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<<¿Por qué estoy aquí?, no debí de ceder ante Mario>>.

Mario tiene dieciocho años, pero reprobó varias materias así que tenía clases con grupos menores y con los de último año, por eso conocía a Bella.

Daniel en todo el tiempo que piso la casa Cullen no dejaba de estar en guardia, se escondía entre los grupos de amigos para que ningún vampiro la viera sobre todo Edward y Carlisle.

Aún no sabe si Edward puede leer su mente y al doctor Carlisle lo evita para no volver a tener un encuentro como en el hospital.

-¡Dan ven!, para que conozcas a mis compañeros de último- le habló entusiasmado Mario haciéndole señas desde la sala donde estaba con un grupo de seis personas. El castaño movía sus brazos y saltaba de un lado a otro sin preocuparse que parezca un tanto aniñado haciendo reír a sus amigos.

Le devolvió el saludo y se negaba a ir a la sala, era el lugar más transitado y temía que algún Cullen la viera o alguna Bella estuviera por ahí junto a su novio pálido.

Se quedo cerca de la cocina donde no perdió su tiempo con la comida, lo único bueno de estar ahí es que la casa es de ricos y tenían comida deliciosa.

-Gracias diosito por permitirme comer estos carísimos alimentos traídos de París- decía emocionada sin perder la atención de su entorno.

Había dulces, dulces asidos, comida para cualquier paladar, fruta y chucherias sin mencionar la variedad de bebidas al alcance de adolescentes de dieciocho años. Qué bien.

-No creo que fuera buena idea tener tanto alcohol cerca de nosotros- decía viendo la etiqueta de las botellas.

-Hola, veo que no eres de la generación de graduados ¿o si?-.

Giro hacía la voz femenina encontrando a Rosalie quien observaba con detenimiento a un grupo de jóvenes borrachos lanzándose zapatos y vasos como si fuera un juego de futbol americano.

<<El diablo en vida>> Daniel casi se caía arriba de la mesa por la impresión de ver a Rosalie.

<<¿En qué momento llego? ¡Si estuve alerta!, fue por estar tragando ¿verdad?.>>.

-¿Me vas a responder o tengo que leer tu mente?- se cruzó de brazos viendo a Daniel quien estaba completamente paralizada.

-Yo...yo soy amiga de un chico de aquí, él no se está graduando, pero conoce a varios de los de último año así que solo lo acompañe- hablo nerviosa apretando su vaso donde había metido varios dulces para seguir comiendo.

-Ho entonces eres de primero. ¿Y dónde está tu amigo?- cuestionó Rosalie pasando su mirada por arriba de ella.

Fue la perfecta pregunta para tomar el plan de evasión y correr hacia Mario junto con su grupo de amigos. -¡Sí él está en la sala! , será mejor que valla, se sentirá solo- mintió.

Daniel se apresuró a dar vuelta y poner su caminar hacia Mario pero un fuerte golpe en su cabeza la detuvo haciendo que se agarre del arco de la pared que une la sala con la cocina.

El escándalo se detuvo, pero a los minutos siguió normal, algunos estudiantes que vieron el accidente se acercaron resguardándola y preguntándole si estaba bien.

- Tranquilos solo me maree un poco- levanto sus manos aclarando que estaba en sus sentidos, pero en ese mismo instante una de las chicas que la ayudaba a sostenerse grito asustada.

-¿Qué pasa?- pregunto nerviosa.

Su frente empezó a sangrar rápidamente tapando la visibilidad de su ojo izquierdo.

<NO, NO, NO PUEDO SANGRAR AQUÍ>>. Su corazón latía como si tuviera un ataque cardíaco se presionó la herida tratando de parar el sangrado.

-No te toques, aparta tu mano- una voz masculina se hizo presente en medio del caos.

-Rosalie por favor ve con los responsables y sácalos de aquí. Si necesitas ayuda pídele a Emmett que te acompañe- hablo enojado Carlisle.

-¿¡Crees que ocupo ayuda!?- demando Rosalie alzando su ceja.

-Solo hazlo por favor no quiero a otra persona herida- respondió tranquilamente el doctor quien sostenía a Daniel de los brazos.

Rosalie obedeció al vampiro sin titubear.

-Te llevare a un lugar más tranquilo- Carlisle la guío cuidadosamente hasta llegar a una habitación donde había un escritorio con varios papeles regados en su superficie. La habitación estaba adornada con una sección de libros que tapizaban las dos paredes a los lados.

Carlisle de un movimiento aparto todas las hojas tirándolas al suelo, unas caían lentamente.

Tomo fuertemente a Daniel de su cadera haciendo que ella por inercia se agarrara de los hombros de Carlisle apretándolos casi encajando sus uñas, el vampiro la sentó en el escritorio sacando de uno de los cajones un botiquín.

Daniel veía borroso y sentía que estaba girando como si estuviera arriba de un juego mecánico podía ver algunas luces del cuarto y a Carlisle hablándole. Sus odios no captaban ningún sonido, trato de leer sus labios, pero fue inútil.

-Tus latidos son muy rápidos. La herida no es grande, pero impacto en una parte sensible- limpiaba con cuidado la frente de la chica quien quería tentar su herida, pero siempre que acercaba su mano el doctor la apartaba.

Termino de limpiar completamente y empezó a saturar la pequeña abertura.

-Te dolerá, pero es soportable-.

Daniel empezó a escuchar la voz del vampiro, pero su cerebro no captaba nada haciendo que el filo de la aguja en su piel la tomara por sorpresa haciendo que grite cerrando sus manos en el borde del escritorio, apretándolo, intentando soportar el dolor.

-¿Qué paso?- hablo débilmente reincorporándose viendo sus manos manchadas de sangre junto con el vestido verde olivo que ahora es un completo desastre.

-Unos tontos adolescentes influenciados por alcohol empezaron a tirar cosas por la casa. Lanzaron un adorno de madera el cual te golpeo- hablo tirando las gasas a un recipiente metálico prendiéndole fuego el cual consumió lentamente el contenido.

-Seré cena de vampiros-.

Estaba aturdida, cansada, lastimada y manchada de sangre en cualquier momento se le derrumbaría su actuación de pretender que no hay nada raro en el pequeño pueblo de Forks. Ahora se había sentenciado.

-Sabía que no estabas diciendo la verdad aquella vez en el hospital- hablo Carlisle acercándose.

-No es...solo es una broma. Es el golpe- se defendió sintiendo un shot de adrenalina pasar por sus venas.

Ya todo estaba acabado. Carlisle no es ingenuo, no se le puede mentir, lleva más de una vida conviviendo con humanos y viviendo diferentes situaciones, las mentiras las podía descubrir rápidamente.

Rosalie entro a la habitación la cual estaba impregnada del olor a sangre.

-¿Ahora me crees?, te dije que ella vio a Edward ese día del accidente en el estacionamiento, además estuvo con el perro- Rosalie había estado siguiendo a Daniel después del accidente del carro. Incluso entro a su casa cuando no estaba y la vigilaba todas las noches, hasta que la adolescente se durmiera.

-¿Qué?...yo tengo que irme, mi amigo me está esperando...afuera...por favor- Daniel empezó hablar lento pausaba entre palabras y su cuerpo se relajó al punto de caer del escritorio Carlisle impidió que tocara el suelo sosteniéndola entre sus brazos.

Cuando la adrenalina sube también tiene que bajar.

SECUNDARIO CREPÚSCULODonde viven las historias. Descúbrelo ahora