necesito tiempo para reflexionar sobre todo esto. No quiero que te veas atrapado en mis luchas internas.
(Preocupado)-Pero estamos juntos en esto, ¿No es así?
(Evitando la mirada)-Solo necesito espacio.
(Atónito)-Oh si, claro.

Link dejo de abrazar a Zelda, mientras que está veía como el calor de su cuerpo se alejaba.

(Con culpa)-No quería arrastrarte a este dilema. Pero ahora, no puedo soportar verte triste por mi culpa.
(Serio)-Siempre hemos enfrentado los desafíos juntos. ¿Por qué no compartiste esto conmigo?
(Angustiada)-Temía varias cosas. Pero sé que no puedo evadir la realidad por mucho tiempo.
(Con determinación)-No importa lo que enfrentemos, estoy a tu lado. No te separaré de mi vida tan fácilmente.
(Conmovida)-Aprecio tu apoyo, pero necesito tiempo para afrontar esto sola. No quiero que te veas envuelto en un algo que no elegiste.

Zelda envuelta en sus pensamientos y luchando con las decisiones que se avecinan, se retira dejando a Link con una mezcla de confusión y determinación. Aunque él se mantiene firme en su apoyo, la sombra del compromiso forzado amenaza con separarlos, desafiando la fuerza de su amor.

*****

En la majestuosa sala de la corte, varios hombres con barbas largas se reúnen con Sir Reynaldo, el consejero real y futuro esposo de Zelda. La atmósfera está cargada de solemnidad mientras discuten los detalles de la boda.

(Con autoridad)-Quiero que cada detalle de la boda sea perfecto. Desde la decoración hasta los más mínimos arreglos.
(Asintiendo)-Por supuesto, señor ¿Qué tipo de decoración preferiría?(Pensativo)-Algo opulento, con toques dorados y plateados. Quiero que la grandeza de este evento refleje la importancia de nuestra unión.
(Sugiriendo)-¿Y qué piensa de las flores blancas y pétalos esparcidos por todo el pasillo?
(Nego con la cabeza)-No, demasiado común. Necesitamos algo extraordinario. Tal vez guirnaldas de cristal y velas centelleantes.
(Interviniendo)-Pero, señor ¿No cree que eso podría ser demasiado llamativo?
(Con una risita astuta)-No importa realmente. La verdad es que no quiero que nadie vea demasiado la decoración. Solo quiero asegurarme de que la princesa esté allí.

Sus hombres intercambian miradas cómplices antes de estallar en risas.

-(Brindando) ¡Por el trono y el futuro rey!

El tintineo de las copas llena la sala mientras los hombres ríen, brindando por la boda que se avecina. Aunque la discusión sobre la decoración fue intensa, la presencia de la princesa parece ser el único detalle verdaderamente importante para Reynaldo y sus consejeros.

Reynaldo sale de su oficina y se encuentra con Link en los pasillos del castillo. Aprovecha la oportunidad para acercarse, pero este intuyendo sus intenciones, se aleja.

(Persiguiendo a Link)-Ah, el fiel guardián de la princesa. ¿Puedo tener un momento de tu tiempo?
(Con cautela)-¿Qué quieres, Reynaldo?
(Con una sonrisa mañosa)-Solo quiero hablar de la princesa.
-¿Qué pasa con ella?
-Quiero salvar tu vida, ella es un estorbo en tu vida. Solo te está quitando el tiempo, ¿Entiendes muchacho? Ella es una cualquiera, no le interesas en lo más mínimo.
(Enojado)-No tienes derecho a hablar así de ella.
(Ignorando la reacción de Link)-Pero, como muestra de buena voluntad, tengo una propuesta para ti. Ve al jardín antes del anochecer. Pediré formalmente la mano de la princesa y verás que lo que compartieron no era nada comparado con lo que le ofrezco.
(Sorprendido)-¿Pedirás su mano?
(Condescendiente)-Sí, y una vez que seamos esposos, tú y tus recuerdos insignificantes no serán más que sombras en su pasado.

Reynaldo se retira con una sonrisa autosuficiente, dejando al escolta solo y confundido en los pasillos del castillo. Las palabras hirientes y la propuesta de Reynaldo se quedan flotando en el aire, dejando una sensación amarga en el corazón del fiel guardián.

༒Amantes de lo Ajeno༒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora