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No se muy bien cómo termine descubriendo que soy un personaje ficticio, es tan diferente ahora que tengo conciencia, puedo recordar que mi mente estaba en blanco y solo mi cuerpo se movía como si estuviera en modo automático. ¿Hacia las cosas inconsciente?. Mientras más quiero recordar algo, mi cabeza me duele, mis oídos pitan y en mi memoria solo veo un lugar blanco; los pisos, paredes, no se proyectaba ninguna sombra o luz, todo blanco no hay nada ni nadie.

-Dan, Dan-

El timbre sonó los estudiantes empezaron a guardar sus lápices, cuadernos y se levantaban de sus pupitres dirigiéndose a la puerta del salón.

-¡Daniel!- grito la chica de cabellos ondulados, moviendo su mano en los ojos de su amiga quien se perdía en la nada. – Hay, si ¿qué pasa? - . El rostro de la ondulada reflejaba confusión hacia su amiga de ojos cafés.

- Estabas ida, te fuiste por unos minutos, ya todos se fueron la campana sonó hace tres o cuatro minutos, es hora de almorzar- Daniel solo escuchaba atentamente a su amiga esperando algo de ella como alguna respuesta o que también descubriera que son personajes escritos por alguien, que no existen, solo son letras.

-Dan- habló remarcando el apodo de Daniel -¿Me estas escuchando?, ¿te sientes mal o algo?-.

-No, estoy bien solo me perdí un momento, lo siento- Daniel se levanto de su pupitre y empezó a guardar en su mochila café sus útiles junto con su celular. – Vamos, es hora de comer hay que ver que platillos de cinco estrellas nos servirán en el comedor- dijo tratando de parecer lo más normal con sus chistes de toda la vida o eso pensaba ella. Coloco su mochila en su hombro derecho y se dirigió a la entrada seguida de su amiga.

-Camila, ¿tú no has tenido algún sueño o has visto algo raro?- miraba al piso mientras caminaba, recorría su mirada en los pasillos de la escuela tratando de ver algo diferente o alguien que tuviera respuestas pero, ¿cómo sabría en quien confiar? O ¿Quién puede estar en su misma situación?.

- ¿Algo raro como una pesadilla? – Camila pregunto a su amiga quien miraba todo a su alrededor como si buscara algo diferente. Los casilleros, pisos, puertas y los pizarrones de anuncios para Camila todo es igual no ve nada extraño o remodelado, volteo a ver a Daniel esperando su respuesta.

- No, bueno tal vez- Camila negó sintiéndose extrañada con aquella respuesta.

Daniel no podía creer que solo ella era la que estaba consciente, sentía todo normal, pero a la vez no. Su corazón latía fuerte tanto que sentía que propasaría por sus costillas y seria herido por estas. Su mente empezó a mandarle una serie de sensaciones y pensamientos complejos. Estaba asustada, sentía miedo de lo que la rodeaba, de el lugar que estaba pisando, de ella misma y de lo que hay más afuera del pueblo.

Daniel y Camila llegaron a la cafetería. Camila es la primera en tomar una bandeja dirigiéndose a la fila para escoger las opciones que menciona el menú. Daniel la imito parándose enseguida de ella. << Cálmate Daniel, no puedes permitirte tener un ataque de pánico en este lugar, no aquí, por favor sigue actuando normal, por favor, por favor...>>, pensó para si misma. Trataba de controlarse, se daba apoyo propio y aguantaba sus lágrimas.

-Dan, hay una mesa libre ven- la ondulada siguió su camino hacia la mesa bacia. Daniel con sus manos pálidas y temblorosas tomo una botella de agua la cual temblaba en su bandeja por el movimiento de sus manos. <<Trata de calmarte, estoy temblando, mis manos están pálidas ¿mi cara también esta del mismo color?>>. Sus pensamientos la hacían trisas junto a todas las emociones que salían de su mente. Llego con su amiga quien ya había empezado a comer. Daniel la observo, su cabello oscuro con dos mechones blancos delanteros los cuales caían libres arriba de sus hombros, sus pestañas y cejas gruesas, la cara un poco pecosa en la parte de su nariz y sus ojos cafés. No había nada diferente en ella, nada ni siquiera su apetito cambiaba, Camila sigue siendo Camila.

-¿No tienes hambre?- preguntó. No obtuvo respuesta. -Daniel, ¿enserio estas bien? estas actuando rara desde la clase anterior, si te sientes mal vámonos yo te acompaño a tu casa no me importa faltar a las siguientes clases-. Cómo si fuera el sonido de un trueno al caer, las palabras de preocupación de Camila la devolvieron su ahora "realidad".

-Estoy bien Cami, solo me siento distraída, aprecio mucho que te preocupes por mí- decía con su voz un poco temblorosa y exaltada. -Tranquila no tengo nada- aseguraba su respuesta para que Camila no se preocupara. No es que Daniel quiera ocultar la verdad ante ella, sus razones son completamente distintas temía que ella la tomara de loca o no pudiera con la noticia o qué tal si contaba la verdad y su realidad explotara o alguien, tal vez algo vendría por ellas para asesinarlas por saber la verdad. ¿Acaso si un personaje descubría que era parte de la novela lo mataban?, tal vez le lavaban el cerebro y reiniciarían la historia una y otra vez hasta su final escrito.

- Hellou~ - pronuncio un chico medianamente alto con lentes marrones y cabello ondulado de un color cobrizo.

- Hola Mario- devolvió el saludo Camila, pero sin tanto entusiasmo lo cual fue captado por el de lentes. -¿Todo bien?- vio a sus amigas las cuales no respondieron. -¡No!, ¿no me digan que reprobaron con el señor tun tun?. Yo sabia que era un viejo enfadoso-. Dijo apretando sus puños con un tenedor en su mano derecha.

-No es eso, Dan esta rara hoy y pues estaba preocupada por ella- El cobrizo miro a la persona mencionada. – No mames ¡te bajo en la clase y te vieron la cola roja!-.

-¿Qué?, ¡nooo cállate la boca!- respondió Daniel por fin volviendo en sí. -¡Entonces no me asusten! no ven que el día esta nublado y para acabarla es lunes más deprimente aun- habló Mario poniéndose la mano derecha en su pecho colocando un poco su cuello hacia atrás haciéndose el indignado. Camila rio por las tonterías de su amigo cuatro ojos. Miro a Daniel que por fin sonreía. La pecosa agradecía internamente a Mario por existir y tenerlo de amigo.

El inicio del almuerzo continuo normal tanto que Daniel se cuestiono si realmente aquel "despertar" fue real o una pesadilla. -No manchen mejor me traigo mi lonche la próxima vez, ¿qué es esto que esta en mi estofado?- mencionó Mario el cual sostenía con su tenedor un pedazo de carne con una forma rara, parecía la nariz de un cochi.

-Que feo se ve eso parece lo que le doy a Luna- menciono Camila, Luna es su gata negra.
-No me digas eso Cami, ha de saber mejor lo que le das a Luna de lo que nos comemos aquí. Si me muero quiero que me pongan unos cigarros en la tumba y así les aviso por ouija si en el cielo se puede fumar-.

-No creo que te vallas al cielo- Menciono Daniel la cual mordía un gajo de mandarina. -Los chapulines no se van al cielo- siguió hablando. – ¡Ella me dijo que no tenía novio!-

-¿Chapulines?- pregunto Camila tomando su jugo de uva. – Del verbo chapulín que significa que una persona está saltando de novia en novia de sus amigos como chapulín- respondió Daniel.

-¡Oh, como piojo vas de cabeza en cabeza!- respondió con diversión la pecosa. Todos se rieron incluido Mario el cual sabia que sus amigas solo bromean con él. – Miren que bien llego la hora del espectáculo- menciono el chico.

La cafetería se tornó en un silencio fugaz y de repente muchos murmullos empezaron a escucharse. Daniel sintió que dos manos la agarraban de sus tobillos pegándola fuerte y firmemente al piso, su cuerpo empezó a hormiguear y su corazón latió como loco, enfrente de ella a varios metros habían entrado a la cafetería los Cullen, sus pieles pálidas, hermosos como si fueran ficticios, como si no fueran reales, ojos de un color dorado o miel, pero eran exageradamente brillantes y grandes.

<<Son ellos, realmente son ellos, no estoy loca, no lo invente están aquí. Quiere decir que estoy en una novela. Soy un personaje, no existo en la vida real, pero ¿hasta ahora me doy cuenta de su existencia?, ¿Si soy un personaje ya debería de haberlos visto antes?. ¿¡Tal vez si la persona que esta leyendo por primera vez la novela hace que todo empiece!?. ¡Estoy destinada a repetir la historia una y otra vez!>> los pensamientos de Daniel eran inmensos, solo tenía dudas, pero ninguna respuesta.

SECUNDARIO CREPÚSCULODonde viven las historias. Descúbrelo ahora